Roma (Agencia Fides) – “Es Dios quien tiene plena confianza en ustedes, expresada a través de la Iglesia, en particular a través del Santo Padre, quien nombra y designa a los obispos. Pero es el Espíritu Santo quien nos nombra. No lo olvidemos nunca”, con estas palabras, el Cardenal Luis Antonio Tagle, ha recordado a los nuevos obispos el origen de su vocación indicando la fuente de la deben beber continuamente a lo largo del camino. Sus palabras se han dirigido a los casi ochenta sucesores de los apóstoles que han recibido la ordenación episcopal en el último año y que han venido a Roma para participar en un curso de formación organizado por el Dicasterio para la Evangelización.
En la sala de reuniones del Pontificio Colegio San Pedro, en la colina romana del Janículo, la primera jornada de este curso, titulado “Abrir una puerta a la esperanza. Llamados al episcopado en un contexto jubilar”, ha contado con la participación de figuras clave del Dicasterio para la Evangelización. Entre los ponentes se encuentran el Cardenal Tagle y el Arzobispo Fortunatus Nwachukwu, pro-prefecto y secretario de la Sección para la Primera Evangelización y las Nuevas Iglesias Particulares, y, en la sesión de la tarde, el Arzobispo Rino Fisichella, pro-prefecto de la Sección para las Cuestiones Fundamentales de la Evangelización en el Mundo.
Custodios, no dueños
Para recordar a los nuevos sucesores de los apóstoles la naturaleza y el horizonte propios de su vocación, el Cardenal Tagle ha partido de las exhortaciones dirigidas a los “ancianos” por el Apóstol Pedro y el Apóstol Pablo. Ha recordado las exhortaciones a «pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, mirad por él, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con entrega generosa; no como déspotas con quienes os ha tocado en suerte, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño» (1 Pt 5,2) y a «tener cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo» (Hch 20,28).
La sucesión apostólica no es una “sucesión en honor”. No es “mérito nuestro”, ni depende de “nuestras cualificaciones”. Y para “nosotros, seres humanos limitados y débiles como somos”, siempre existe “la tentación de olvidar que es el Espíritu Santo quien nos ha puesto allí”.
El Cardenal, pro-prefecto del Dicasterio, que en 2026 celebrará el 25º aniversario de su ordenación episcopal, basándose en las palabras de los apóstoles Pedro y Pablo, ha señalado algunas características de la vocación y la misión de los obispos que actúan según el Espíritu Santo y la “Tradición viva” de la Iglesia.
El cardenal además ha recordado que si el episcopado es un don inmerecido, debería recibirse cada día con humildad y gratitud.
La segunda característica esbozada en las sugerencias de los santos apóstoles Pedro y Pablo es que el ministerio episcopal es un ministerio de ‘administración’. La Iglesia es “el rebaño de Dios”. Es “el pueblo de Dios” redimido por la preciosa sangre de Cristo. Y los obispos son solo “los administradores, los custodios”, llamados a guiar al rebaño según la voluntad y el deseo del verdadero propietario, que es Dios. Mientras que “siendo personas limitadas, humanas y débiles como somos, siempre existe la tentación de adquirir la propiedad”. Y “de tratar a la Iglesia, incluso a las personas, a los sacerdotes, a los religiosos, como objetos de mi propiedad”.
Los obispos están llamados a “cuidar” los dones que el Espíritu Santo sigue derramando en la comunidad, mientras que a veces esos dones no se reconocen, no se acogen y se descuidan. “Es triste”, ha señalado el Cardenal Tagle, “cuando un obispo que tiene la gracia y la bendición de ser administrador del pueblo de Dios se comporta como un propietario, responsable solo ante sí mismo”.
Luego el cardenal ha preguntado “¿Cómo ejercemos nuestra administración de la Iglesia? A partir de nuestra relación con el clero, con los religiosos, con las religiosas. Nos duele -ha añadido- escuchar los comentarios de algunas religiosas que dicen ser tratadas en las diócesis casi como esclavas y no como hijas de la Iglesia. Y a veces su voto religioso de pobreza se utiliza o se evoca para negarles una contribución digna para vivir, para su sustento, para su justicia”.
“Vigilar” también sobre uno mismo
Tanto san Pedro como san Pablo, en los pasajes citados por Tagle, recuerdan la misión de “vigilar” y “velar” encomendada a los obispos. Una vigilancia sobre la vida de fe, llevada a cabo “en el ámbito de la enseñanza, el culto y la oración”, que debe aplicarse también a uno mismo porque, como dice san Pablo en los Hechos de los Apóstoles, «vendrán en medio de ustedes falsos maestros como lobos rapaces y no perdonarán al rebaño». San Pablo -ha señalado el cardenal- da a entender que los lobos también podrían estar dentro de la comunidad eclesial, pidiendo a los ancianos de Éfeso a los que se dirigen que velen también por sí mismos.
“Los pastores deben orar, purificar sus intenciones”, para “poder guiar bien a nuestro pueblo”, ha repetido el cardenal Tagle, antes de señalar la comunión como otra característica distintiva de un ministerio episcopal fecundo. Porque el Espíritu Santo “otorga diferentes dones, diferentes talentos, diferentes culturas, pero es el mismo Espíritu el que une a todos”. Y el obispo está llamado a ser “una persona que se siente cómoda con la diversidad, que es capaz de llevar la diversidad a una unidad animada por el Espíritu”.
El servicio a las Iglesias locales del Dicasterio misionero
En su intervención, el arzobispo Fortunatus Nwachukwu ha expuesto la multifacética labor que realiza el Dicasterio para la Evangelización al servicio de la primera evangelización y de las nuevas Iglesias particulares. Ha recordado que la reforma sancionada por el Papa Francisco a través de la Constitución Apostólica «Predicate Evangelium» también busca rediseñar la labor de los Dicasterios vaticanos hacia una conversión misionera.
En su exposición, el arzobispo ha reiterado que todas las Iglesias particulares, incluso las más jóvenes, están llamadas a asumir su propia responsabilidad en el plano pastoral y de gobierno. Por lo tanto, el papel del Dicasterio es acompañarlas, apoyarlas y colaborar con ellas, respetando su justa autonomía.
Entrando en detalles, el arzobispo nigeriano ha esbozado una panorámica de las estructuras y el modus operandi con los que la segunda sección del Dicasterio para la Evangelización lleva a cabo su labor al servicio de las Iglesias particulares, proporcionando información sobre la organización y el funcionamiento del Dicasterio.
El arzobispo ha hecho amplia referencia a las estadísticas oficiales de la Santa Sede, que muestran que, incluso en los últimos años, el aumento numérico de los católicos es más marcado en África, mientras que en Europa se registra un descenso sensible. Al mismo tiempo, ha añadido, la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo “no conocen a Cristo”, y el primer anuncio es siempre “una urgencia y una necesidad”.
Entre los datos proporcionados en su informe, el arzobispo Fortunatus se ha referido a las 1.126 circunscripciones eclesiásticas, concentradas principalmente en África y Asia, que dependen del Dicasterio misionero para todas sus dinámicas, incluidos los procesos de nombramiento de obispos. En 2025, desde enero hasta principios de julio, según ha informado Nwachukwu, se nombraron 52 obispos en los territorios bajo la jurisdicción del Dicasterio misionero.
El amplio informe también se ha centrado en la contribución del Dicasterio misionero a la formación de los sacerdotes, mediante el apoyo a los seminarios y a las casas de formación locales, y a la formación de los catequistas. Se ha recordado que el Dicasterio además apoya la formación en Roma, en las universidades pontificias, de seminaristas, religiosas y sacerdotes procedentes de los territorios de su competencia. Cada año, se acoge en Roma a más de 200 nuevos estudiantes en los distintos colegios que forman parte de la red del Dicasterio, de la que también forma parte integrante la Pontificia Universidad Urbaniana.
En su exposición, el arzobispo Nwachukwu también se ha referido al Archivo Histórico del Dicasterio Misionero, compuesto por unos 11 millones de documentos en 14.000 volúmenes.
La evangelización y el enigma de la Inteligencia Artificial
Por la tarde, los participantes del curso han podido escuchar la conferencia titulada “Comunicar la Palabra de Dios hoy”, impartida por el Arzobispo Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, en la sección para las cuestiones fundamentales de la evangelización en el mundo.
Dirigiéndose a los sucesores de los apóstoles recientemente nombrados obispos, el pro-prefecto Fisichella ha recordado la Palabra de Dios como fuente de la obra apostólica. Ha mencionado lo significativo que sería que los obispos volvieran a impartir la catequesis en su catedral para el pueblo de Dios, retomando el ministerio del obispo como “primer catequista”.
La urgencia de evangelizar y anunciar a Cristo hoy -ha continuado el Arzobispo Fisichella, citando las exhortaciones apostólicas Evangelii nutiandi de Pablo VI y Evangelii gaudium del Papa Francisco- debe interceptar la demanda generalizada de espiritualidad. Esta demanda ha tenido una señal poderosa en la multitud de jóvenes en silencio durante el tiempo de adoración eucarística vivido en Roma, en la explanada de Tor Vergata, durante la vigilia de la última Jornada Mundial de la Juventud, junto al Papa León XIV.
La obra apostólica hoy -ha sugerido el pro-prefecto Fisichella- está llamada a reafirmar “la primacía de la gracia”, porque “gratia facit fidem, es la gracia la que hace la fe”, ha dicho, retomando una fórmula de Santo Tomás de Aquino.
La obra de evangelización -ha continuado el ponente- está llamada a enfrentarse al escenario de la nueva cultura digital y al reciente desarrollo de la inteligencia artificial. La IA “siempre disponible, amable, te responde inmediatamente, pone a tu disposición millones de datos y, si le preguntas quién es Dios, te responde. Una disponibilidad en todo momento y situación, y esto ya crea cultura y expectativa”. La máquina, que tiene esta ventaja -ha insistido el pro-Prefecto- modela los comportamientos.
Incluso “nuestros sacerdotes de 25 años respiran el mismo aire”. Y todo esto no es indoloro, ya que, en opinión de Fisichella, la idea de “regular” mediante leyes y reglamentos la ola invasiva de la inteligencia artificial parece poco realista, dado que esta no conoce límites ni barreras territoriales, no le interesan las fronteras y va a todas partes. Es “universal”. Un nuevo “universalismo” que, precisamente con su disposición a proporcionar siempre “respuestas útiles” a todas las solicitudes y necesidades, afecta a “la relación con la verdad y la libertad”. Esto se debe a que, con su generosidad, puede proporcionar datos infinitos, pero no le interesa la verdad.
(GV) (Agencia Fides 5/9/2025)