OCEANÍA/PAPÚA NUEVA GUINEA - Se teme una escalada del conflicto tribal: la única forma de evitarlo es el diálogo sobre el terreno

lunes, 26 febrero 2024 diálogo   tribalismo   misioneros  

Port Moresby (Agencia Fides) - Se teme una escalada del conflicto tribal en Papua Nueva Guinea, tras la grave masacre de 64 personas ocurrida en los últimos días en la provincia de Enga, cerca de la localidad de Wabag, a 600 kilómetros al noroeste de la capital Port Moresby. El incidente ocurrió el 18 de febrero en la remota aldea de Akom y, según las autoridades, se trata de la mayor masacre de los últimos meses. El incidente se enmarca en el enfrentamiento entre tribus rivales (las tribus sikin y kaekin) en la provincia de Enga, rica en oro, una zona donde las disputas por la tierra se han vuelto cada vez más intensas y donde los enfrentamientos, antes limitados a luchas con armas blancas, se han vuelto cada vez más mortíferos debido al significativo aumento de la disponibilidad de armas de fuego.

El primer ministro de la nación, James Marape, está estudiando la posibilidad de declarar el "estado de emergencia" para poner fin a los continuos enfrentamientos y hostilidades. Marape ha manifestado su intención de introducir legislación para "reforzar la capacidad de las fuerzas de seguridad para intervenir en actos de terrorismo interno". Las fuerzas de seguridad han puesto en marcha "operaciones selectivas" en Enga para restablecer el orden, mientras que se permitirá a los agentes de policía "utilizar cualquier nivel de fuerza necesario para evitar más violencia y represalias".

La Oficina de Derechos Humanos de la ONU también ha pedido al gobierno que "tome medidas inmediatas para abordar las causas profundas de la violencia y trabaje por el reconocimiento mutuo entre las comunidades de las Highlands". La ONU pide "la entrega de todas las armas, especialmente las de fuego" para hacer frente a la escalada de violencia, mientras el mercado de armas de fuego ilegales alimenta y exacerba el conflicto.

Aunque las luchas tribales están algo extendidas históricamente en las zonas remotas de Papúa Nueva Guinea, la violencia en Enga ha aumentado en el último año. Según los observadores, se ha desatado una especie de "guerra de guerrillas", sobre todo por la entrada de armas, y existe el riesgo de contagio a grupos y territorios vecinos, debido también a la presencia de mercenarios contratados (y pagados desde el exterior) para apoyar a las facciones enfrentadas. El gobierno ha intentado la represión y la mediación para controlar la violencia, pero con escaso éxito. El ejército ha desplegado un centenar de soldados en la zona, pero su impacto ha sido limitado.

El misionero del PIME, el padre Giorgio Licini, secretario de la Conferencia Episcopal de Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón, explica: "Los enfrentamientos entre grupos indígenas ancestrales -algunos de ellos tuvieron su primer contacto con el mundo exterior hace sólo 70 años- pueden deberse a diversas razones, pero sobre todo dependen del control del territorio, que en su cultura tradicional es muy sentido. Luego, esas tensiones son mantenidas por miembros de ese grupo que han emigrado a la ciudad, montan negocios y pueden enviar armas o pagar a mercenarios. Se trata de zonas remotas del interior, rurales o forestales, con una alta incidencia de analfabetismo, caracterizadas por el atraso cultural y social donde, por ejemplo, están vigentes prácticas de brujería e incluso la caza de mujeres consideradas brujas". "En estas situaciones -argumenta el misionero- es poco lo que se puede hacer desde el exterior; la única vía eficaz es el diálogo sobre el terreno, entre los jefes de las aldeas, con la participación de personalidades respetadas, líderes religiosos, incluidos los cristianos, y líderes civiles: es la única manera de intentar tejer una red de diálogo entre los grupos indígenas y evitar la violencia".

"En el pasado, la situación entre estos grupos - recuerda el P. Licini- resultaba más estable porque había menos movilidad y, por tanto, menos conflictos potenciales. Hoy, con la movilidad y la globalización, todo es más caótico, estamos en una fase de transición entre la vieja cultura y una nueva identidad, que sin embargo aún no es sólida ni está bien definida".

El misionero del PIME delinea los tres niveles de vida y organización social en Papúa Nueva Guinea: "El primero es la sociedad tribal, una realidad ancestral; el segundo es la presencia de las Iglesias, de diversas confesiones, que han establecido una extensa red de escuelas y obras sociales; el tercero es el del Estado moderno, que se manifiesta principalmente en las ciudades". El país se encuentra en un momento de transición, con la gradual integración de estos tres niveles, lo que ha generado tensiones y violencia en este proceso de transformación cultural, social y económica en esta vasta nación del Pacífico.
(PA) (Agencia Fides 26/2/2024)


Compartir: