Archdiocese of Imphal
Imphal (Agencia Fides) – «Aquí, en Manipur, vivimos una situación similar a la de Corea o la Alemania dividida: un mismo pueblo separado por una frontera. El pueblo kuki-zo habita en parte en Manipur, estado indio, y en parte al otro lado, en Myanmar. Esa frontera, trazada por el Imperio Británico, siempre ha sido muy permeable para esta comunidad cultural y social. Ahora, el proyecto de India de levantar una valla pone en crisis costumbres e intercambios consolidados desde hace décadas», explica a la Agencia Fides mons. Linus Neli, arzobispo de Imphal, capital de Manipur, al comentar la decisión del gobierno federal de vallar los más de 1.600 kilómetros de frontera con Myanmar. Los jefes de al menos dieciséis aldeas tribales del pueblo kuki-zo en Manipur han expresado su oposición a restringir la libre circulación entre ambos países y han enviado una carta al Gobierno señalando «el grave impacto que esta medida tendrá en la población local», en un contexto ya desgarrado por el conflicto entre la población mayoritaria meitei (el 53 % de los 3,2 millones de habitantes del estado) y los tribales kuki-zo (alrededor del 16 %), junto con los grupos étnicos naga, que en conjunto representan cerca del 40 % de la población estatal.
Desde la oleada de violencia desatada en mayo de 2023 entre las tribus meitei y kuki-zo, más de 60.000 personas se han visto desplazadas, y los distintos grupos étnicos viven ahora confinados en zonas estrictamente separadas. Los tribales han pedido la división del estado y una administración propia para las zonas de mayoría tribal, una propuesta rechazada tanto por los meitei como por los gobiernos central y federal.
En este contexto de tensión, subraya mons. Neli, «una medida estatal para cercar toda la frontera de más de 400 kilómetros entre Manipur y Myanmar plantea problemas». Se trata de un tramo de la frontera indo-birmana que se extiende a lo largo de más de 1.600 kilómetros y afecta también a los estados indios de Mizoram, Nagaland y Arunachal Pradesh, mientras que en el lado birmano corresponde a los estados de Kachin, Sagaing y Chin.
El Gobierno indio ha justificado su intención de levantar la valla fronteriza como una medida para reforzar la seguridad y el control del tráfico ilícito de drogas y contrabando, poniendo fin al régimen de libre circulación vigente desde la década de 1950.
«Por un lado, el Gobierno federal plantea cuestiones de seguridad; por otro, las tribus se verán penalizadas en su vida cotidiana -social, económica y geográficamente-, ya que vallar esta frontera es extremadamente difícil debido a la presencia de bosques, ríos y montañas», observa el arzobispo. Y añade: «La población local se pregunta: ¿a dónde llevará este plan? ¿Qué efectos tendrá? ¿No exacerbará las tensiones ya existentes? Creo que hay que proceder con cautela, considerar todos los aspectos y comprender, con visión de futuro, las consecuencias a largo plazo, sobre todo con la mirada puesta en la paz en Manipur».
Mons. Neli concluye: «Trabajamos y caminamos hacia una paz duradera. Ponemos todo nuestro empeño en ello. La solución del conflicto debe ser política, basada en la justicia y la equidad, en el reconocimiento de los derechos de todos. Sabemos que es difícil, porque si se satisface a una parte, se descontenta a la otra. Pero ahí radica la tarea y la habilidad de los mediadores: como cristianos, tratamos de reconstruir la confianza mutua, que podrá dar buenos frutos de benevolencia y paz».
(PA) (Agencia Fides 6/10/2025)