ÁFRICA - Un jardín botánico para combatir la malaria

miércoles, 6 febrero 2019 enfermedades   sanidad   jesuitas   órdenes religiosas   desarrollo  

Oyo (Agencia Fides) - En África la malaria es una de las enfermedades más extendidas y mortales. Según la Organización Mundial de la Salud, en 2018 había en el mundo 216 millones de casos y 445 mil muertes por malaria, de los cuales 194 millones en África (con 407 mil personas). Más del 70% de todas las muertes por malaria afectan a niños menores de cinco años, de los cuales más del 80% viven en el África subsahariana. En esta región solo el 19% de los niños afectados por el paludismo pueden recibir un tratamiento adecuado y cada 2 minutos muere un niño a causa de esta enfermedad. Nigeria es el país con la mayor carga, con el 27% de los casos en todo el mundo. Esta enfermedad, además de su fuerte impacto en la salud, también tiene un gran impacto en el desarrollo económico. Desde el año 2000, el paludismo ha costado al África subsahariana 300 millones de dólares al año solo para la gestión de casos y se estima que cuesta hasta el 1,3% del PIB continental.

En 1972, el farmacéutico chino Tu Youyou logró aislar la artemisina, el ingrediente activo de la artemisia natural. La artemisina ha demostrado ser particularmente eficaz en la lucha contra la malaria porque elimina el plasmodina (gracias a este descubrimiento, el científico recibió el Premio Nobel de Medicina en 2015). Traída a África por médicos asiáticos, la artemisina ha ayudado a reducir los efectos de la malaria.

Los jesuitas decidieron cultivar la planta de artemisa y luego extraer la preciosa artemisa. Durante años, los religiosos han tenido un arboreto en Oyo, Chad. En este jardín botánico, además de preservar especies nativas raras, se proponen cultivar y difundir plantas medicinales. "El cultivo de la artemisa -explica Franco Martellozzo, jesuita que ha sido misionero en el Chad durante más de cincuenta años- no es fácil. Las semillas son tan frágiles que deben ser irrigadas por la penetración capilar en contenedores particulares. Luego se trasplantan las primeras plantas en lugares protegidos y, solo dos meses después, se colocan en campo abierto". Para la realización de este jardín botánico se ha construido un sistema de riego que funciona gracias a un sistema eléctrico solar. "De la artemisa - observa el padre Martellozzo que colabora con su hermano francés Serge Semur - se obtendrá entonces la artemisina. Con la esperanza de poner fin a la malaria, una enfermedad con la que la población se ha visto obligada a vivir durante siglos.
(EC) (Agencia Fides 6/2/2019)
2019).


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