VATICANO - Bernabé, Silas y Apolo, colaboradores del apóstol Pablo, "brilla en el firmamento del de los testigos del Evangelio, modelos luminosos de desinterés y generosidad": la catequesis del Papa a la audiencia general

jueves, 1 febrero 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - San Pablo “fue hombre abierto a la colaboración" y en la Iglesia "no quiere hacerlo todo solo” sino que cuenta con numerosos colegas: a algunos de estos, "que han desarrollado un papel particularmente significativo en la evangelización de los orígenes: Bernabé, Silvas y Apolo", ha dedicado el Santo Padre Benedicto XVI su catequesis durante la audiencia general del miércoles 31 de enero.
En el "gran ejército de colaboradores y colaboradora de san Pablo", Bernabé, sobrenombre de un judío levita oriundo de Chipre, fue uno de los primeros que abrazaron el cristianismo, después de la resurrección del Señor. "Se convirtió en garante de la conversión de Saulo ante la comunidad cristiana de Jerusalén - ha recordado el Santo Padre -, que todavía desconfiaba de su antiguo perseguidor. Enviado a Antioquía de Siria, fue a buscar a Pablo, en Tarso, donde se había retirado, y con él pasó todo un año, dedicándose a la evangelización de esa importante ciudad, en cuya Iglesia Bernabé era conocido como profeta y doctor”. Bernabé fue enviado en misión por la Iglesia antioquena junto a Pablo, que fue su colaborador, y llegó hasta las regiones de Chipre y Anatolia centro-meridional, en la actual Turquía, a las ciudades de Atalía, Perge, Antioquia de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe. Junto a Pablo participó luego en el llamadado Concilio de Jerusalén donde se decidió separar la práctica de la circuncisión de la identidad cristiana. Pablo y Bernabé se enfrentaron más tarde, al inicio del segundo viaje misionero, porque Bernabé quería ir a recoger como compañero a Juan Marcos, pero Pablo no quería, porque el joven se había separado de ellos durante el viaje precedente. "Por tanto, también entre los santos se dan contrastes, discordias, controversias - ha subrayado el Papa -. Y esto es para mi muy consolador, pues vemos que los santos no «han caído del cielo». Son hombres como nosotros, con problemas complicados. La santidad no consiste en no equivocarse o pecar nunca. La santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con la capacidad de reconciliación y de perdón. Y de este modo, Pablo, que había sido más bien duro y amargo con Marcos, al final se vuelve a encontrar con él”.
Otro compañero de Pablo fue Silas, es la forma griega de un nombre hebreo del que procede también la forma latinizada Silvano. "Era un judío de Jerusalén, uno de los primeros en hacerse cristiano, y en aquella Iglesia gozaba de gran estima, al ser considerado profeta". Fue encargado de llevar «a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia las decisiones tomadas por el Concilio de Jerusalén y de explicarlas. "Evidentemente - ha subrayado el Papa - pensaban que era capaz de realizar una especie de mediación entre Jerusalén y Antioquía, entre judeocristianos y cristianos de origen pagano, y de este modo servir a la unidad de la Iglesia en la diversidad de ritos y de orígenes". Paolo, una vez separado de Bernabé, toma consigo a Silas como nuevo compañero de viaje. "Con Pablo, llegó a Macedonia (a las ciudades de Filipos, Tesalónica y Berea), donde se detuvo, mientras que Pablo continuó hacia Atenas y después a Corinto. Silas le alcanzó en Corinto, donde colaboró en la predicación del Evangelio". El Santo Padre ha subrayado después como "Pablo no actúa como un “solista”, como un individuo aislado, sino junto con estos colaboradores en el “nosotros” de la Iglesia.… Y Silvano es mencionado también al final de la Primera Carta de Pedro, donde se lee: «Por medio de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente» (5,12). De este modo vemos también la comunión de los apóstoles. Silvano sirve a Pablo, sirve a Pedro, porque la Iglesia es una y el anuncio misionero es único.
El tercer compañero de Pablo, Apolo, era un ferviente judío de Alejandría de Egipto. En Éfeso, dónde fue a predicar, se encontró a la pareja de cristianos Priscila y Áquila. De Éfeso pasó a Corinto dónde "fue de gran provecho, con el auxilio de la gracia, a los que habían creído; pues refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que el Cristo era Jesús” (Hechos 18, 27-28). Algunos miembros de aquella Iglesia, fascinados por su modo de hablar, se oponían a los demás, hasta el punto que "Pablo en la Primera Carta a los Corintios expresa su aprecio por la obra de Apolo, pero reprocha a los corintios el que laceren el Cuerpo de Cristo, separándose en facciones contrapuestas”.
" Estos tres hombres brillan en el firmamento de los testigos del Evangelio" ha concluido el Santo Padre, recordando a los colaboradores del apóstol Pablo. " En esta misión evangelizadora original encontraron el sentido de su vida y de este modo se nos presentan como modelos luminosos de desinterés y generosidad. Pensemos por último, una vez más, en esa frase de san Pablo: tanto Apolo como yo somos ministros de Jesús, cada uno a su manera, pues es Dios quien da el crecimiento. Esto es válido también hoy para todos, ya sea para el Papa, como para los cardenales, los obispos, los sacerdotes y los laicos. Todos somos humildes ministros de Jesús. Servimos al Evangelio en la medida en que podemos, según nuestros dones, y pedimos a Dios que Él haga crecer hoy su Evangelio, su Iglesia" (S.L) (Agencia Fides 1/2/2007 - Líneas: 62 Palabras: 931)


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