ASIA/AFGANISTÁN - Mantener abierta la puerta de la esperanza, especialmente para las mujeres

lunes, 8 noviembre 2021 derechos humanos   mujeres  

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Roma (Agencia Fides) - "Ese hilo de esperanza que se había mostrado a principios de los años 2000 en Afganistán ha comenzado a desaparecer con el restringirse del espacio humanitario y el avance de la guerra”. Así lo recuerda a la Agencia Fides Alessandra Morelli, durante mucho tiempo representante adjunto del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Kabul, en el ámbito del "Festival de la Migración" que acaba de concluir este sábado en Emilia Romagna, promovido, entre otros, por la Fundación Migrantes de la Conferencia Episcopal Italiana.
Morelli recuerda la primera vez que llegó a Afganistán: “Fue a principios del 2003 y yo formaba parte del equipo del actual Comisario Filippo Grandi, que estaba encargado de trasladar las operaciones del ACNUR de Pakistán a Afganistán, por una razón de proximidad. Me asignaron a Khost, Gardez y Ghazni, que eran también el corazón de la misión militar Enduring Freedom. Volví en 2010 como representante adjunto. ¿Qué me he llevado conmigo de todo ello? Al principio, experimenté la esperanza, esa pequeña puerta que se abrió. Sí, la esperanza, porque el termómetro de la esperanza en un país se percibe a través de las decisiones que toma la población: por ejemplo, la decisión de volver a casa. La población regresaba: un millón de personas en menos de un año, porque veían la posibilidad de volver a su tierra, de construir o reconstruir una casa, de volver a reunir a sus familias y de enviar a sus hijos a la escuela”.
Tras esa misión inicial, Morelli volvió a Afganistán en 2010. ¿Qué había cambiado? “En 2010 estábamos en la fase más aguda de la guerra, cuando el problema de seguridad ya había restringido todo el espacio humanitario. Para nosotros, para las Naciones Unidas en general, o para las organizaciones no gubernamentales, tener el problema del acceso al espacio humanitario significa alejarse cada vez más de ese elemento de proximidad y cercanía a la población local. Se pasó de la llama de la esperanza en 2003 al cierre total y a la obligación de circular sólo con escolta”.
Morelli continúa explicando que la experiencia que ha adquirido de esta vivencia es “la de haber trabajado en espacios inhumanos, intentando hacerlos humanos. Es un bagaje que ahora quiero poner al servicio de mi país y de mis territorios. Por eso acepto con gusto las invitaciones para hablar de la inhumanidad de la guerra, de su inutilidad, de lo que se llama ‘la banalidad del mal’ y de cómo un conflicto puede llevar a los trabajadores humanitarios a vivir escoltados. Lo hago con asociaciones, instituciones y organizaciones como Cáritas, en iniciativas culturales o en universidades”.
La educación es una de las principales preocupaciones en Afganistán en la actualidad: “Lo es especialmente para la población femenina. Por eso - concluye Morelli -, también formo parte de Women for Afghanistan, una plataforma que reúne a activistas afganas de todo el mundo que han decidido mantener vivo el diálogo con las mujeres que permanecen en el país”. El objetivo es luchar por el reconocimiento. Las mujeres afganas piden que no se las olvide y no quieren renunciar a los derechos que se han ganado: dignidad, acceso a la educación y profesionalidad”.
(MG-PA) (Agencia Fides 8/11/2021)


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