VATICANO - Las oraciones del cristiano en todas las lenguas: italiano - Las raíces cristianas de los Pueblos de Europa (II)

jueves, 9 noviembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Desde el I siglo, la religión cristiana se difundió rápidamente por Roma, en el Imperio Romano, que sirvió de vehículo, y así en toda Europa, gracias a su originalidad, su universalidad, por el testimonio de fervor, de amor fraterno y de caridad hacia todos que demostraban los cristianos. Las autoridades civiles y el pueblo mismo, en un primer momento indiferentes, se mostraron muy pronto hostiles a la nueva religión, porque los cristianos rechazaban el culto al emperador y la adoración a las divinidades paganas. Por esta razón los cristianos fueron acusados de falta de lealtad a la patria, de agnosticismo, de odio hacia el género humano, de delitos ocultos como el incesto, el infanticidio y el canibalismo ritual. Los acusaron de ser la causa de las calamidades naturales como la peste, las inundaciones, las carestías…
Muy pronto la religión cristiana fue declarada extraña e ilícita, perniciosa (Tácito), malvada y desenfrenada (Plinio), nueva y maléfica (Suetonio), o detestable (Tácito). Por eso fue excluida de la legalidad y perseguida, porque fue considerada el enemigo más peligroso del poder de Roma, que se basaba en la antigua religión nacional y en el culto del emperador, instrumento y símbolo de la fuerza y de la unidad del imperio. Los tres primero siglos constituyeron la era de los mártires y sus seguidores eran crucificados o dados en pasto a los leones en el Coliseo.
Ocurrió entonces un hecho idéntico al de la conversión de Clodoveo en el 496, en Galia. La víspera de la última batalla contra su rival Massenzio por el trono de Roma, en Puente Milvio en el 312, Constantino tuvo un "signo" descrita por Eusebio de Cesárea en su "Historia Eclesiástica": "Constantino, resuelto a adorar el Dios de su padre Constancio, suplicó la protección de este Dios contra Massenzio. Mientras rezaba, tuvo una visión maravillosa, que pueda parecer quizás increíble si la hubiese contado otra persona distinta; pero puesto que fue precisamente el victorioso emperador quien la contó, a nosotros, que escribimos esta historia mucho tiempo después, cuándo fuimos conocidos por este Príncipe, y que hemos tenido parte en sus buenas gracias, confirmando lo que dijo bajo juramento, ¿quién puede dudar de ello? Aseguró haber visto por la tarde, mientras se ponía el sol, una cruz luminosa debajo del sol, con esta inscripción: "In hoc Signo vinces”; dicho espectáculo dejo profundamente sorprendido tanto a él como a todos los soldados que le seguían y que fueron testigos del milagro; y mientras su espíritu estaba todavía en esta visión y trataba de penetrar en su sentido, se echó encima la noche, y se le apareció Jesucristo en sueños, con la misma señal que había visto en el aire durante el día, y le mandó hacer una estandarte de esa forma y llevarlo al combate para protegerse del peligro. Constantino, levantándose al salir el sol, contó a sus amigos el sueño que había tenido; y habiendo hecho venir a los orfebres y entalladores, se sentó entre ellos, les explicó la figura del sueño, y les mandó hacer una parecida en oro y gemas: y nosotros recordamos haberla visto de vez en cuando."
Constantino se convirtió entonces. Las persecuciones terminaron en el 313 con el edicto de Milán. El cristianismo se convirtió en la religión de Estado del Imperio Romano, cuando, después de su conversión, Constantino llega a ser emperador de Roma.
Frente a las persecuciones, algunos escritores cristianos dirigieron a los emperadores las "Apologías", para pedir no ser condenados injustamente, sin ser conocidos y sin pruebas. El principio de la ley senatorial ("Non lícet vos esse", No les está permitido a ustedes existir), era juzgado por los apologistas injusto e ilegal, porque los cristianos eran honestos ciudadanos, respetuosos de las leyes, fieles al emperador, industriosos y ejemplares en la vida privada y pública. Son como hombres los demás, habitan en la tierra, pero son ciudadanos del cielo; honran al emperador y piden por él; su vida demuestra la grandeza y bondad de su religión; observan las leyes divinas, son buenos y caritativos, y no son ni inútiles ni improductivos. Hemos traído aquí algunos significativos pasajes de la "Carta a Diogneto", de los "Libros a Autolico" de Teofilo de Antioquía, de "La apología" de Arístides, de "Lo apologético" de Tertulliano.
"Sanguis Martyrum, semen est Christianorum": así, la Sangre de los Mártires regó todo el imperio Romano, haciendo este cristiano; las futuras naciones europeas profundizaron estas raíces y acogieron la Buena Nueva de Jesucristo, convirtiéndose a su vez en Países cristianos de dónde partirán los misioneros para llevar esta Buena Nueva a todo el entero. (J.M) (Agencia Fides 9/11/2006, Líneas: 53 Palabras: 785)


Compartir: