VATICANO - El Papa Benedicto XVI celebra la Solemnidad de Todos los Santos: "Ser santo significa vivir cerca de Dios, vivir en su familia. Esta es la vocación de todos nosotros, reafirmada con vigor por el concilio Vaticano II, y que hoy se vuelve a proponer de modo solemne a nuestra atención”

viernes, 3 noviembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “La liturgia nos invita a compartir el gozo celestial de los santos, a gustar su alegría. Los santos no son una exigua casta de elegidos, sino una muchedumbre innumerable, hacia la que la liturgia nos exhorta hoy a elevar nuestra mirada. En esa muchedumbre no sólo están los santos reconocidos de forma oficial, sino también los bautizados de todas las épocas y naciones, que se han esforzado por cumplir con amor y fidelidad la voluntad divina. De gran parte de ellos no conocemos ni el rostro ni el nombre, pero con los ojos de la fe los vemos resplandecer, como astros llenos de gloria, en el firmamento de Dios”. Con esta exhortación al "gozo celeste" el Santo Padre Benedicto XVI ha iniciado su homilía durante la Santa Misa celebrada en la Basílica Vaticana el día en que la Iglesia celebra la solemnidad de Todos los Santos, el miércoles 1° de noviembre.
En la primera Lectura proclamada durante la Misa, el Apocalipsis describe los Santos como "una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua" (Ap 7, 9). Este pueblo comprende los santos del Antiguo Testamento, desde el justo Abel y el fiel patriarca Abraham, los del Nuevo Testamento, los numerosos mártires del inicio del cristianismo y los beatos y santos de los siglos sucesivos, hasta los testigos de Cristo de nuestro tiempo. A todos los une la voluntad de encarnar en su vida el Evangelio, bajo el impulso del eterno animador del pueblo de Dios, que es el Espíritu Santo".
La celebración de los Santos, mirar su ejemplo luminoso, debe " suscitar en nosotros el gran deseo de ser como los santos, felices por vivir cerca de Dios, en su luz, en la gran familia de los amigos de Dios. Ser santo significa vivir cerca de Dios, vivir en su familia. Esta es la vocación de todos nosotros, reafirmada con vigor por el concilio Vaticano II, y que hoy se vuelve a proponer de modo solemne a nuestra atención”
Para ser santos no es preciso realizar acciones y obras extraordinarias, ni poseer carismas excepcionales, "es necesario, ante todo, escuchar a Jesús y seguirlo sin desalentarse ante las dificultades". El Papa ha evidenciado en efecto como "toda forma de santidad, aun siguiendo sendas diferentes, pasa siempre por el camino de la cruz, el camino de la renuncia a sí mismo. Las biografías de los santos presentan hombres y mujeres que, dóciles a los designios divinos, han afrontado a veces pruebas y sufrimientos indescriptibles, persecuciones y martirio… El ejemplo de los santos es para nosotros un estímulo a seguir el mismo camino, a experimentar la alegría de quien se fía de Dios, porque la única verdadera causa de tristeza e infelicidad para el hombre es vivir lejos de él”.
La santidad, aún exigiendo un esfuerzo constante por nuestra parte, "es posible a todos, porque, más que obra del hombre, es ante todo don de Dios". En la segunda Lectura de la Misa, el apóstol Juan observa: "Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!". "Es Dios quien nos ha amado primero y en Jesús nos ha hecho sus hijos adoptivos - ha explicado el Papa Benedicto XVI -. En nuestra vida todo es don de su amor. ¿Cómo quedar indiferentes ante un misterio tan grande? ¿Cómo no responder al amor del Padre celestial con una vida de hijos agradecidos?… más imitamos a Jesús y permanecemos unidos a él, tanto más entramos en el misterio de la santidad divina". El Evangelio de esta fiesta nos trae el anuncio de las Bienaventuranzas. "En realidad, el bienaventurado por excelencia es sólo él, Jesús..... Las Bienaventuranzas nos muestran la fisonomía espiritual de Jesús y así manifiestan su misterio, el misterio de muerte y resurrección, de pasión y de alegría de la resurrección. Este misterio, que es misterio de la verdadera bienaventuranza, nos invita al seguimiento de Jesús y así al camino que lleva a ella. En la medida en que acogemos su propuesta y lo seguimos, cada uno con sus circunstancias, también nosotros podemos participar de su bienaventuranza”.
El Papa ha concluido la homilía invitando a invocar a los Santos "para que nos ayuden a imitarlos y esforcémonos por responder con generosidad, como hicieron ellos, a la llamada divina. Invoquemos en especial a María, Madre del Señor y espejo de toda santidad”. (S.L) (Agencia Fides 3/11/2006 - Líneas: Palabras:


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