VATICANO - El Card. Iván Dias preside la Concelebración Eucarística "De Spiritu Sancto" para la inauguración del Año Académico de la Pontificia Universidad Urbaniana: "no basta con estudiar los libros o en las aulas de la escuela, sino que es necesario vivir en la escuela del único maestro, el Señor Jesucristo"

viernes, 13 octubre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Estoy muy contento de celebrar con vosotros por primera vez como Gran Canciller de la Universidad Urbaniana, esta solemne liturgia eucarística, para invocar el Espíritu Santo al inicio del nuevo año académico. Siento vibrar en vuestra presencia, la Iglesia universal que con sus diferentes lenguas, dirige una alabanza y acción de gracias al Padre por medio de Jesucristo. Siento la alegría de formar parte de la familia urbaniana, dentro de la gran familia de Propaganda Fide, que abre sus brazos al mundo entero para que el anuncio de Cristo muerto y resucitado llegue hasta los últimos confines de la tierra." Con estas palabras, ha iniciado el Card. Iván Dias, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y Gran Canciller de la Pontificia Universidad Urbaniana, la homilía durante el Santa Misa "De Spiritu Sancto" celebrada en la Capilla del Pontificio Colegio Urbano con ocasión de la inauguración del año Académico 2006-2007 de la Pontificia Universidad Urbaniana. La solemne Concelebración Eucarística tuvo lugar en la mañana de jueves 12 de octubre.
Comentando el pasaje del Evangelio de Juan (13, 1-17), proclamado en la Misa, el Cardenal dijo que este pasaje “nos indica con gran claridad el corazón del misterio del amor de Jesucristo y de toda la vida cristiana. Él, el Hijo de Dios, "sabiendo que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo". Un amor extraño, sorprendente aquel del Señor, un amor hasta al final, es decir extremo."
Jesús quiere indicarnos que la única victoria sobre el mal y sobre la muerte es el amor. "También en esta hora Jesús no vivió para sí, no huyó ante el mal, no aceptó la legítima defensa de sus compañeros, no se defendió…El de Jesús parece un amor sin fuerza, impotente. Sí, vivir ese amor no es fácil, no es inmediato, no es un sentimiento". El Card. Dias recordó después la Encíclica ‘Deus caritas est’, que explica "la elección de un hombre, hijo de Dios, que no quiso salvarse a sí mismo y dio la vida viviendo para los otros. Éste fue el sentido de su vida y su muerte, semilla de resurrección."
También hoy, “cuando nos cuesta ver el mal y el dolor, Jesús doliente, pobre, se inclina sobre nosotros para purificarnos de la arrogancia del amor hacia nosotros mismos.... Hoy en Jesús pobre vemos a tantos pobres del mundo, despreciados, tantos míseros, condenados.... Cuántas veces hemos sido avaros con ellos, nos hemos asustado y hemos huidos ante su dolor, no nos hemos humillado para levantarlos de su sufrimiento y ayudarles en su necesidad, para consolarlos en el dolor, o hemos pensado que éramos nosotros los pobres.. El Señor nos enseña a pararnos, a inclinarnos... En efecto es Jesús el pobre que nos hace ricos. Es a Él a quien debemos cuidar, seguir y escuchar. Pero la paradoja es precisamente esta: es Él quien cuida de nosotros, nos purifica y nos cura y nos enseña a servir. El servicio es una gran libertad para amar”.
El Cardenal ha invitado después a reflexionar sobre como vivir este amor: "Quizás a veces también quién está llamado como nosotros a seguir Jesús de modo particular, tiene el peligro de no escuchar a Dios que habla, porque se eleva, se cree maestro, y deja de ser discípulo. Sólo en la obediencia y en la escucha de la voz de Dios, de donde nace la fe, empieza uno a entender. No tenemos otra bienaventuranza, otra felicidad que esta… Llevemos a la práctica este Evangelio del amor, de la benevolencia, de la compasión, para continuar nuestra lucha contra las potencias del mal haciendo el bien, de modo que pueda surgir de nuestra vida, aquí a la universidad y en cualquier lugar donde nos encontremos, energías de amor y de bien hacia nosotros y hacia el mundo entero."
Concluyendo su homilía, el Cardenal ha invitado a no seguir “la gloria efímera de este mundo", y a indicar a todos el secreto de la vida cristiana, "no basta con estudiar en los libros o en las aulas de escuela, sino que es necesario vivir en la escuela del único maestro, el Señor Jesucristo". (S.L) (Agencia Fides 13/10/2006; Líneas: 50 palabras: 760)


Compartir: