VATICANO - La contribución de la Iglesia para contrastar el fenómeno de la corrupción: una Nota del Consejo Pontificio Justicia y Paz

jueves, 5 octubre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Consejo Pontificio Justicia y Paz ha promovió el pasado mes de junio una Conferencia internacional con la participación de funcionarios internacionales, estudiosos, diplomáticos y expertos de numerosos Países para conocer mejor la naturaleza del fenómeno de la corrupción, buscar los métodos más eficaces para contrastarlo y localizar la contribución que la Iglesia puede dar al respeto. Dicho fenómeno está presente tanto en los Países ricos y en los pobres, sin límites políticos y geográficos, dilatado por el proceso de globalización, y trae graves daños materiales a los Estados y pueblos, pero tiene efectos aun más deletéreos sobre la dimensión cualitativa y humana de la vida social.
Respondiendo a dicha Conferencia, el Dicasterio Vaticano ha publicado a uno "Nota” titulada: "La lucha contra la corrupción", publicada por la Librería Editorial Vaticana. Según un comunicado del mismo Dicasterio, en el documento se pone de relieve que la corrupción atraviesa todos los sectores sociales y no puede atribuirse solo a los operadores económicos o a los funcionarios públicos sino que está favorecida, entre otras cosas, por la disparidad de nivel en las formas de combatirla, a menudo limitada al interior del Estado, mientras su radio de acción es normalmente internacional.
Según el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, la corrupción es un hecho muy grave de deformación del sistema político, porque trastoca en su raíz el papel de las instituciones representativas que se utilizan como terreno de trueque político entre las peticiones de los interesados y las concesiones de los gobernantes. De ese modo, las decisiones políticas favorecen los objetivos limitados de cuantos poseen los medios para influenciarlas e impiden el bien común de todos los ciudadanos. La corrupción es una de las causas que contribuyen al subdesarrollo y a la pobreza, privando a los pueblos del bien común fundamental que es la legalidad.
Según la Nota del Consejo Pontificio, para la superación de la corrupción es positivo el paso de sociedades autoritarias a sociedades democráticas, de sociedades cerradas a sociedades abiertas, de sociedades verticales a sociedades horizontales, de sociedad centralizadas a sociedades participadas. La apertura sin embargo puede socavar la solidez de las convicciones morales, la pluralidad impedir sólidas uniones sociales y minar el consentimiento ético de los ciudadanos, la pérdida de confines interiores y exteriores puede facilitar la exportación de la corrupción. Para evitar estos peligros la Doctrina Social de la Iglesia apuesta al concepto de la ecología humana, tan amado por Juan Pablo II, consistente en el respeto de las fundamentales estructuras naturales y morales, de que ha sido dotado el hombre por el Creador. "Si la familia - se afirma al respecto en la Nota - no está en grado de desarrollar su tarea educativa, si las leyes contrarias al auténtico bien del hombre como las que van contra la vida de deseducan a los ciudadanos acerca del bien, si la justicia procede con excesiva lentitud, si la moralidad de base es debilitada por la trasgresión tolerada, si las condiciones de vida son degradadas, si la escuela no acoge y no emancipa, no es posible garantizar esa ecología humana, cuya falta aumenta después el fenómeno de la corrupción."
La Iglesia, presente en todos los pliegues de la sociedad hoy, puede jugar un papel cada vez más relevante en la prevención de la corrupción, contribuyendo eficazmente a la educación y formación moral de los ciudadanos, especialmente con los principios orientadores fundamentales de su doctrina social: dignidad de la persona humana, bien común, solidaridad, subsidiariedad, opción preferencial por los pobres, destino universal de los bienes.
La Nota del Consejo Pontificio Justicia y Paz recuerda que la lucha contra la corrupción es un valor, pero también una necesidad; la corrupción es un mal, pero también supone un coste; el rechazo de la corrupción es un bien, pero también una ventaja; el abandono de las prácticas corruptas puede generar desarrollo y bienestar; los comportamientos honestos deben ser incentivados y los deshonestos penalizados. Además, desde el punto de vista internacional, dado que el crimen organizado no tiene fronteras, hay que aumentar la colaboración entre los gobiernos, también con acuerdos sobre procedimientos para confiscar y recuperar lo que se ha percibido ilegalmente. (S.L) (Agencia Fides 5/10/2006 - Líneas: 52 Palabras: 717)


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