VATICANO - El Papa Benedicto XVI en la iglesia parroquial de Rhemes Saint-Georges en el Valle de Aosta: “Dios no opone a la violencia una violencia más fuerte. A la violencia opone justamente lo contrario: el amor hasta el extremo, su Cruz. Éste es el humilde modo de vencer de Dios: con su amor - y sólo así es posible - pone un límite a la violencia”

martes, 25 julio 2006

Les Combes (Agencia Fides) - En la tarde del domingo 23 de julio, Jornada de oración y penitencia por la paz en Medio Oriente, el Santo Padre se acercó a la iglesia parroquial de Rhemes Saint-Georges en el Valle de Aosta, donde está trascurriendo un periodo de reposo, para un momento de oración. Comentando la lectura bíblica tomada del Apóstol Pablo (cfr. Ef 2, 13-18), el Papa recordó cómo a través de su muerte Cristo superó la enemistad y nos unió a todos en su paz. Pero hoy, golpeados por el contraste de con la realidad que vemos, desde el momento en que “todavía hay guerra entre cristianos, musulmanes y judíos; y hay otros que fomentan la guerra y todo está lleno de enemistad, de violencia” estamos tentados de decirle al Señor: “¿Dónde está la eficacia de tu sacrificio? ¿Dónde está en la historia esta paz de la cual nos habla tu Apóstol?”. “No podemos nosotros hombres resolver el misterio de la historia - prosiguió el Santo Padre -, el misterio de la libertad humana de decir “no” a la paz de Dios. No podemos resolver todo el misterio de la relación Dios-hombre, de su modo de actuar y de nuestro modo de responder. Debemos aceptar el misterio”.
Entre los elementos de respuesta que el Señor ofrece a nuestra pregunta, el Papa citó “la gran realidad de la comunión de la Iglesia universal, de todos los pueblos, la red de la Comunión eucarística, que trasciende las fronteras de culturas, civilizaciones, pueblos, tiempos”. En el Cuerpo de Cristo encontramos las islas de paz del mundo: “los grandes santos de la caridad han creado ‘oasis’ de esta paz de Dios en el mundo, que tienen siempre de nuevo acceso a su luz, y han sido capaces de reconciliar y crear la paz. Están los mártires que han sufrido con Cristo, han dado testimonio de la paz, del amor que pone un límite a la violencia… El Señor ha vencido en la Cruz. No ha vencido con un nuevo imperio, con una fuerza más potente que las otras y capaces de destruirle… Éste es el nuevo modo de vencer de Dios: a la violencia no opone una violencia más fuerte. A la violencia opone justamente lo contrario: el amor hasta el extremo, su Cruz. Éste es el humilde modo de vencer de Dios: con su amor - y sólo así es posible - poner un límite a la violencia. Éste es un modo de vencer que nos parece muy, pero es el verdadero modo de vencer el mal, de vencer la violencia y debemos fiarnos de este divino modo de vencer”.
A continuación, el Santo Padre prosiguió diciendo: “Hoy en un mundo multicultural y multirreligioso, muchos están tentados de decir: “Lo mejor para la paz en el mundo entre las religiones, las culturas… es no hablar demasiado de lo específico del Cristianismo, esto es, de Jesús, la Iglesia, los Sacramentos. Contentémonos con las cosas que pueden ser más o menos comunes…”. Pero no es verdad. Justamente en este momento necesitamos del Rostro de Cristo, para conocer el verdadero Rostro de Dios y poder llevar así la reconciliación y la luz a este mundo”.
Finalmente el Santo Padre concluyó su discurso recordando que lo que podemos hacer es dar testimonio del amor y de la fe, “sobre todo elevar un grito a Dios: ¡podemos rezar! Estamos seguros de que nuestro Padre escucha el grito de sus hijos”. (SL) (Agencia Fides 25/7/2006 Líneas: 42 Palabras: 649)


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