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Colombo (Agencia Fides) - Los temores expresados en las semanas pasadas se están transformando en realidad: muchas organizaciones no gubernamentales internacionales están cerrando los proyectos de reconstrucción del post-tsunami, abandonando Sri Lanka. La difícil situación de violencia actualmente en curso no garantiza la seguridad de los operadores. Como han denunciado la Iglesia local, la Caritas Internationalis (que definió la guerra “un segundo tsunami”) y por numerosas organizaciones no gubernamentales, la escalada de violencia incide pesadamente sobre los trabajos de reconstrucción.
Numerosos operadores se han visto obligados a abandonar el área noreste del país, centro de los combates. Algunos proyectos de la zona siguen adelante gracias a la red de colaboradores locales, pero otros muchos se resentirán de la ausencia de los coordinadores y operadores humanitarios extranjeros.
La población mientras tanto “se siente casi espectadora de una tragedia que ninguno quiere y a la cual, sin embargo, ninguno se puede oponer”, señalan algunos operadores del Voluntariado Internacional para el Desarrollo (Vis), mientras que los observadores hablan ya de “conflicto civil de baja intensidad”.
Sobre todo en el noreste de la isla numerosas familias han abandonado sus propias casas y hay una gran incertidumbre ante el futuro. En el resto del país - aunque el riesgo de una nueva oleada de hostilidades se percibe de una manera menor - muchas áreas están fuertemente militarizadas. “Aquel sentimiento de pertenencia común al pueblo de Sri Lanka, aflorado tras el tsunami, parece haber desaparecido. Es más, el maremoto parece ya olvidado, así como las esperanzas de concordia. El nuevo presidente no encuentra el camino del diálogo, las presiones de la comunidad internacional no han dado grandes resultados”, señala el Vis, que hace apenas un mes entregó en Kallampathai, a 40 Km. de Trincomalee, 86 nuevas casas a los afectados por el tsunami.
Mientras tanto, en el último fin de semana las víctimas del conflicto han sido al menos 19 y el “alto al fuego del 2002 es ya letra muerta”, como afirman fuentes de la Iglesia local, haciendo notar que en el último mes la computo de las víctimas toca la cuota 200”. (PA) (Agencia Fides 15/5/2006 Líneas: 30 Palabras: 365)
