VATICANO - El Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en el Congreso promovido por el Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia: “Sólo la roca del amor total e irrevocable entre hombre y mujer es capaz de fundar la construcción de una sociedad que sea un hogar para todos los hombres”

viernes, 12 mayo 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “La comunión de vida y amor que el matrimonio es se configura como un autentico bien para la sociedad. Evitar la confusión con otros tipos de uniones basadas en un amor débil se presenta hoy como una especial urgencia. Sólo la roca del amor total e irrevocable entre hombre y mujer es capaz de fundar la construcción de una sociedad que sea un hogar para todos los hombres”. Así hablaba el Santo Padre Benedicto XVI recibiendo en audiencia el 11 de mayo, a los participantes en el Congreso Internacional promovido por el Pontificio Instituto Juan Pablo II para los Estudios sobre Matrimonio y Familia de la Pontificia Universidad Lateranense, con el tema: “La herencia de Juan Pablo II sobre el matrimonio y la familia: amar el amor humano”.
En su discurso el Papa señaló cómo el Instituto fue firmemente querido por el Papa Juan Pablo II: “Justamente, vosotros sentís vuestra esta herencia con un título muy especial, porque sois los destinatarios y continuadores de la visión que constituyó uno de los centros de su misión y sus reflexiones: el plan de Dios sobre el matrimonio y la familia. Se trata de un legado, que no es simplemente un conjunto de doctrinas o de ideas, sino sobre todo una enseñanza dotada de una luminosa unidad sobre el sentido del amor humano y de la vida”. Después el Santo Padre Benedicto XVI recordó que la idea “enseñar a amar” acompañó desde muy joven al, primero sacerdote y, sucesivamente, joven Obispo Wojtyla, sobre todo tras la publicación de la Encíclica “Humanae vitae”, que dio vida a grandes debates y a sucesivas profundizaciones sobre este tema. El Santo Padre Benedicto XVI citó dos elementos fundamentales que, a través de sus años de vida, el Instituto ha tratado de profundizar: “El primer elemento es que el matrimonio y la familia están radicados en el núcleo más íntimo de la verdad sobre el hombre y su destino. La Sagrada Escritura revela que la vocación al amor forma parte de aquella auténtica imagen de Dios que el Creador ha querido imprimir en su criatura, llamándola a asemejarse justamente en la medida en que esté abierta al amor. La diferencia sexual que comprobamos entre el cuerpo del hombre y el de la mujer no es por tanto un simple dato biológico, sino que reviste un significado mucho más profundo: expresa aquella forma de amor con el que el hombre y la mujer, haciéndose una sola carne, pueden realizar una auténtica comunión de personas abierta a la transmisión de la vida y cooperan así con Dios a la generación de nuevos seres humanos. Un segundo elemento caracteriza la novedad de la enseñanza de Juan Pablo II sobre el amor humano: su modo original de leer el plan de Dios en la confluencia de la revelación con la experiencia humana. En Cristo, en efecto, plenitud de la revelación del amor del Padre, se manifiesta también la verdad plena de la vocación al amor del hombre, que puede encontrarse cumplidamente sólo en el don sincero de sí”.
En la parte conclusiva de su discurso, el Papa Benedicto XVI indicó la tarea que espera al Instituto en el conjunto de las estructuras académicas: “Iluminar la verdad del amor como camino de plenitud en cualquier forma de existencia humana. El gran desafío de la nueva evangelización, que Juan Pablo II propuso con tanta fuerza, necesita ser sostenido con una reflexión profunda sobre el amor humano, en cuanto que es precisamente este amor una vía privilegiada que Dios ha elegido para revelarse al hombre y es en este amor que lo llama a una comunión en la vida trinitaria. (S.L.) (Agencia Fides 12/5/2006 Líneas: 47 Palabras: 681)


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