EUROPA/ITALIA - “Comunidad, Misión y Providencia”: 25 aniversario de la comunidad Misionera de Villaregia. Entrevista a los Fundadores

lunes, 24 abril 2006

Roma (Agencia Fides) - Del 24 al 26 de abril tendrán lugar en Roma las celebraciones por el 25 Aniversario de fundación de la Comunidad Misionera de Villaregia. Por este motivo la Agencia Fides ha dirigido algunas preguntas a los fundadores, P. Luigi Prandin y Maria Luigia Corona.
¿Qué motivos fueron los que llevaron a la fundación de esta Comunidad Misionera?
P. Luigi: En el comienzo de nuestra fundación está nuestro camino personal de atenta búsqueda y serio discernimiento de la voluntad de Dios, hecho a base de oración y de escucha. Proviniendo ambos de caminos diferentes, cuando nos encontramos nos dimos cuenta inmediatamente de que había entre nosotros una profunda unidad de pensamiento e intenciones, una comunión que, en los años sucesivos, se fue revelando como una común y específica llamada de Dios a fundar la Comunidad Misionera de Villaregia. En los años 80 se fue reuniendo en torno nuestro un grupo de jóvenes deseosos de donarse a Dios con radicalidad evangélica, junto con ellos nos comprometimos a vivir la Palabra de Dios en la vida cotidiana y a compartir la experiencia, poniendo en común nuestros bienes materiales y espirituales. Entre nosotros surgió un dinamismo de comunión que por sí mismo atraía a nuevas personas y se convertía en luz para quien era protagonista de esto. A través de nuestra comunión queríamos anunciar a los demás, en particular a los más pobres, el amor de la Trinidad. Era la experiencia de un grupo de hombres y de mujeres que aceptaban el desafío del Evangelio. El 7 de noviembre de 1980, aunque con el corazón lleno de temores, con Maria Luigia y yo nos ofrecimos al Señor para dar comienzo a una nueva realidad eclesial. Los primeros pasos se realizaron en tierra sarda, pero muy pronto un grupo partió para el Véneto, donde Mons. Sennen Corrà, en aquel momento Obispo de Chioggia, nos acogió en su diócesis, reconociendo la originalidad y autenticidad del carisma. Creemos que en la base de nuestra vida hay un don de Dios: un carisma de vocación y un carisma de fundación; una llamada para nosotros a fundar y, en nuestra pobre e inadecuada adhesión, una posibilidad de respuesta para otros.
¿Qué es lo que distingue esta Comunidad de tantos otros institutos y realidades misioneras ya presentes en Italia y en el mundo desde hace mucho tiempo?
Maria Luigia: Creemos que la novedad suscitada en nosotros por el Espíritu Santo es la de hacer misión siendo Comunidad y ser Comunidad para la misión ad gentes. En otras palabras, en nuestra vida, las dos realidades, Comunidad y misión, se convierten en una única realidad, un único compromiso específico: nuestro ser Comunidad es para la misión. En general, sintetizamos nuestro carisma refiriéndonos a tres dimensiones inseparables entre ellas: Comunidad, Misión y Providencia. Nuestro primer compromiso, viviendo en Comunidad, es tratar de hacer de nuestro amor recíproco un pequeño reflejo de las relaciones trinitarias. Como las primeras comunidades cristianas, Dios nos llama a ser un corazón solo y una alma sola, poniendo todo en común. Cada una de nuestras actividades se funda en la certeza de que en la comunión fraterna, Dios Trinidad está presente y hace de la comunidad “santuario de su Presencia”, signo visible y eficaz de su amor por cada uno de nosotros y por cada hombre con el que nos encontramos.
Esta vida comunitaria quiere ser testimonio y anuncio de la vida de Dios a la humanidad, a aquellos pueblos, por lo demás tan probados por la pobreza material y moral, que todavía no han recibido la Buena Noticia del Evangelio. Todas nuestras energías: fuerzas físicas, económicas, riquezas espirituales, intelectuales... tienen como último destino la misión universal, en adhesión al mandato de Jesús. La tercera dimensión es la elección radical, hecha desde el primer momento, de vivir y servir al Reino de Dios en confiado abandono a la Providencia.
¿Qué significa concretamente vivir de la Providencia en la vida de cada día?
P. Luigi: Desde los primeros días hemos apoyado todo en la certeza de que la Providencia es una Persona viva, renunciando a las seguridades humanas de las que gozábamos. Fiándonos de su Palabra: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt. 6,33), nos comprometimos a poner al servicio de Dios y de los hermanos todos nuestros bienes, nuestros dones, nuestras fuerzas físicas e intelectuales, confiando en que Dios se ocuparía de todas nuestras necesidades. Y ésta es la experiencia que podemos testimoniar con hechos concretos, pequeños y grandes: desde el kilo de azúcar llegado inesperadamente justo cuando se había terminado, a la donación inesperada de casas y otras estructuras necesarias para nuestro servicio a la evangelización. Un flujo de generosidad que nos llega a través de personas concretas y que, en estos veinticinco años, nunca se ha interrumpido.
Maria Luigia: Concretamente, vivir de la Providencia nos compromete a amar lo que el Señor da y permite. Reconocemos como providenciales no sólo las donaciones materiales, sino también cada acontecimiento, cada encuentro, cada persona que ha dejado en nuestro camino una señal de la ternura de Dios: nuestros Obispos y las diócesis que nos han acogido, los numerosos amigos, benefactores, simpatizantes, tantos jóvenes que se han unido a nuestro camino...
¿Cómo está organizada hoy la comunidad y en que campos de la misión está particularmente comprometida?
P. Luigi: En estos 25 años a nuestro compromiso se ha unido el de tantos hermanos provenientes de lugares diversos. Actualmente la Comunidad está compuesta por 500 miembros efectivos (Misioneros, Misioneras, Misioneros en el mundo y Matrimonios Misioneros) que se comprometen a vivir los consejos evangélicos con radicalidad, asumiendo los votos de pobreza, obediencia y castidad celibataria, o conyugal para los casados, y un cuarto voto de Comunidad para la misión ad Gentes que expresa lo específico del carisma. Pertenecen además a la Asociación 15.000 miembros agregados, personas que colaboran con sus fines, sin el vínculo de los votos. En Italia trabajamos en Villaregio di Porto Viro (RO), sede de la casa madre, en Quartu S. Elena (CA), en Nola (NA), en Pordenone, en Roma y en Lonato (BS).
Como misioneros vamos allí donde hay hombres y mujeres que todavía no han conocido a Cristo y en países en los que la Iglesia es todavía joven y necesitada de ayuda por parte de las Iglesias hermanas. Normalmente estos pueblos están marcados también por la pobreza material: falta de alimento, de casa, de instrucción, de trabajo... Reconocemos en ellos los predilectos de Jesús y nos integramos en las populosas y míseras periferias de las grandes ciudades de algunos países del sur del mundo. En misión trabajamos en las periferias de Belo Horizonte y San Paolo (Brasil), de Lima (Perú), de Ciudad de México, de Arecibo (Porto Rico) y de Abidjan (Costa de Marfil). Aquí, junto al anuncio explícito del Evangelio, trabajamos también por hacer que nazcan estructuras de promoción humana y de desarrollo integral del hombre, a través de proyectos de cooperación internacional. En estos años han nacido centros médicos, cocinas populares, centros de acogida para niños necesitados, centros culturales y de formación profesional, escuelas de alfabetización. Sea en Italia que en misión, consideramos fundamental además trabajar por ofrecer a las personas un camino de formación humana y cristiana, dando particular atención a los jóvenes, a las parejas jóvenes y con ellas a la familia, hoy gravemente en crisis.
El 25º Aniversario de fundación son una invitación a mirar el camino recorrido y también un “empujón” hacia el futuro. ¿Cuáles son vuestros sentimientos de cara al pasado y cuales las esperanzas de cara al futuro?
P. Luigi: Hace 25 años no conocíamos nada de lo que hoy vemos. El proyecto era de Dios y el camino que teníamos que recorrer era conocido sólo por Él. Le entregamos nuestro sí, dispuestos a dejarnos usar... Todo lo demás era desconocido, pero estábamos seguros de que Dios, presente entre nosotros, nos lo revelaría... Y así ha sido. Hoy queremos dar gracias a Dios por su Obra, por su acción en nuestra historia. Recordando el camino que hemos hecho a lo largo de estos años, queremos dar un gracias particular a la Iglesia que, como madre, ha dado progresivamente acogida y reconocimiento a los movimientos y a las comunidades. Estamos agradecidos también a los Obispos de las diócesis en las que trabajamos y a aquellos que han estado a nuestro lado en cada momento de nuestra historia.
Maria Luigia: Siguiendo las señales de la Providencia, es nuestro deseo fundar, en un futuro próximo, una segunda comunidad en África y otra en Italia. Nuestra atención pastoral en misión está dirigida a alcanzar y hacer vivir en la vida nueva del Evangelio las multitudes a nosotros confiadas, presa fácil de las sectas y de formas de superstición. Es nuestro deseo traducir siempre mejor la riqueza del carisma también en el plano pastoral orgánico y participativo. Tenemos en perspectiva otras iniciativas de solidariedad y estructuras de promoción humana para seguir estando “al servicio de todo hombre y de todos los hombres”. En la misión de San Paolo estamos levantando un centro cultural y de formación profesional para responder a las peticiones de numerosos jóvenes que corren el riesgo sino de verse envueltos en la espiral de la criminalidad y de la violencia. De la misma manera, tenemos proyectos para crear otras estructuras que respondan a la urgencia sanitaria de nuestra misión en Costa de Marfil. Sentimos el compromiso de buscar siempre caminos nuevos que respondan a las exigencias de los jóvenes, de los matrimonios, de los hombres de nuestro tiempo. Queremos ofrecer a los jóvenes una “escuela de comunidad y de misión”. (S.L.) (Agencia Fides 24/4/2006 Líneas: Palabras: )


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