VATICANO - El Papa Benedicto XVI recuerda que “el misterio del amor misericordioso de Dios” ha sido el centro del Pontificado de Juan Pablo II: “El culto de la misericordia divina no es una devoción secundaria, sino una dimensión integrante de la fe y de la oración del cristiano”

lunes, 24 abril 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Las apariciones de Jesús resucitado a los discípulos y el culto a la Divina Misericordia, que fue el centro del Pontificado de Juan Pablo II, han sido los temas ilustrados por el Santo Padre Benedicto XVI, antes de recitar la oración mariana del “Regina Caeli” con los numerosos fieles que abarrotaban Plaza San Pedro el domingo 23 de abril. “En el Evangelio de este domingo San Juan nos describe como Jesús resucitado se aparece a los discípulos, encerrados en el Cenáculo la tarde del “primer día después del sábado” (Jn. 20,19), y que se mostró a ellos nuevamente en el mismo lugar “ocho días después” (Jn 20, 26) - ha dicho el Santo Padre-. Desde el comienzo pues, la comunidad cristiana comenzó a vivir un ritmo semanal, marcado por el encuentro con el Señor resucitado”.
En ambas apariciones el Señor resucitado mostró a los discípulos las marcas de la crucifixión: “Aquellas sagradas llagas, en las manos, en los pies y en el costado, son manantial inagotable de fe, de esperanza y de amor a la que cada uno puede acudir, especialmente las almas más sedientas de la divina misericordia. Considerando esto, el Siervo de Dios, Juan Pablo, valorando la experiencia espiritual de una humilde religiosa, Santa Faustina Kowalska, ha querido que el Domingo siguiente a la Pascua, estuviera dedicado de manera especial a la Divina Misericordia; y la Providencia ha dispuesto que él muriera justamente la víspera de ese día. El misterio del amor misericordioso de Dios ha sido el centro del Pontificado de mi venerado Predecesor”. El Papa Benedicto XVI recordó en particular la Encíclica “Dives in Misericordia” y la dedicación del nuevo santuario en Cracovia. “Las palabras que él pronunció en esta última ocasión han sido como una síntesis de su magisterio, evidenciando que el culto de la misericordia divina no es una devoción secundaria, sino una dimensión integrante de la fe y de la oración del cristiano”.
El Santo Padre ha invocado finalmente la intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, para que todos los cristianos vivan “en plenitud el Domingo como ‘pascua de la semana’, gustando la belleza del encuentro con el Señor resucitado y acudiendo a la fuente de su amor misericordioso, para ser apóstoles de su paz”. Tras la oración mariana, Benedicto XVI ha dirigido su felicitación a los hermanos de las Iglesias Orientales, que en este domingo celebraban la Pascua: “El Señor resucitado os conceda a todos los dones de su luz y su paz”, y ha recordado de manera particular a las poblaciones de Serbia, Rumania y Bulgaria, afectadas por las inundaciones de los días pasados : “Estoy cerca de ellos con la oración y deseo vivamente que, gracias a la contribución de todos, puedan superar rápidamente estos difíciles momentos”. (S.L.) (Agencia Fides 24/4/2006 Líneas: Palabras: )


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