VATICANO - "Frente a las tensiones políticas o étnicas, Obispos, sacerdotes y personas consagradas deben ser para todos modelos de fraternidad y caridad, y contribuir a la edificación de una sociedad unida y reconciliada": exhortación del Papa Benedicto XVI a los Obispos de Costa de Marfil

martes, 4 abril 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La responsabilidad de los católicos en la construcción de una nación y un mundo en paz y reconciliado, ha sido uno de los argumentos principales tratados por el Santo Padre Benedicto XVI durante su discurso a los Obispos de Costa de Marfil, recibidos con motivo de su visita Ad Limina Apostolorum, la mañana del lunes 3 de abril. "La crisis que vive vuestro País ha sacado a la luz, por desgracia, las divisiones que constituyen una herida profunda en las relaciones entre los diversos miembros de la sociedad - ha dicho el Papa Benedicto XVI -. Las violencias que se han derivado de ello, han minado gravemente la confianza entre las personas y la estabilidad del País, dejando tras de si sufrimientos difíciles de sanar. El restablecimiento de una paz verdadera sólo será posible por medio el perdón generosamente concedido y la reconciliación efectivamente realizada entre las personas y los grupos implicados". Para alcanzar este objetivo es necesario proseguir con valentía el diálogo para examinar las causas que llevaron a esta situación, y encontrar soluciones aceptables para todos, en la justicia y en la verdad. "El camino de la paz es largo y difícil, pero es posible" ha exhortado el Santo Padre, recordando que los católicos tienen un papel importante en este proceso, "ya que la construcción de un mundo reconciliado no puede ser nunca algo extraño para ellos”.
A continuación, el Papa Benedicto XVI ha recordado la necesidad primaria de "devolver la confianza entre los discípulos de Cristo, a pesar de las divergencias de opiniones que pueden manifestarse entre ellos. De hecho, es sobre todo dentro de la Iglesia, donde se debe vivir un amor, en la unidad y en la reconciliación". Los cristianos deben dejarse transformar por la fuerza del Espíritu, "para ser verdaderos testigos del amor del Padre". "En vuestras Iglesias diocesanas, frente a las tensiones políticas o étnicas, los Obispos, sacerdotes y personas consagradas deben ser para todos modelos de fraternidad y caridad, y contribuir con sus palabras y actitudes a la edificación de una sociedad unida y reconciliada."
Otra de las "preocupaciones principales" indicadas por el Santo Padre, se refiere a la formación inicial y permanente de los sacerdotes, con un puesto fundamental para la vida espiritual: "El sacerdote tiene como misión ayudar a los fieles a descubrir el misterio de Dios y a abrirse a los demás A tal fin, está llamado a ser un auténtico buscador de Dios, estando al mismo, cerca de las preocupaciones de los hombres"… "Además, viviendo fielmente la castidad en el celibato, el sacerdote enseña que todo su ser es don de sí mismo a Dios y a sus hermanos". También los laicos necesitan una adecuada formación y una profundización de la fe, "para poder resistir el retorno de las prácticas antiguas y las solicitaciones de las sectas, y sobre todo, para dar testimonio de la esperanza cristiana en un mundo complejo que conoce nuevos y graves problemas". En particular, los catequistas deben recibir "una formación firme que los hagan capaces de desarrollar la misión que les ha sido confiada, viviendo al mismo tiempo su fe de modo coherente."
El Papa Benedicto XVI ha evidenciado después la necesidad de continuar la obra de la inculturación de la fe, tan importante para el anuncio del Evangelio a todas las culturas, que no "debe comprometer la especificidad y la integridad de la fe, sino que debe ayudar a los cristianos a comprender mejor y a vivir mejor el mensaje evangélico en la propia cultura, y a saber renunciar a las prácticas que están en contradicción con los compromisos bautismales". Otro tema importante concierne al sacramento del matrimonio, debido a la difusión de la poligamia y la convivencia: "Es pues necesario continuar sin cansarse, el esfuerzo que habéis realizado para hacer que sea mejor aceptado, sobre todo entre los jóvenes, el hecho de que el matrimonio es, para el cristiano, una vida de santidad."
Por último, el Santo Padre se ha complacido por el desarrollo de los movimientos eclesiales, "que contribuyen a ofrecer un impulso misionero renovado a las comunidades cristianas", y ha invitado a los miembros de estos grupos "a profundizar cada vez más en su conocimiento personal de Cristo" y a los Obispos a ejercer "un discernimiento iluminado y constante" de estas realidades eclesiales. (S.L) (Agencia Fides 4/4/2006, Líneas: 53 Palabras: 766)


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