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Roma (Agencia Fides) – «Después de las elecciones intermedias de 2025, podemos decir que todavía queda mucho por hacer para crear una auténtica conciencia política en la nación. Utilizamos la palabra “política” en el sentido más noble y elevado del término, como gestión y cuidado del bien común», declara a la Agencia Fides el padre Esteban Lo, sacerdote de Manila y Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en Filipinas, participante en la Asamblea General de las OMP que se está celebrando en Roma.
«Cuando se trata de elecciones políticas, fenómenos como la compra de votos, la corrupción, las dinastías políticas y el faccionalismo implican a todo el pueblo, que es mayoritariamente católico. Se puede deducir que, en estas coyunturas, la conciencia católica iluminada por la fe lucha por emerger», señala el Director.
«Hoy, el pueblo filipino ha demostrado una gran pietas, fe y devoción popular, pero aparece una dicotomía cuando se abordan temas como la política. Por eso necesitamos profundizar y apropiarnos de la visión presentada por la doctrina social de la Iglesia, que sabemos es un punto focal para el ministerio apostólico del Papa León XIII. Necesitamos encarnar la fe en la acción política», afirma el sacerdote.
Las elecciones del 12 de mayo, con una cifra récord de casi 69 millones de votantes, han puesto en juego más de 18.000 cargos públicos en todos los niveles de gobierno. De los 354 escaños de la Cámara Baja del Parlamento, la mayoría ha confirmado a la alianza formada por el partido Lakas y otras formaciones afines al actual presidente Ferdinand Marcos Jr. Los 12 escaños en juego en el Senado (la mitad de los 24 que componen la asamblea) han atraído gran atención política y mediática, y al menos cinco han sido asignados a candidatos cercanos a la familia Duterte.
De hecho, el sistema político filipino ha estado dominado por lógicas dinásticas y oligárquicas, en las que prevalecen las relaciones de poder entre familias. Las dos principales casas enfrentadas son la del presidente Ferdinand Marcos Jr. (hijo del exdictador) y la de la vicepresidenta Sara Duterte (hija del expresidente Rodrigo Duterte). Ambos clanes, que formaron una alianza oportunista para las presidenciales de 2022, han entrado en conflicto abierto, y estas elecciones intermedias se han convertido en una especie de «referéndum» para definir la hegemonía de uno u otro grupo.
Mientras tanto, Rodrigo Duterte ha sido detenido y está siendo juzgado en la Corte Penal Internacional de La Haya por «crímenes contra la humanidad» cometidos durante la «guerra contra las drogas» de su presidencia. Su hija Sara, actual vicepresidenta, ha sido destituida el pasado 7 de febrero por la Cámara de Representantes, una decisión que deberá ser confirmada o anulada por el Senado.
Cinco candidatos cercanos a la alianza de Marcos han obtenido escaños en el Senado; otros cinco han sido electos como afines a Duterte; mientras que dos, considerados “independientes”, han recibido apoyo del clan Duterte en la última fase de campaña y han sido interpretados como parte del bloque opositor.
Tras la votación, el presidente Marcos Jr. -incluso a la luz de las encuestas que han mostrado un fuerte descenso en su popularidad- ha reconocido que la población «no está satisfecha» con el desempeño del gobierno.
«Los escenarios están abiertos y veremos cómo evoluciona la situación política. Ciertamente, estamos en un momento en el que incluso la Iglesia católica, como institución histórica, ya no tiene la misma influencia ni en la sociedad ni en la conciencia de los ciudadanos como tuvo en el pasado. Pensemos en la revolución no violenta de 1986. El contexto y la cultura han cambiado rápidamente», comenta el padre Lo.
«Nuestra esperanza – concluye- permanece firme porque está anclada en Cristo. Nuestro compromiso y nuestra misión en la sociedad continúan. Al final, podemos decir que todo pasa por el testimonio cristiano de nuestras vidas».
(PA) (Agencia Fides 23/05/2025)