Islamabad (Agencia Fides) - “Parece que ha vuelto la calma: la protesta de los partidarios de Imran Khan se ha suspendido, pero el miedo y la tensión siguen latentes entre la población de Islamabad. Es como un fuego que arde bajo las cenizas. Hay que pensar especialmente en la gente común, que ya enfrenta graves dificultades económicas y lucha por sobrevivir. La ola de protestas y los bloqueos agravan aún más estas penurias. Aunque la ciudad comienza a recobrar la normalidad, todavía hay temor; la policía permanece desplegada y las escuelas siguen cerradas”, comenta a la Agencia Fides el padre Asif John Khokhar, Vicario General de la diócesis de Islamabad-Rawalpindi y Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias en Pakistán.
El sacerdote lamenta que las masivas protestas, que se extendieron durante varios días, impidieron celebrar dignamente la fiesta de Cristo Rey en Islamabad. “Con cierta amargura, el domingo pasado no pudimos conmemorar esta importante festividad: la ciudad estaba paralizada, las calles bloqueadas, sin conexión a Internet y con las escuelas cerradas. La gente no podía salir de sus casas. Para nuestra comunidad católica, la fiesta de Cristo Rey tiene un significado especial, pero, con tristeza, tuvimos que celebrarla en la iglesia sin la presencia de fieles. Ahora confiamos en poder vivir con tranquilidad el primer domingo del tiempo de Adviento. La comunidad católica de Pakistán rezará por el bienestar y la estabilidad del país”, afirma.
La policía pakistaní ha informado de la detención de aproximadamente mil personas en el marco de tres días de protestas, desencadenadas por una marcha hacia la capital en la que manifestantes y militantes del partido Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI) exigieron la liberación del ex primer ministro Imran Khan, encarcelado desde agosto del año pasado. Durante una amplia operación para despejar el centro de Islamabad, las fuerzas de seguridad recurrieron al uso de gases lacrimógenos y porras para dispersar a los manifestantes.
Expulsado del poder mediante una moción de censura en 2022, Imran Khan, de 72 años, sostiene que es víctima de una conspiración para apartarlo de la política y rechaza todas las acusaciones en su contra. Desde febrero pasado, tras unas elecciones cuestionadas por denuncias de irregularidades, su partido, Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI), ha mantenido una presión constante sobre el gobierno mediante una serie de manifestaciones.
El 26 de noviembre, más de diez mil manifestantes desafiaron el bloqueo y la prohibición de concentraciones en Islamabad, enfrentándose a un despliegue de 20.000 policías. Según Ali Nasir Rizvi, inspector jefe de la policía de la capital, entre el domingo y el martes fueron detenidos 954 manifestantes, y un policía perdió la vida durante los enfrentamientos. A través de las redes sociales, activistas del PTI anunciaron que la protesta queda “suspendida por el momento”. Por su parte, el primer ministro, Shehbaz Sharif, ha calificado las manifestaciones de “extremismo”, mientras que el PTI ha denunciado la “brutalidad de la represión” y el uso desmedido de la fuerza por parte de las autoridades.
En medio de la crisis, crecen los llamamientos al diálogo desde diversos sectores de la sociedad civil y entre líderes políticos y religiosos. El padre Asif John Khokhar subraya: “El país necesita paz y estabilidad. Hay familias sumidas en la indigencia, víctimas de la crisis económica. En este contexto, sería fundamental que los políticos entablaran un diálogo sincero y que los legisladores adoptaran medidas adecuadas para atender las necesidades de los más pobres. La vía del diálogo es siempre la correcta”.
(PA) (Agencia Fides 28/11/2024)
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