VATICANO - El ángelus del Papa Benedicto XVI: "A nadie le es dado vivir ‘en el Tabor’ mientras está en esta tierra. La existencia humana es un camino de fe y, como tal, avanza más en la penumbra que en plena luz, con momentos de oscuridad e incluso de densa tiniebla”

lunes, 13 marzo 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En el segundo domingo de Cuaresma, 12 de marzo, el Santo Padre Benedicto XVI ha tomado ocasión del episodio evangélico de la Transfiguración del Señor, propuesto por la liturgia, para su discurso a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro como es costumbre para el rezo del ángelus. " Atónitos en presencia del Señor transfigurado, que conversaba con Moisés y Elías - ha dicho el Santo Padre - , Pedro, Santiago y Juan quedaron repentinamente rodeados por una nube de la que surgió una voz que proclamó: ‘Este es mi Hijo amado, escuchadle’ (Mc 9, 7)". Después el Papa ha explicado: "Cuando se tiene la gracia de experimentar una fuerte experiencia de Dios, es como si se viviera algo análogo a lo que vivieron los discípulos durante la Transfiguración: por un momento se pregusta con antelación algo que constituirá la felicidad del Paraíso. Se trata, en general, de breves experiencias que en ocasiones Dios concede, especialmente en previsión de duras pruebas. Sin embargo, a nadie le es dado vivir ‘en el Tabor’ mientras está en esta tierra. La existencia humana es un camino de fe y, como tal, avanza más en la penumbra que en plena luz, con momentos de oscuridad e incluso de densa tiniebla. Mientras estamos aquí, nuestra relación con Dios se desarrolla más con la escucha que con la visión; e incluso la contemplación tiene lugar, por así decir, a ojos cerrados, gracias a la luz interior encendida en nosotros por la Palabra de Dios. "
El Papa Benedicto XVI ha recordado después el ejemplo de la Virgen Maria, que “caminó día tras día como en una peregrinación de la fe, custodiando y meditando constantemente en su corazón la Palabra que Dios le dirigía", e invitó a seguirla en esta su actitud de escucha, sobre todo durante el tiempo cuaresmal: escuchar a Cristo en su Palabra, custodiado en la Sagrada Escritura; en los acontecimientos de nuestra vida tratando de leer en ellos los mensajes de la Providencia; en los hermanos, especialmente en los pequeños y pobres. Luego el Santo Padre concluyó con esta exhortación: "Escuchar a Cristo y obedecer su voz: este es el único camino que lleva a la plenitud de la alegría y del amor". (S.L) (Agencia Fides 13/3/2006 - Líneas: Palabras:


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