VATICANO - El Papa Benedicto XVI a los participantes en el Convenio sobre los 40 años del Decreto Ad Gentes: "El anuncio y testimonio del Evangelio son el primer servicio que los cristianos pueden ofrecer a la persona y a todo el género humano, llamados como están a comunicar a todos el amor de Dios"

sábado, 11 marzo 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Esta mañana el Santo Padre Benedicto XVI ha recibido en audiencia a los participantes en el Convenio promovido por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, en el 40° Aniversario del Decreto Conciliar "Ad Gentes". En su discurso el Papa ha recordado ante todo que "con la aprobación, el 7 de diciembre de 1965, del Decreto Ad Gentes se dio a la misión de la Iglesia un renovado impulso. Se dilucidaron mejor los fundamentos teológicos de la labor misionero; su valor y actualidad frente a las transformaciones del mundo y los desafíos que la modernidad plantea a la predicación del Evangelio. La Iglesia asumió una conciencia aún más clara de su innata vocación misionera, reconociendo en ella un elemento constitutivo de su misma naturaleza."
Obediente al mandato de Cristo, la comunidad cristiana se siente también hoy enviada a los hombres y mujeres del tercer milenio, "para hacerles conocer la verdad del mensaje evangélico y llevarles así por la vía de la salvación". No se trata de algo facultativo, ha subrayado el Santo Padre, antes bien "el anuncio y testimonio del Evangelio son el primer servicio que los cristianos deben rendir a la persona y a todo el género humano, llamados como están a comunicar a todos el amor de Dios, que se ha manifestado en plenitud en el único Redentor del mundo, Jesucristo".
El Papa ha recordado después "la raíz originaria de la misión de la Iglesia, es decir, la vida trinitaria de Dios, de la que mana el movimiento de amor que de las Personas Divinas se infunde sobre la humanidad"… "Tarea de la Iglesia es comunicar incesantemente este amor divino, gracias a la acción vivificante del Espíritu Santo. Es en efecto el Espíritu quien transforma la vida de los creyentes, liberándolos de la esclavitud del pecado y de la muerte, y haciéndolos capaces de testimoniar el amor misericordioso de Dios, que quiere hacer de la humanidad, en su Hijo, una única familia (cfr Deus caritas este, 19)".
El constante compromiso por la misión Ad Gentes ha sido también recordado en nuestra época, que ve incluso ampliarse este campo de acción: "La Iglesia está llamada hoy a enfrentarse con desafíos nuevos y está preparada para el dialogo con culturas y religiones diversas, intentando construir junto a toda persona de buena voluntad la pacífica convivencia de los pueblos. El campo de la missio ad gentes aparece tan notablemente ampliado y no definible sólo según consideraciones geográficas o jurídicas; no son en efecto sólo los pueblos no cristianos y las tierras lejanas, sino también los ámbitos socio-culturales y sobre todo, los corazones, los verdaderos destinatarios de la actividad misionera del Pueblo de Dios". Para realizar este mandato, el Santo Padre ha subrayado que se necesita "paciencia y longanimidad, valentía y humildad, escucha de Dios y vigilante discernimiento de los ‘signos los tiempos'.
"La acción evangelizadora debe proceder por el mismo camino que siguió Cristo - ha continuado el Papa Benedicto XVI -, es decir, el camino de la pobreza, de la obediencia, del servicio y del sacrificio de sí mismo, hasta la muerte, de la que [Él] salió vencedor. ¡Sí! La Iglesia está llamada a servir a la humanidad de nuestro tiempo, confiando sólo en Jesús, dejándose iluminar por su Palabra e imitándolo en la entrega generosa a los hermanos. Ella es instrumento en sus manos, y por ello, realiza todo lo que le es posible, consciente de que quien obra todo es siempre Dios”.
Como conclusión el Santo Padre ha dado las gracias a los presentes por la reflexión desarrollada durante el Convenio - "Con la aportación de todos los cristianos el anuncio del Evangelio resultará ciertamente cada vez más comprensible y eficaz" - y antes de impartir la Bendición, ha recordado a cuantos han dado la vida por el Evangelio: "Que su sacrificio nos obtenga una renovada primavera, rica en frutos apostólicos en la evangelización."
Al inicio de la audiencia el Card. Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para la evangelización de los Pueblos, dirigió al Santo Padre unas palabras de saludo presentando a los Relatores y participantes del Convenio. "En estos años, el Magisterio pontificio no ha dejado de retomar y desarrollar la riqueza doctrinal, espiritual y pastoral del Decreto conciliar - ha dicho el Card. Sepe -, que ha constituido la "carta magna" de la vida y la actividad misionera en el mundo". Reafirmando todo lo afirmado en el Decreto, de que "la Iglesia es por su naturaleza misionera", el Prefecto del Dicasterio Misionero ha recordado que "no faltan hoy, como no han faltadas en el pasado y como no faltarán mientras la Iglesia continúe su peregrinación por esta tierra, las dificultades y desafíos que tienden a impedir y obstaculizar la misión de la Iglesia, que quiere seguir obedeciendo al mandato de Su Señor y Maestro". El Convenio ha querido focalizar los contenidos teológicos, espirituales y pastorales del Decreto, el Camino y el desarrollo del Magisterio de los últimos cuarenta años y los desafíos del futuro. Los testimonios de algunos Pastores de los cinco continentes han presentado la realidad de la actividad misionera en los diversos contextos geográficos. "La misión de la Iglesia no puede y no quiere frenarse, a pesar de los problemas y los desafíos que no faltarán" ha concluido el Card. Sepe, manifestándose seguro de que "el Espíritu continuará dirigiendo a la Iglesia de Cristo para llevarla a vivir una nueva primavera misionera". (S.L) (Agencia Fides 11/3/2006; Líneas: 65 Palabras: 959)


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