ASIA/MYANMAR - El pueblo de Dios, disperso en Loikaw a causa de la guerra, busca la unidad en torno a la Eucaristía

miércoles, 20 marzo 2024 iglesia católica   eucaristía   desplazados  

Loikaw (Agencia Fides) - Loikaw, ciudad del este de Myanmar, en el estado birmano de Kayah, está tristemente vacía. Algunos la llaman ahora "una ciudad fantasma" porque la población civil ha huido para buscar refugio de los enfrentamientos entre el ejército regular y las milicias que se oponen a la junta militar, que tomó el poder en un golpe de estado en febrero de 2021. Sacerdotes, religiosos, religiosas, catequistas y familias católicas también han abandonado la ciudad, azotada por los bombardeos del ejército, porque se cree que es uno de los bastiones de las Fuerzas Populares de Defensa, aliadas de los ejércitos de las minorías étnicas. A esto se añade, en el último periodo, la situación de los jóvenes que temen el reclutamiento obligatorio, impuesto en las últimas semanas por el gobierno. "Los jóvenes no quieren alistarse y luchar contra el pueblo. Por esta razón, algunos se unen a las fuerzas rebeldes, otros se esconden, otros emigran", dice a la Agencia Fides una fuente de la diócesis de Loikaw, que pide el anonimato por razones de seguridad, y cuenta que el flujo de refugiados es incesante, incluso hacia el Estado de Shan, limítrofe con el Estado de Kayah. Entre los refugiados se encuentra también el obispo católico de Loikaw, Celso Ba Shwe, que el pasado mes de noviembre tuvo que abandonar su catedral de Cristo Rey, ocupada por el ejército y convertida en campo base militar con el complejo anexo, que incluye el obispado, la residencia sacerdotal, el centro pastoral y una clínica ambulatoria (véase Fides 28/11/2023).

El Obispo ha vivido esta dolorosa expulsión como “la oportunidad que me ha dado Dios de estar más cerca de la gente, de compartir con todos los desplazados la condición de refugiado, de visitar y consolar los corazones afligidos”, ha dicho a la Agencia Fides. El Obispo se ha trasladado temporalmente a otras parroquias de la diócesis, estableciendo una base en el pueblo de Demoso, y en los últimos días ha sido acogido por la cercana Archidiócesis de Taunggyi, en el Estado de Shan. Desde allí ha lanzado un llamamiento a la paz, pidiendo a los católicos birmanos que “desarmen sus corazones”. Celebrando una misa en la catedral de San José de Taunggyi, ante una asamblea de cientos de desplazados, el arzobispo Ba Schwe ha vuelto a pedir a los fieles que “se comprometan con la verdadera libertad y la paz duradera, construyendo la reconciliación y renunciando al odio, la agresión y la hostilidad”.

El obispo, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas de la diócesis de Loikaw siguen estando cerca del Pueblo de Dios de la zona, una comunidad compuesta actualmente por desplazados internos. La guerra civil, en Loikaw, ha creado una dispersión de los fieles, afectando profundamente a la vida pastoral de la Iglesia local: los límites eclesiásticos de las parroquias no están definidos, hasta ahora 12 iglesias han sido alcanzadas y dañadas por ataques militares, y en la diócesis 31 de las 41 parroquias están casi completamente vacías, con los fieles que han huido a los bosques.

Mons. Ba Shwe no podrá celebrar los ritos de Semana Santa y Pascua en su catedral de Loikaw y lo hará en una nueva "catedral de bambú" que lleva el nombre de Cristo Rey, una sencilla capilla de madera, construida especialmente en el bosque para poder seguir celebrando la Eucaristía: así, recuerda, "se crea la comunidad, que se estrecha en torno a Jesús, aunque esté dispersa por el territorio, permaneciendo unida en la oración en tiempos de tribulación". Es lo que el Obispo ha dicho a los desplazados que, atormentados y sufriendo, se encuentran en campos de refugiados espontáneos, improvisados en algunas zonas, o en otros campamentos organizados con la ayuda de la Iglesia local. "No tenemos ni idea de cuánto durará esta situación y este momento de precariedad. No sé en qué condiciones encontraremos la catedral y cuándo podremos volver. Rezamos al Señor y nos encomendamos a Él como comunidad que desea y pide la paz y la salvación, el don de la Pascua que todos esperamos con gran esperanza", concluye.
(PA) (Agencia Fides 20/3/2024)


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