Mount Hagen (Agencia Fides) – “Estos días se está produciendo un fenómeno curioso: las personas que participaron en los saqueos de los últimos días en Port Moresby están devolviendo los bienes saqueados. Los llamamientos de la policía y también de algunos sacerdotes están surtiendo cierto efecto. Algunas parroquias de iglesias cristianas de diferentes confesiones se han involucrado y han declarado: nuestras puertas están abiertas para aquellos que quieran devolver los bienes robados. Es una especie de arrepentimiento colectivo, apelando a la conciencia cristiana de cada ciudadano. Debo decir que algo se está moviendo, es un signo de esperanza, un signo de que la conciencia individual está, de alguna manera, iluminada por la fe”. Así lo ha declarado a la Agencia Fides el padre Victor Roche SVD misionero indio Verbita, presente desde 1981 en Papua Nueva Guinea, actualmente Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP), hablando de la violencia masiva y de los saqueos ocurridos en los últimos días (véase Fides 12/1/2024).
Aunque en el país rige el estado de emergencia, el misionero informa: “La situación se ha calmado, ya que el gobierno ha declarado el estado de emergencia y el ejército está vigilando las calles. Tras convocar una protesta por el repentino e inesperado recorte salarial, la policía cerró todas las comisarías territoriales. Esto dio a algunas personas, sobre todo a las más pobres, desesperadas e involucradas en bandas criminales, la oportunidad de empezar a saquear, sin ser molestadas. Pronto el fenómeno se extendió, involucrando a multitudes de jóvenes, sobre todo gente con dificultades, pobres y desempleados. La policía no intervino y quiso enviar un mensaje al gobierno como: sin nuestra presencia y acción no hay seguridad y el país es presa de la agitación social. Ahora, el gobierno ha prometido abordar la cuestión, revisar las nóminas y devolver el dinero. Los agentes ya tienen sueldos muy bajos, así que ese recorte era insoportable para ellos”.
El padre Roche señala también que, en la raíz de lo ocurrido, “existe un profundo malestar social, hay desconfianza en el gobierno a causa de la corrupción, hay historias de pobreza y desempleo, especialmente entre los jóvenes”.
El Director Nacional de las OMP, que actualmente se encuentra participando en un seminario de formación para unos 80 jóvenes universitarios de diversas universidades y zonas de Papúa Nueva Guinea, señala: “La Iglesia católica, que sigue siendo una presencia e institución importante en el país, y las demás iglesias cristianas intentan contribuir, acompañando a los jóvenes en su crecimiento personal en el desarrollo de sus talentos y habilidades, especialmente a través de obras sociales apostando por la educación. Por ejemplo, en muchas diócesis se intenta rehabilitar a los niños de la calle, se les acoge y se les escolariza. También hay becas para estudiantes de bachillerato y universitarios, ofrecidas por las Iglesias, destinadas a jóvenes de familias pobres y necesitadas. El compromiso de las instituciones eclesiásticas en el campo de la educación es crucial para intentar dar un futuro a los jóvenes. Se trata del servicio que prestamos, es una forma de proclamar la fe en Cristo. Y el hecho de que hoy, después de la violencia y el robo, haya un proceso de devolución de lo robado significa que la fe sigue diciendo algo a la conciencia y a la vida de la gente en este país”.
Papúa Nueva Guinea, con una población de unos siete millones de habitantes, es un país que se inspira en la religión cristiana, como reza el preámbulo de la Constitución. El 95% de los papúes profesan la fe cristiana, en las numerosas iglesias cristianas de la nación. Los cristianos son principalmente protestantes (un 64%, en su mayoría luteranos), los católicos rondan el 26% y el 5% pertenece a otras confesiones.
(PA) (Agencia Fides 16/1/2024)
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