ASIA/FILIPINAS - Frenar la expansión del juego de azar en Negros Oriental: la sociedad civil protege la vida de los jóvenes

viernes, 19 abril 2024 derechos humanos   juegos de azar   dependencias   sociedad civil   corrupción   criminalidad  

Dumaguete City (Agencia Fides) - En Filipinas, el juego de azar es una plaga, además de una presencia arraigada en la sociedad y la cultura desde hace siglos, representando un desafío que abarca tanto formas legales como ilegales. El gobierno filipino ha establecido la Philippine Amusement and Gaming Corporation (Pagcor) para regular y supervisar estas actividades, con el objetivo de generar ingresos públicos. A lo largo del país, existen numerosas organizaciones públicas y privadas que gestionan distintas formas de juego, siendo los casinos considerados elementos fundamentales para el turismo. Por esta razón, se planea la construcción de un casino en las afueras de Dumaguete, la capital de la provincia de Negros Oriental (en las islas Visayas, en el centro de Filipinas), una región turística conocida por sus encantos naturales. Además, Dumaguete, una ciudad costera con una población de más de 134,000 habitantes, se destaca como un importante centro educativo y cultural, albergando cuatro universidades y varios colegios, lo que le ha valido el apodo de "ciudad universitaria" en Negros Oriental.

El 4 de marzo de 2023, Dumaguete se vio sacudida por un trágico suceso: ex militares perpetraron una masacre que se cobró la vida de diez personas, incluido el gobernador de Negros Oriental, Roel Degamo. Este crimen aún espera recibir justicia. Además, la paz y la tranquilidad también se ven amenazadas por otro motivo: el plan de abrir un casino en las afueras de la ciudad. Esta propuesta ha generado alarma y protestas tanto entre los miembros de la comunidad católica como en toda la sociedad civil. La "Southern Lights Gaming Corporation" ha obtenido la aprobación del ayuntamiento para llevar a cabo este proyecto, “lo que ha tomado desprevenida a la comunidad”, según declara Julius Heruela, párroco local de la diócesis de Dumaguete.

El sacerdote, quien también preside el consejo pastoral diocesano, afirma que la diócesis se opone firmemente a la creación del casino, argumentando que es "inmoral y perjudicial para la sociedad". Destaca especialmente los posibles efectos negativos que podría tener en la población juvenil, así como su potencial para fomentar la delincuencia La Iglesia local planea colaborar estrechamente con instituciones educativas como universidades, colegios e institutos, así como con asociaciones locales, para llevar a cabo una campaña informativa en toda la provincia en contra del juego de azar. Señala que “los operadores de casinos suelen intentar atraer a los turistas con diversas formas de entretenimiento, y algunos complejos turísticos ya ofrecen juegos de azar como parte de sus servicios”. En este sentido, la comunidad católica “busca aliarse con educadores, ecologistas, profesionales de la salud y otros grupos interesados genuinamente en el bienestar de la población, más allá del simple beneficio económico”.

De hecho, el juego también sirve como un canal para actividades delictivas: según la policía, a menudo se utilizan las operaciones de los casinos para el blanqueo de dinero. A pesar de la presión de la sociedad civil, en Filipinas, a nivel legislativo, el lobby de la industria del juego sigue siendo poderoso y logra obtener permisos para la apertura de nuevos establecimientos.

Además, hay que tener en cuenta la lacra de la adicción al juego, que ejerce una carga sobre el sistema sanitario y contribuye a la pobreza: el juego patológico o compulsivo es una verdadera enfermedad social que perjudica a las personas, endeuda a las familias y a las empresas. Aunque el organismo gubernamental Pagcor promueve el juego autorizado, legal, informado y equilibrado para minimizar los daños potenciales a las personas y las comunidades, la popularidad y difusión del juego en la sociedad filipina - una práctica institucionalizada ya en el siglo XVI, en la época de la ocupación española - dificultan su control o restricción. Según los antropólogos, se trata de un fenómeno social, cultural y económico, e incluso de una forma extraordinariamente flexible de redistribuir la riqueza.

Para la nación filipina, predominantemente católica, la cuestión del juego también tiene una implicación moral: en varios pronunciamientos, la Conferencia Episcopal de Filipinas ha subrayado el papel de la política para frenar el impacto del juego en la sociedad, ya que "erosiona gravemente los valores morales de la gente", alimenta la corrupción, afecta negativamente a la vida de las familias y es adictivo.
(PA) (Agencia Fides 19/4/2024)


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