AFRICA/KENYA - "A la base de la carestía que afecta a Kenia, existen problemas estructurales: hay que afrontar no sólo la emergencia sino también el hambre crónica que afecta al 33% de la población" afirman los Superiores Mayores de los religiosos de Kenia

viernes, 3 marzo 2006

Nairobi (Agencia Fides) - "Sería un acto de miopía levantar la voz sólo cuando se agrava la pesada carestía y las enfermedades a ellas asociadas sin hablar del hambre crónica y de la malnutrición que vemos desde hace años" afirman los miembros de la Conferencia de Superiores Mayores de los religiosos de Kenia en un documento sobre la grave crisis alimentaria que ha golpeado desde hace tiempo el País. "Las carestías son acontecimientos extremos que engendran movimientos espontáneos de buena voluntad de las iglesias, artistas, organizaciones filantrópicas e incluso de prisioneros que renuncian a su comida como signo de solidaridad. El hambre crónica no lleva necesariamente a la carestía pero mata en proporción un número más alto de personas. Aunque sea recurrente, no podemos hacer frente a un gran incendio si luego olvidamos la lenta y escondida combustión que está consumiendo día tras día a la población”.
Los religiosos afirman pues que la actual carestía es el fruto de un proceso estructural que desde hace tiempo mata a las personas aunque de manera más lenta y visible: "Aunque el País está haciendo progresos para hacer frente a la malnutrición, uno de cada tres kenianos sufre malnutrición y la mortalidad de los niños menores de 5 años sigue creciendo". Según los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO), en el periodo 2000-2002 el 33% de la población keniata padecía malnutrición, y la tasa de mortalidad infantil pasó del 97 por mil en 1990 al 123 por mil en el 2003.
"Para afrontar la actual carestía y solucionar el hambre crónica miramos con atención el Estado y sus instituciones en términos de respuesta inmediata, coordinación, remedios y prevención" continúa el documento. "Concentrarse en la disponibilidad de comida en un País como Kenia no sirve para individuar las causas reales del hambre o la carestía. El aumento de la productividad agrícola de Kenia por sí sólo no solucionará el problema. Por el contrario, un examen de las relaciones sociales que identifique los diversos grupos de personas que tienen capacidades de decisión y jurídicas sobre la producción de comida es más eficaz y va más al corazón del problema. Se dice que el 10% de las familias más ricas controlan el 42% de la renta nacional, mientras que el 10% de los más pobres controlan menos del 1%. Por cada chelín que gana un keniano pobre, un keniano rico gana 56" afirman los religiosos que piden, por ello, una seria reforma agraria: "Con el 80% de la población que depende de la agricultura, el acceso a las tierras cultivables es claramente desigual. Mientras unos pocos propietarios de tierras poseen grandes parcelas de terrenos baldíos, los campesinos sin tierra ocupan abusivamente las gráciles selvas. Las regiones semiáridas son abandonadas a su destino, a pesar de sus potencialidades. Recomendamos como prioridad, un fuerte y continuo empeño en el tiempo para desarrollar las áreas marginales de Kenia, en términos de acceso al agua, de seguridad y de infraestructuras."
"Nuestras oraciones y nuestros esfuerzos se dirigen a todos los que viven en las zonas afectadas por la carestía. Están en nuestro pensamiento a las personas que sufren necesidad y a los que cuidan de ellos" concluyen los religiosos. (L.M) (Agencia Fides 3/3/2006 Líneas: 40 Palabras: 581)


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