ASIA/TIERRA SANTA - Patriarca Pizzaballa: esto es lo que nos indica Charles de Foucauld, el Santo que “parece no haber hecho nada”.

lunes, 30 mayo 2022 oriente medio   jerusalén   santos   santidad   misión   islam  

lpj

Nazaret (Agencia Fides) – Lo que llama la atención de la aventura cristiana de San Charles de Foucauld es que durante su vida, “parece no haber hecho nada”. No convirtió a nadie, no fundó nada, no tuvo éxito en ninguno de sus proyectos, “no aportó ningún resultado”. Charles de Foucauld sólo amaba a Jesús, imitándolo en todo, incluso hasta la muerte. Precisamente por eso, su relato sugiere a todos los bautizados que para ser Iglesia “no es necesario construir grandes empresas”, que toda actividad eclesial es fecunda solo y cuando “surge del encuentro y del amor a Cristo”, mientras que “sin el amor a Cristo, todo lo que queda de nosotros son costosas estructuras, ya sean físicas o humanas”. Con estas palabras, y con otras imágenes evocadoras, el arzobispo Pierbattista Pizzaballa, Patriarca de Jerusalén de los Latinos, ha querido recordar a los hermanos de las Iglesias de Tierra Santa los rasgos más íntimos de la historia espiritual del monje recientemente canonizado por el Papa Francisco, y lo que esos rasgos sugieren respecto a la dinámica propia de la misión apostólica en el tiempo presente. Lo ha explicado durante la misa de acción de gracias por la canonización de Charles de Foucauld, celebrada en Nazaret, en la Basílica de la Anunciación, el domingo 29 de mayo. A la celebración litúrgica, presidida por el Patriarca Pizzaballa, también han asistido obispos y sacerdotes de otras Iglesias católicas de Tierra Santa, así como Hermanitos y Hermanitas de Charles de Foucauld, junto con miembros de otras comunidades religiosas inspiradas en la espiritualidad de De Foucauld y presentes hoy en la tierra de Jesús.
Precisamente en Nazaret – ha recordado el Patriarca – Charles de Foucauld pasó momentos importantes de su vida, decisivos para su camino de conversión, “hasta el punto de que una parte de la espiritualidad que se le atribuye se llama precisamente ‘espiritualidad de Nazaret’”. Una espiritualidad modelada en la vida familiar vivida con Jesús por José y María, entendida como un deseo de vivir con Cristo y en Cristo cada momento y cada aliento de la vida cotidiana, después de haberlo encontrado. “Un ser querido” ha subrayado el Patriarca en su homilía “nunca se conoce de una vez por todas”. Y también del mismo modo seguir a Cristo “significa seguir buscándolo cada día, querer ver su rostro, poder reconocerlo en la vida de los pequeños, experimentarlo. Es un camino hecho de consuelos, pero también de muchos momentos oscuros, de preguntas que no se escuchan, de vacíos interiores, de largas esperas, de purificaciones, de silencios”. Precisamente, siguiendo su expectativa y su exigencia de ver la actuación de Cristo cada día, Charles de Foucauld entra en el corazón del misterio de la Iglesia, y de su misión. “Para aquellos tiempos,” ha señalado el arzobispo Pizzaballa “la suya era una nueva forma de evangelizar: en una época en la que los misioneros occidentales iban por todo el mundo para llevar el Evangelio a su manera, Charles de Foucauld quería ir entre la gente, en cierto modo, para ser evangelizado por ellos, acercándose a ellos, intentando aprender sus valores, sus formas, su cultura, su lengua, sus tradiciones. Se sentía hermano de todos, anticipando lo que hoy es un tema central en la vida de la Iglesia. Pero su idea de fraternidad no se basaba en sentimientos vagos o genéricos. Se basaba en una relación directa con Jesús y fluía de ella”. Lo que llama la atención de este santo – es que parece no haber hecho nada. No convirtió a nadie, no fundó nada y, leyendo los archivos de nuestros conventos de Tierra Santa y del Patriarcado, no tuvo éxito en ninguno de sus proyectos, no impactó a nadie con su testimonio. Por el contrario, tal vez, conociendo un poco nuestros entornos, debió ser considerado como uno de esos personajes algo extraños que suelen frecuentar nuestros entornos de Tierra Santa. En resumen, es un santo que no aportó ningún resultado. Ninguno. Y muere de forma trivial, como muchos hoy en día. El único criterio por el cual uno puede medir su experiencia de cierta manera es el amor. El amor a Cristo lo llevó a imitarlo en todo, hasta su muerte”. El verdadero amor – ha remarcado el Patriarca – “es siempre generativo, siempre se abre a la vida y a nuevos horizontes. Y este fue también el caso de Charles de Foucauld. Tras su muerte, precisamente en torno a él, que no concluyó nada en su vida, nacieron varias congregaciones, movimientos, caminos espirituales, inspirados en su experiencia. Algunos de ellos están presentes aquí entre nosotros, en nuestra Iglesia de Jerusalén.
Gracias a su singular camino de santidad – ha proseguido el Patriarca – Charles de Foucauld también invita a la Iglesia de Jerusalén “a liberarnos de la búsqueda del resultado a cualquier precio, del éxito en nuestros esfuerzos. Nos recuerda que para ser Iglesia no es necesario construir grandes empresas. La vida de la Iglesia es vivificante cuando surge del encuentro y del amor a Cristo. Este es el primer testimonio al que estamos llamados. Sin el amor a Cristo, todo lo que queda de nosotros son costosas estructuras, ya sean físicas o humana”. Además, la experiencia de Charles de Foucauld muestra a todos que “amar a Cristo significa amar al hombre, donde está, tal como es, sin pretender nada, pero estando cerca de él: en su trabajo, en su familia, en sus preguntas, en su sufrimiento, en su dolor. Sin pretender aportar soluciones, que muchas veces no existen, sino llevando el amor de Cristo. Y aquí, en Tierra Santa, significa estar al lado de cada persona en su deseo de vida, en su sed de justicia, en su exigencia de dignidad. Significa pedir la fuerza del perdón, construir relaciones de amistad con todos, rechazar la idea de enemigo, sino desear ser hermanos con todos”.
Para el nuevo santo francés, los hombres y mujeres a los que confesar a Cristo en la proximidad diaria como “hermano universal” eran los musulmanes de los países del Magreb. Charles de Foucauld – ha recordado el Patriarca Pizzaballa - nos deja como herencia “la búsqueda de una relación serena con los que no conocen a Cristo, y en particular con el Islam, que tan profundamente marcó su vida, y que es un tema tan actual y necesario en estos momentos. No para convertirnos, por supuesto, sino para dar testimonio del amor de Cristo, que nos hace a todos hermanos”. El antiguo oficial francés, que había perdido toda relación vital con el cristianismo durante su adolescencia - ha recordado el Patriarca, entre otras cosas -. Inicia su camino de replanteamiento de su vida espiritual precisamente gracias al contacto “con esas poblaciones islámicas, pobres y religiosas”. Un recorrido que “lo llevará poco a poco al encuentro con Cristo, de quien se enamorará y a quien nunca abandonará. Las personas que no conocían a Cristo lo llevaron al encuentro con Cristo”.
(GV) (Agencia Fides 30/5/2022)


Compartir: