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Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?». Las palabras de Jesús que cierran el pasaje del Evangelio según San Lucas leído hoy en la liturgia del día han sido recordadas varias veces en la homilía pronunciada por el Papa León en la plaza de la Basílica de San Pedro.
El penúltimo domingo de octubre, día en que la Iglesia católica celebra en todo el mundo la Jornada Mundial de las Misiones, se ha convertido también en una «fiesta de la santidad», con siete beatos proclamados santos por el obispo de Roma con el rito de canonización.
Ante la inmensa multitud que ha inundado la plaza y también la Vía de la Conciliación, el Sucesor de Pedro ha recordado el tesoro que brilla en la vida de los santos y hace florecer toda auténtica obra misionera: el don de la fe, «lo más precioso a los ojos de Dios», sin el cual «no podemos esperar en la salvación».
Nuevos santos y santas, «amigos de Cristo»
Los nuevos santos y santas canonizados hoy por el Pontífice, y nombrados uno por uno por el Papa Prevost durante la homilía, son «mártires por su fe», como el obispo armenio Ignazio Choukrallah Maloyan y el catequista de Papúa Nueva Guinea Pietro To Rot; son misioneras, como la hermana salesiana María Troncatti; son «carismáticas fundadoras, como sor Vincenza Maria Poloni y sor Carmen Rendiles Martínez»; son «bienhechores de la humanidad», como Bartolo Longo y el médico venezolano José Gregorio Hernández Cisneros. Siete testigos que «con la gracia de Dios han mantenido encendida la lámpara de la fe, más aún, han sido ellos mismos lámparas capaces de difundir la luz de Cristo».
La fe, la oración, las tentaciones
Sin el don de la fe, los grandes bienes materiales, culturales, científicos y artísticos «pierden el sentido», ha afirmado el papa León Prevost durante la Misa de canonización celebrada en la plaza de San Pedro el domingo 19 de octubre.
Una tierra sin fe –ha dicho el Pontífice- «estaría poblada de hijos que viven sin Padre, es decir, de criaturas sin salvación… El cielo y la tierra quedarían como están, pero nuestro corazón carecería de esperanza; la libertad de todos sería derrotada por la muerte; nuestro deseo de vida precipitaría en la nada».
Por ello, ha subrayado el Papa, Cristo enseña a sus discípulos la necesidad de orar siempre. Así como el aliento sostiene la vida del cuerpo, «la oración sostiene la vida del alma». La fe –ha afirmado- «se expresa en la oración y la oración auténtica vive de la fe».
El Obispo de Roma ha advertido sobre dos tentaciones que pueden poner a prueba la fe. La primera «toma fuerza en el escándalo del mal, llevándonos a pensar que Dios no escucha el llanto de los oprimidos ni tiene piedad del dolor inocente». La segunda surge de «la pretensión de que Dios debe actuar como queremos nosotros. Entonces, la oración deja de ser tal para convertirse en una orden, con la cual enseñamos a Dios cómo ser justo y eficaz». Ante ambas pruebas, el Papa ha recordado que solo Jesús, «testigo perfecto de la confianza filial», puede liberarnos. «Pase lo que pase, Jesús se confía como Hijo al Padre», y la oración de la Iglesia «nos recuerda que Dios hace justicia a todos, entregando su vida por todos».
Así, cuando el creyente clama «¿Dónde estás, Señor?», transforma su grito en oración y descubre que Dios está donde sufre el inocente. «La cruz de Cristo revela la justicia de Dios, y la justicia de Dios es el perdón. Él ve el mal y lo redime, cargándolo sobre sí».
La bendición para los «misioneros de esperanza entre los pueblos»
Además, el papa León ha afirmado que «no hay llanto que Dios no consuele, ni lágrima que esté lejos de su corazón». «El Señor nos escucha, nos abraza tal como somos para hacernos como es Él», ha añadido. En cambio, quien rechaza la misericordia de Dios, «permanece incapaz de misericordia para con el prójimo. Quien no acoge la paz como un don, no sabrá dar la paz».
El Pontífice ha explicado que el don de la fe sostiene también «nuestro compromiso con la justicia, porque creemos que Dios salva al mundo por amor, liberándonos del fatalismo». Cristo mismo, «es el justo que nos hace justos, como atestiguan los nuevos santos de hoy. No son héroes, o paladines de un ideal cualquiera, sino hombres y mujeres auténticos».
Al concluir la homilía, el Papa ha pedido la intercesión de los nuevos santos y santas canonizados este día: «Que su ejemplo nos inspire en la común vocación a la santidad. Mientras peregrinamos hacia esa meta, no nos cansemos de orar, cimentados en lo que hemos aprendido y creemos firmemente. De ese modo, la fe en la tierra sostiene la esperanza en el cielo».
Antes del rezo del Ángelus, el papa León ha dado las gracias por la presencia de los fieles congregados en la plaza de San Pedro y saludado especialmente al presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, al presidente del Líbano, Joseph Aoun, y a las delegaciones oficiales de Armenia y Venezuela.
El Pontífice además ha recordado la celebración del Día Mundial de las Misiones, subrayando que «toda la Iglesia es misionera, pero en este día rezamos especialmente por aquellos hombres y mujeres que lo han dejado todo para llevar el Evangelio a quienes no lo conocen. Son misioneros de esperanza entre los pueblos».
Por último, el Papa ha expresado su preocupación por las dolorosas noticias procedentes de Myanmar, que informan de «continuos enfrentamientos armados y bombardeos aéreos, incluso dirigidos a personas e infraestructuras civiles». Ha renovado su llamamiento « para que se alcance un alto el fuego inmediato y efectivo. ¡Que los instrumentos de la guerra den paso a los de la paz, a través de un diálogo inclusivo y constructivo!» y ha encomendado a la intercesión de la Virgen María y de los nuevos santos «nuestra continua oración por la paz, en Tierra Santa, en Ucrania y en otros lugares en guerra».
(GV) (Agencia Fides 19/10/2025)