VATICANO - Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz: "Donde y cuando el hombre se deja iluminar por el resplandor de la verdad, emprende de modo casi natural el camino de la paz."

miércoles, 14 diciembre 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El primer Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el primer día del nuevo año, está basado en una cita de la Constitución pastoral "Gaudium et spes" (cfr. n.3) recordando así una vez más, el 40° aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II.
El Mensaje, titulado "En la verdad, la paz", se abre con el recuerdo del Papa Pablo VI y Juan Pablo II, "inspirados artífices de paz", tras cuyas huellas se sitúa también Benedicto XVI, quien reafirma ante todo "la firme voluntad de la Santa Sede de continuar sirviendo a la causa de la paz". En particular, el Papa subraya: " El nombre mismo de Benedicto, que adopté el día en que fui elegido para la Cátedra de Pedro, quiere indicar mi firme decisión de trabajar por la paz. En efecto, he querido hacer referencia tanto al Santo Patrono de Europa, inspirador de una civilización pacificadora de todo el Continente, así como al Papa Benedicto XV, que condenó la primera Guerra Mundial como una «matanza inútil» y se esforzó para que todos reconocieran las razones superiores de la paz”.
Ilustrando el tema de reflexión, el Mensaje subraya que "donde y cuando el hombre se deja iluminar por el resplandor de la verdad, emprende de modo casi natural el camino de la paz.". La paz no puede reducirse a la simple ausencia de conflictos armados, sino "el resultado de un orden diseñado y querido por el amor de Dios, la paz tiene su verdad intrínseca e inapelable,". La paz por lo tanto, es " don celestial y una gracia divina, que exige a todos los niveles … conformar —en la verdad, en la justicia, en la libertad y en el amor— la historia humana con el orden divino". El bien de la paz no puede realizarse cuando falta la adhesión al orden trascendente de las cosas, el respeto de la ley moral universal, se obstaculiza y se impide el desarrollo integral de la persona y la tutela de sus derechos fundamentales, cuando muchos pueblos se ven obligados a sufrir injusticias y desigualdades intolerables.
Haciendo referencia a la Sagrada Escritura, el Mensaje recuerda "la mentira pronunciada al principio de la historia por el ser de lengua bífida", y a esta “está relacionado el drama del pecado y sus consecuencias perversas, que han causado y siguen causando efectos devastadores en la vida de los individuos y de las naciones". Aquí se recuerdan los aberrantes sistemas ideológicos y políticos del siglo pasado que tergiversado la verdad “han llevado a la explotación y al exterminio de un número impresionante de hombres y mujeres". "La auténtica búsqueda de la paz requiere tomar conciencia de que el problema de la verdad y la mentira concierne a cada hombre y a cada mujer, y que es decisivo para un futuro pacífico de nuestro planeta". Dado que la paz es un anhelo presente en el corazón de toda persona, "cada uno ha de sentirse comprometido en el servicio de un bien tan precioso, procurando que ningún tipo de falsedad contamine las relaciones, ya que todos los hombres pertenecen a una misma y única familia".
En el caso de un conflicto en acto, el Mensaje evidencia la necesidad de respetar el derecho internacional humanitario, que "ha de considerarse como una de las manifestaciones más felices y eficaces de las exigencias que se derivan de la verdad de la paz". La Santa Sede siempre ha expresado su apoyo a este derecho "convencida de que, incluso en la guerra, existe la verdad de la paz. ". El Santo Padre agradece después y anima a las Organizaciones Internacionales, que trabajan por aplicar el derecho internacional humanitario, a los soldados "empeñados en delicadas operaciones para controlar los conflictos y restablecer las condiciones necesarias para lograr la paz" y los Obispados castrenses y capellanes militares, invitados a ser " fieles evangelizadores de la verdad de la paz”.
Constatando que "la verdad de la paz sigue estando en peligro y negada de manera dramática por el terrorismo" el Mensaje reafirma la decidida condena de toda forma de terrorismo ya expresada varias veces. El Papa Benedicto XVI subraya que tales diseños criminales "se inspiran con frecuencia en un nihilismo trágico y sobrecogedor" y también en el fanatismo religioso, "que hoy se llama frecuentemente fundamentalismo". El Santo Padre explica que "aun cuando tienen orígenes diferentes y sus manifestaciones se producen en contextos culturales distintos, el nihilismo y el fundamentalismo coinciden en un peligroso desprecio del hombre y de su vida y, en última instancia, de Dios mismo" y por ello, exhorta: “En el análisis de las causas del fenómeno contemporáneo del terrorismo es deseable que, además de las razones de carácter político y social, se tengan en cuenta también las más hondas motivaciones culturales, religiosas e ideológicas”.
El Papa llama después a todos los católicos a "intensificar en todas las partes del mundo el anuncio y el testimonio del «Evangelio de la paz», proclamando que el reconocimiento de la plena verdad de Dios es una condición previa e indispensable para la consolidación de la verdad de la paz". Los creyentes en Cristo deben ser "testigos convincentes de Dios, que es verdad y amor al mismo tiempo, poniéndose al servicio de la paz, colaborando ampliamente en el ámbito ecuménico, así como con las otras religiones y con todos los hombres de buena voluntad”.
En la parte final del Mensaje el Papa Benedicto XVI señala con satisfacción "la disminución numérica de los conflictos armados", pero que no debe hacer en todo caso hacer olvidar "las numerosas situaciones en las que el conflicto es como el fuego bajo la ceniza". El Santo Padre recuerda después el sentido de responsabilidad de las autoridades que utilizan su legítimo poder para fomentar entre los pueblos sentimientos de desprecio hacia otros pueblos y naciones y "los programas de algunos gobiernos decididos a utilizar la energía nuclear para dotar a sus países de armas terribles y mortales". "¿Qué futuro de paz será posible si se continúa invirtiendo en la producción de armas y en la investigación dedicada a desarrollar otras nuevas?" ? Mientras se asiste a un preocupante estancamiento del proceso de desarme, el Papa pide que se empleen los recursos ahorrados con el desarme en proyectos de desarrollo de los pueblos, sobre todo de los más pobres. (S.L) (Agencia Fides 14/12/2005 - Líneas: 73 Palabras: 1097)


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