ÁFRICA/LIBIA - Los migrantes viven un infierno en los campos de refugiados, entre hambre, violencia y enfermedad

lunes, 15 junio 2020 migrantes   refugiados   violencia   coronavirus   enfermedades   hambre   derechos humanos  

Trípoli (Agencia Fide) - Hambre, enfermedades (en particular, coronavirus), violencia: la situación de los migrantes en Libia es cada vez más difícil. “Los africanos están aterrorizados”, señala a la Agencia Fides Mussie Zerai, un sacerdote de la Eparquía de Asmara, siempre atento a los problemas de inmigración. “No tienen ninguna certeza. Quienes viven en uno de los 22 campos de refugiados administrados por el gobierno de Trípoli ya no saben a quién dirigirse: los comandantes a menudo están confabulados con los traficantes, los políticos están ausentes, los militares son violentos”. En los centros de Tripolitania hay unos cinco mil prisioneros. Son eritreos, etíopes, somalíes, sudaneses. Otros campos se encuentran en Cirenaica. También hay muchos centros ilegales administrados directamente por las milicias. Están llenos de personas que huyen de la pobreza en buscan un futuro mejor en Europa.
Muchos se han visto atrapados en Libia, donde la guerra civil entre las milicias que obedecen al gobierno de acuerdo nacional, liderado por Fayez al-Serraj (con sede en Trípoli), y las fuerzas del general Khalifa Haftar (en Benghazi) no se detiene. En los últimos meses, los enfrentamientos, especialmente en las afueras de Trípoli, han sido muy duros. Y han empeorado con la intervención de actores internacionales: Turquía, de la parte de al-Sarraj; Rusia, Emiratos Árabes Unidos y Egipto en apoyo de Haftar.
Se han probado armas nuevas y mortales en el campo de batalla, como los drones kamikaze utilizados por las milicias de Tripolitania para detener el avance de las fuerzas de Cirenaica. Y, a pesar de una nota de la UNSMIL (la misión de la ONU en Libia) que anunció la reanudación del diálogo entre las partes para alcanzar un alto el fuego, todavía hay combates en el territorio.
“Los combates - continúa Abba Mussie -, también impiden los controles de las Naciones Unidas. Como comunidad eritrea, pedimos a la ACNUR (agencia de la ONU para los refugiados) que verifique las condiciones de los migrantes en algunos campamentos. Los funcionarios del Palacio de Cristal no han podido llegar ni entrar a ninguno de los centros. Y no estamos seguros de lo que sucede en estas estructuras”.
La comunicación con los detenidos es muy difícil. “Algunos de ellos tienen teléfonos - continúa Abba Mussie -, pero no pueden llamar ni hablar. El riesgo es que los carceleros destruyan o confisquen los teléfonos celulares. Por eso, ni siquiera sabemos en qué condiciones higiénico-sanitarias viven”.
En condiciones normales en los campos ya no había asistencia médica y las enfermedades pulmonares y de la piel estaban muy extendidas. A esto, se ha agregado el coronavirus en las últimas semanas. Se han registrado oficialmente 152 casos y 5 muertes, pero los combates hacen imposible hacer un censo más preciso de la epidemia. “En los centros - observa Abba Mussie -, la gente está hacinada. No pueden mantener la distancia. Tampoco se han distribuido suministros médicos. Tememos que el virus pueda propagarse rápidamente y causar numerosas víctima”.
En esta situación, a la pequeña Iglesia Católica local le resulta difícil intervenir en apoyo de los migrantes. “La lucha y la violencia generalizada - concluye el sacerdote -, hacen que sea imposible cualquier movimiento. Aunque quiera, ni siquiera puedo decir a los chicos y chicas que vayan a las iglesias de Trípoli. El riesgo es que, tan pronto como se muevan, sean golpeados y les roben. La situación es difícil. El conflicto debe detenerse y las organizaciones humanitarias deben poder intervenir lo antes posible a favor de estos migrantes que viven un infierno”.
(EC) (Agencia Fides 15/6/2020)


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