VATICANO - “La Eucaristía es nuestra fiesta”: encuentro de catequesis y oración del Santo Padre Benedicto XVI con los niños de Primera Comunión

lunes, 17 octubre 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Fueron más de cien mil los niños de Primera Comunión con sus padres, catequistas y sacerdotes, que el sábado por la tarde, 15 de octubre, acogieron la invitación del Santo Padre Benedicto XVI de participar en un "especial encuentro de catequesis sobre la Eucaristía", un "encuentro alegre ". En vísperas de la conclusión del Año de la Eucaristía, mientras se desarrolla la asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el misterio eucarístico, este encuentro "será una circunstancia oportuna y bella para reafirmar el papel esencial que el sacramento de la Eucaristía reviste en la formación y crecimiento espiritual de los niños" dijo el Santo Padre anunciando la iniciativa en el ángelus del 12 de junio.
Ha sido una gran "reunión alegre" en torno a la Eucaristía, como subrayaba el título dado al encuentro: “La Eucaristía es nuestra fiesta". El encuentro tuvo dos partes: la primera parte que duro alrededor de media hora y la segunda una hora y un cuarto. La primera parte de la manifestación contó con la ejecución de cantos y piezas musicales, con la intervención de actores y cantantes particularmente queridos entre los más jóvenes, que dieron su testimonio sobre el tema de la fiesta, de la paz, de la fraternidad. También estuvieron presentes los payasos de Bucarest, que recuperan a jóvenes de la calle rumanos enseñándoles el arte circense. En particular la ejecución del canto "Centinelas de la mañana”, que recuerda la exhortación del Papa Juan Pablo II a los jóvenes reunidos en Tor Vergata en agosto del 2000 durante el Jubileo, estuvo acompañada por la transmisión de algunas escenas filmadas que mostraban diversos encuentros del Papa Wojtyla con los niños en todo el mundo.
El Santo Padre Benedicto XVI, que llegó a la plaza en coche descubierto, quiso saludar a los millares de niños presentes, que se llegaban hasta el inicio de la Via de la Conciliación. Una vez llegado frente a la fachada de la Basílica, acogido por las coreografías de grupos juveniles y el ondeo de millares de pañuelos blancos sobre los que estaba impreso el logotipo del encuentro, tuvo inicio la segunda parte del encuentro, dedicada completamente a la oración y catequesis que culminó con la adoración eucarística.
Emanuele, de diez años dirigió, en nombre de todos, el saludo al Papa, hablando de su experiencia cuando recibió a Jesús Eucaristía por primera vez y concluyó su intervención con un “te queremos”, corriendo a abrazar a Benedicto XVI. Luego la lectura de la primera carta de S. Paolo apóstol a los Corintios (11,23-26) en la que el apóstol recuerda lo que ocurrió la tarde en que el Señor Jesús instituyó la Eucaristía, el salmo 147 interrumpido por el estribillo "Laudate omnes gentes, laudate dominum" y el pasaje evangélico de la multiplicación de los panes y los peces (Lc 9, 11b-17).
En este momento, el Santo Padre ha tenido la catequesis en forma dialogada, contestando a las preguntas que le hacían algunos niños. Recordando su Primera Comunión, Benedicto XVI dijo: "Ese día estaba realmente lleno de una gran alegría, porque Jesús vino a mí y entendí que empezaba una nueva etapa en mi vida, y que era importante permanecer fiel a este encuentro, a esta comunión". Sobre la necesidad de confesarse cada vez que se comulga, aunque se cometan los mismos pecados, el Santo Padre ha subrayado que es necesario confesarse cuando se ha cometido un pecado realmente grave, ofendido intensamente a Jesús, de modo que la amistad queda destruida y se debe recomenzar de nuevo". Acerca de la confesión regular, el Papa puso en evidencia que "es muy útil confesarse regularmente, para cultivar la limpieza y la belleza del alma y madurar paulatinamente en la vida."
Otra pregunta tuvo por tema la presencia de Jesús en la Eucaristía: "Yo no lo veo” dijo Andrea y el Santo Padre respondió: "Precisamente las cosas más profundas, las que llevan realmente la vida y el mundo, nos las ven pero podemos ver de ello y sentir de ello los efectos… Así es para el Dios Renacido: no las vemos con nuestros ojos, pero vemos que dónde está Jesús los hombres cambian, se hacen mejores. Hay mayor capacidad de paz, de reconciliación."
Continuando con las respuestas a las preguntas de los niños, el Santo Padre subrayó el valor de la Misa dominical ("Encontrarnos con Jesús nos enriquece, es un elemento importante para nuestra vida… Será una luz para el domingo para toda nuestra familia"); la importancia de la Comunión en la vida de todos los días ("Sirve para encontrar el centro de la vida… Si Dios está ausente en mi vida, si Jesús está ausente, falta una guía, falta una amistad esencial, falta una alegría importante de la vida, la fuerza de crecer como hombre, de superar mis vicios y de madurar humanamente"); el significado de la expresión "Jesús pan de vida" ("Así como necesitamos nutrirnos corporalmente para vivir, también el espíritu, el alma, la voluntad necesitan alimentarse… Jesús mismo es el nutrimento de nuestra alma, del hombre interior, de quien necesitamos") y de la adoración eucarística ("la adoración es reconocer que Jesús es mi Señor, que Jesús me enseña el camino que debo tomar y yo vivo bien sólo si conozco el camino indicado por Jesús… Adorar es decir: Jesús, yo soy tuyo, te sigo en mi vida, no quisiera perder nunca esta amistad, esta comunión contigo").
Al término de la catequesis, un grupo de niños con velas y flores, han acompañado la procesión que llevaba hasta el altar el Santísimo Sacramento para la adoración eucarística, durante la que se alternaban momentos de silencio, cantos e invocaciones. Todas las palabras estaban dirigidas al Señor Eucarístico y la atención de los niños fue realmente excepcional, a pesar de lo avanzado de la hora y del cansancio del día. Esta parte del encuentro fue sin duda la más intensa desde el punto de vista espiritual. En la plaza de san Pedro se percibía que algo único estaba ocurriendo: nunca, en efecto, se habían reunido tantos niños para honrar el Santísimo Sacramento solemnemente expuesto. De rodillas junto al Papa para adorar a Jesús, en el Año de la Eucaristía, junto a muchos Obispos y Cardenales presentes en el Sínodo. Un mensaje que no necesita comentarios. Después de impartir la bendición eucarística, el Santo Padre despidió la asamblea dando las gracias a todos por esta "fiesta de fe"; con el rostro visiblemente alegre y conmovido dirigió a toda la asamblea y a los organizadores, un gran "gracias." (S.L) (Agencia Fides 17/10/2005, Líneas: 75 Palabras: 1106)


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