VATICANO - La importancia del canto en la adoración eucarística: una reflexión

lunes, 10 octubre 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Publicamos una reflexión del p. Hermann Geissler de la Familia espiritual "La obra", Oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre la importancia del canto en la oración y durante la adoración eucarística.
"Quien canta, reza dos veces" (San Agustín). En nuestra Comunidad - la Familia espiritual "La obra", fundada por la Madre Giulia Verhaeghe, belga (1910-1997), reconocida por Juan Pablo II en el 2001 como "Familia de Vida Consagrada” y hoy presente y operante en 13 Países - el canto constituye un aspecto central de la vida de oración. Cantamos durante la Misa en la mañana, cantamos partes de la liturgia de las horas durante el día, cantamos sobre todo durante la hora de adoración eucarística que concluye cada una de nuestra jornadas.
El canto expresa la dimensión más profunda de nuestra vocación, esto es, alabar y glorificar el Dios uno y trino. El Concilio Vaticano II nos recuerda que en la liturgia terrena "con todas las filas de la milicias celestes cantamos al Señor el himno de gloria" (Cost Sacrosanctum Concilium, n. 8). El canto nos hace saborear la gloria del cielo, nos ayuda a dar gracias a Dios por las maravillas que ha realizado y continua realizando, nos lleva a bendecir al Señor con nuestra voz, con nuestro corazón, con todo nuestro ser. "Nuestra vida debe ser una alabanza de Dios", dijo la Madre Giulia.
El canto subraya luego la belleza de la adoración. La oración no es sólo un deber, es ante todo un privilegio, un don que nos permite profundizar nuestra amistad personal con Cristo. La adoración, que presupone y favorece la disponibilidad a la conversión continua, llena nuestro corazón de verdadera alegría, la alegría de que Dios está tan cercano, la alegría que se expresa en el canto. San Pablo escribe: "La palabra de Cristo habite entre vosotros con toda su riqueza; instruios y amonestaos mutuamente; cantad agradecidos a dios en vuestros corazones con salmos, himnos y cánticos inspirados " (Col 3,16).
Además el canto sagrado es un modo excelente para expresar nuestro amor y respeto a la majestad de Dios. Cuando nos arrodillamos ante el Santísimo, adoramos al mismo Dios que los serafines aclaman con las palabras "Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos. Toda la tierra está llena de su gloria" (Is 6,3). Es por lo tanto conveniente que también nosotros glorifiquemos a Dios con nuestra voz, reconociendo su santidad y su misericordia y expresando juntos nuestra fe en su presencia real.
En nuestra Comunidad cantamos himnos en latín y en las lenguas vulgares, usamos cantos tradicionales y modernos, valorizamos el canto gregoriano y también la polifonía. De este modo se manifiesta una característica de la Iglesia católica, que es su unidad en la pluralidad. La única fe se expresa en la diversidad de los cantos y melodías que reflejan las riquezas espirituales de los distintos pueblos y épocas de la historia. Así se realiza la palabra de Jesús: "Así todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo” (Mt 13,52).
Por último, el canto también es para nosotros un modo de expresar, ante el Señor eucarístico, la complementariedad entre la Comunidad sacerdotal y la Comunidad de consagrados, que componen el núcleo de nuestra Familia espiritual. A veces cantamos juntos, a veces alternamos entre voces femeninas y voces masculinas. De este modo, manifestamos, por una parte, que todos estamos llamados a ser una alabanza de Dios y, por otra, que tenemos vocaciones distintas que tratamos de vivir con alegría y en el cumplimiento recíproco, para llegar a ser una bella "sinfonía" para la gloria de Dios y el bien de la Iglesia.
La adoración depende sobre todo de la actitud del corazón que se somete libre y humildemente a Dios. Pero como el Verbo se hizo carne, la actitud de nuestro corazón debe manifestarse en nuestros gestos, en nuestra vida y también en nuestro canto. (P. Hermann Geissler FSO) (Agencia Fides 10/10/2005, Líneas: 48 palabras: 686)


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