VATICANO - Sínodo de Obispos - Meditación del Santo Padre Benedicto XVI en la apertura de los trabajos: el Señor "llama a la puerta, es parecido y así está cercana la verdadera alegría, que es más fuerte que todas las tristezas del mundo, de nuestra vida"

martes, 4 octubre 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Con el canto de la hora Tercia, comenzaron la mañana de lunes 3 de octubre, los trabajos de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos. Después de la lectura breve, el Santo Padre Benedicto XVI tuvo una reflexión en la que ha subrayado “los cinco imperativos y una promesa" presentadas por el apóstol Paolo. A continuación proponemos algunos pasajes extraídos de la meditación del Pontífice.
El primer imperativo es muy frecuente en las Cartas de San Pablo, es más, se podría decir que es casi el “cantus firmus” de su pensamiento: “gaudete”... Si el amado, el amor, el más grande don de mi vida, está cerca, si puedo estar convencido que aquel que me ama está cerca de mí, también en las situaciones de tribulación, queda en el fondo del corazón la alegría que es más grande que todos los sufrimientos… El apóstol puede decir “gaudete” porque el Señor está cerca de cada uno de nosotros. Y así, este imperativo es en realidad una invitación para darse cuenta de la presencia del Señor cerca de nosotros".
El segundo imperativo “perfecti estote” nos invita a ser aquello que somos: Imagen de Dios, seres creados con relación al Señor, espejo en el que se refleja la luz del Señor. "Así, en este imperativo, nuestra alma aparece como una red apostólica que aún no funciona bien, porque está lacerada por nuestras propias intenciones; o como un instrumento musical en el cual lamentablemente una cuerda está rota, y entonces la música de Dios que debería sonar desde lo profundo de nuestra alma no puede resonar bien. Rehacer este instrumento, conocer las laceraciones, las destrucciones, las negligencias, cuanto es descuidado, y buscar que este instrumento sea perfecto, sea completo y que sirva para aquello para lo que ha sido creado por el Señor. Y así, este imperativo puede ser también una invitación al examen de conciencia regular… Es también una invitación al Sacramento de la Reconciliación…"
Luego "exortamini invicem". " La corrección fraterna es una obra de misericordia. Ninguno de vosotros se ve bien a sí mismo, ve bien sus faltas. Es un acto de amor, para ser complemento el uno del otro, para ayudar a verse mejor, a corregirse. Justamente una de las funciones de la colegialidad es aquella de ayudarnos, en el sentido también del imperativo precedente, de conocer las lagunas que nosotros mismos no queremos ver, de ayudarnos para que estemos abiertos y podamos ver estas cosas. Naturalmente, esta gran obra de misericordia… exige mucha humildad y amor… No sólo corregir, sino también consolar, compartir los sufrimientos del otro, ayudarle en las dificultades. Y también este me parece un gran acto de verdadero afecto colegial."
"Ídem sapite": " Tened el mismo sabor por las cosas, tened la misma visión fundamental de la realidad, con todas las diferencias que no sólo son legítimas sino también necesarias… Cómo podríamos tener en sustancia un pensamiento común que nos ayude a guiar juntos la Santa Iglesia si no es compartiendo juntos la fe que no ha sido inventada por ninguno de nosotros, sino que es la fe de la Iglesia, el fundamento común que nos lleva, sobre el cual estamos y trabajamos?... podemos tener juntos la fe de la Iglesia, porque con esta fe entramos en los pensamientos, en los sentimientos del Señor. Pensar junto con Cristo".
"Y así el último imperativo "pacem habete et eireneuete", es casi el resumen de los cuatro imperativos anteriores, estando así en unión con Dios que es nuestra paz, con Cristo que nos ha dicho: “pacem dabo vobis”. Estamos en la paz interior, porque estar en el pensamiento de Cristo une nuestro ser… Así nace la paz interior y sólo si estamos fundados en una profunda paz interior podemos ser personas de la paz también en el mundo, para los otros”.
"La promesa precede los imperativos y hace realizables los imperativos y siga también tal realización de los imperativos. Es decir, antes de todo cuanto hacemos nosotros, el Dios del amor y de la paz se ha abierto a nosotros, está con nosotros… Toda nuestra acción, de la que hablan los cinco imperativos, es un cooperar, un colaborar con el Dios de la paz que está con nosotros. Pero vale, por otro lado, en la medida en que nosotros realmente entramos en esta presencia que ha donado, en este don ya presente en nuestro ser. Crece naturalmente su presencia, su ser con nosotros". (S.L) (Agencia Fides 4/10/2005, Líneas: 53 Palabras: 787)


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