VATICANO - El Papa en la audiencia general comenta el Salmo 71: "el elemento decisivo para reconocer la figura del rey mesiánico es sobre todo la justicia y su amor hacia los pobres"

miércoles, 15 diciembre 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Esta mañana, 15 de diciembre, el Santo Padre Juan Pablo II ha tenido la audiencia general en dos momentos: en la Basílica Vaticana se ha reunido con jóvenes y estudiantes procedentes de diversas regiones de Italia, y posteriormente, en el aula Pablo VI, se ha encontrado con los peregrinos y fieles de diversas partes del mundo. En el discurso en lengua italiana, el Papa ha comentado la segunda parte del Salmo 71 (versículos 12-19) “Reino de paz y bendición" (Vísperas del jueves de la II semana, lectura: Sal 71,12-13.17-19).
Se trata de un himno real-mesiánico dedicado a la figura gloriosa del rey Mesías. "El elemento decisivo para reconocer la figura del rey mesiánico es sobre todo la justicia y su amor hacia los pobres - ha explicado el Papa -. Ellos sólo le tiene a El como punto de referencia y fuente de esperanza, ya que es el representante visible de su único defensor y dueño, Dios."
Dado que los soberanos de Israel, en realidad, desmintieron con demasiada frecuencia este compromiso suyo, prevaricando con los débiles, con los indigentes y los pobres, ahora "la mirada del salmista se dirige hacia un rey justo, perfecto, encarnado por el Mesías, el único soberano dispuesto a rescatar a los oprimidos «de la violencia y la opresión»”... "El Señor es el «rescatador-redentor» principal que actúa visiblemente a través del rey-Mesías, defendiendo ‘la vida y la sangre’ de los pobres, sus protegidos".
El Salmo 71 acaba, en su redacción originaria, con una aclamación en honor del rey-Mesías, rica "en elementos que pertenecen al estilo de las composiciones de corte, con el énfasis que les es propio. Pero ya estas palabras adquieren su verdad en la acción del rey perfecto, esperado y deseado, el Mesías. Según una característica de los poemas mesiánicos, toda la naturaleza queda involucrada en una transformación que es ante todo social: el trigo de las mies será tan abundante que se convertirá casi en un mar de espigas que ondean hasta las cimas de los montes. Es este el signo de la bendición divina que se difunde en plenitud sobre una tierra pacificada y serena". En el rostro de este rey-Mesías la tradición cristiana ha intuido el retrato de Jesucristo, san Agustín, releyendo el canto en clave cristológica, explica que "los pobres e indigentes a los que Cristo sale en su ayuda son "el pueblo de los creyentes en El". (S.L) (15/12/2004 Agencia Fides; Líneas: Palabras:


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