AMERICA/MEXICO - Congreso Eucarístico Internacional - "No separemos nunca de la Celebración Eucarística el mandamiento del amor y el servicio a los hermanos necesitados" afirma el Card. Ricardo Vidal, Arzobispo de Cebu

viernes, 15 octubre 2004

Guadalajara (Agencia Fides) - El 48º Congreso Eucarístico Internacional en su cuarto día de trabajo ha profundizado el tema: "La Eucaristía, Misterio de Comunión y Centro de la vida de la Iglesia". El relator encargado de enfocar este aspecto ha sido el Card. Ricardo Vidal, Arzobispo de Cebu (Filipinas). El Cardenal Vidal ha articulado su catequesis en 3 aspectos fundamentales: "La Eucaristía nos une al Misterio Pascual de Cristo"; “La Eucaristía edifica la Comunión Eclesial"; "La Eucaristía nos une a los otros como hermanos".
En el Cenáculo, "altar del mundo”, las palabras y las acciones de Jesús constituyen el Misterio Eucarístico, y son los medios que nos han sido dados para participar en su Sacrificio, como si estuviéramos allí presentes. "Entre las palabras que Él pronunció está el mandamiento de amarnos los unos a los otros, tal como Él nos amó, y entre sus gestos está el lavatorio de los pies a los discípulos. Estas palabras y estas acciones encuentran su sentido pleno en la Eucaristía.... La Eucaristía podrá ser el Misterio de comunión y de vida de la Iglesia si no separamos nunca de la Celebración Eucarística el mandamiento del amor y el servicio a los hermanos necesitados."
En efecto las acciones y las palabras de Jesús durante la última Cena son el fundamento de la nueva comunidad mesiánica, del Pueblo de la Nueva Alianza, la Asamblea del pueblo de Dios unida en su amor. Además - continuó el Arzobispo de Cebu - "los demás reconocerán la presencia del Señor entre nosotros por el amor mutuo que nos tengamos. Este mandamiento tiene sus raíces en la Eucaristía no sólo porque ha sido dado por Jesús a sus Apóstoles, sino porque la Eucaristía es su expresión y cumplimiento".
El Card. Vidal ha subrayado con fuerza el concepto de que "los cristianos tienen que vivir en sintonía con las exigencias del Misterio Eucarístico: el Misterio no tiene que ser atenuado para hacerlo más accesible a los deseos de los cristianos". Esto requiere de nosotros una "participación en la construcción de la unidad, por medio de una activa y responsable colaboración, con caridad, humildad y amor por la verdad" (UR, 11) ya que la unidad entre los cristianos se fundamenta en la caridad y la humildad. Por lo tanto, la fraternidad constituye un elemento esencial y no solamente una manifestación exterior de nuestra comunión: "El Señor presente especialmente en las especies eucarísticas, no está menos presente en nuestros hermanos y hermanas. Por tanto, reconocer al Señor en el pan y en el vino e ignorarlo cuando se hace presente en el pobre, en el enfermo, en el prisionero... es dividir la Eucaristía del contexto de la comunión y de la vida cristiana."
Concluyendo su catequesis, el Cardenal afirmó: "La Eucaristía no puede separarse de la presencia del Señor en nuestra vida cotidiana. La Eucaristía es la cumbre y el centro de la vida cristiana, pero sin base no hay cumbre: sin una realidad alrededor, no puede haber centro. Por tanto, separada de la vida cotidiana, la devoción a la Eucaristía se convertirá en pietismo. Si nuestras iglesias están vacías es porque, a lo largo del tiempo, la presencia de Jesús en las especies eucarísticas se ha separado de su presencia en la cotidianidad de nuestra existencia". Continuando en esta óptica puntualizó que la crisis de vocaciones está en relación directa con la Eucaristía: "Si diluimos la devoción hacia la Eucaristía, la vocación se presenta solamente como un trabajo social. Si, por el contrario, presentamos la Eucaristía como lo que es, la vocación se transforma en una respuesta que satisface los anhelos del alma". (R.Z) (Agencia Fides 15/10/2004; Líneas: 43 palabras: 633)


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