AMERICA/PERÚ - El arzobispo de Cuzco, Mons. Juan Antonio Ugarte Pérez, en Roma para recibir el Palio: "¡Nuestros pueblos tienen hambre de Dios! Faltan sacerdotes y no tenemos la posibilidad de llegar a todos nuestros fieles. Las sectas religiosas aprovechan esta situación para hacer nuevos adeptos"

miércoles, 30 junio 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Recibir el Palio de manos de Juan Pablo II tiene para mí un doble valor, porque el Palio es, en si mismo, símbolo de la misión que me es confiada, esto es, la tarea de ser "Pastor". Además Juan Pablo II, verdadero don de Dios a la humanidad de nuestro tiempo, es un ejemplo vivo y elocuente de fidelidad, de confianza y de donación total a Aquel que le ha confiado la atención pastoral de su rebaño, de fidelidad perseverante y valiente a su misión, de innegable amor hacia cada uno de sus hijos. En este tiempo de debilidad física, el Papa es tanto más fuerte y creíble, precisamente porque en la fragilidad de sus fuerzas físicas nos llamar a tener confianza incondicional en El que nos ha llamado. Jesús conoce nuestros límites y nuestra indignidad; sin embargo, nos ha elegido, por lo tanto es Él quien nos dará la fuerza y el ánimo para cumplir esta delicada misión si nosotros, como ovejuelas, nos dejamos conducir por el "Buen Pastor". Son los sentimientos que Su Exc. Mons. Juan Antonio Ugarte Pérez, Arzobispo de Cuzco, ha confiado a la Agencia Fides con ocasión de la imposición del Palio por parte del Santo Padre.
"El material del que está hecho el palio - lana de oveja - nos recuerda al espíritu con que tenemos que desarrollar nuestra tarea: con aquella sencillez, ternura, premura y cuidado de Jesús "Buen Pastor" que está atento a cada una de sus ovejitas, pero reserva una atención particular a aquellos que amenazan con extraviarse y, por lo tanto, están más necesitadas de atención " añade Mons. Ugarte.
Delineando los principales desafíos pastorales que deben afrontar su Archidiócesis y toda la Iglesia del Perú, el Arzobispo de Cuzco subraya que la primera urgencia "es la escasez de sacerdotes en proporción a la cantidad de fieles que deben atender. A causa de esta situación, desgraciadamente no tenemos la posibilidad real de llegar a todos nuestros fieles. Nuestras iglesias están llenas de fieles, pero para la mayor parte ellos son "anónimos", es imposible llegar a conocer a cada uno de ellos. De esta situación se aprovechan las sectas religiosas para hacer nuevos adeptos: la gente en efecto, tiene hambre de Dios y, por lo tanto, siguen al primero que les habla de Dios."
En este contexto, los esfuerzos del Arzobispo de Cuzco apuntan sobre todo a la pastoral vocacional, a despertar vocaciones sacerdotales y religiosas, a la atención y formación de seminaristas y sacerdotes: "Gracias a Dios en mi diócesis tengo en estos momentos 80 seminaristas, a los que estoy dedicando todas mis energías: trato de seguirlos muy de cerca, a menudo visitándolos y hablando con sus formadores."
La fuerte falta de sacerdotes y los niveles mas bien bajos de formación cristiana de la población, han llevado a una crisis de valores éticos y morales: la mayoría de los nacimientos se producen fuera del matrimonio, fruto de parejas no constituidas. "Nuestros esfuerzos están orientados a la formación a largo plazo, a todos los nivel, para que las nuevas generaciones redescubran el valor fundamental de la familia y los valores éticos y morales que deben regir una sociedad. Nuestra pastoral también está orientada a intentar transformar las uniones libres en verdaderas familias". "Pero todo esto exige tiempos largos - subraya Mons. Ugarte Pérez -, no podemos ilusionarnos con cambiar las mentalidades en tiempos breves, esto requiere una maduración lenta y progresiva".
Otra cuestión particularmente preocupante es el grave crisis institucional que está viviendo Perú. Las investigaciones estadísticas sobre el grado de aceptación de los gobernadores y sobre la fiabilidad de las instituciones son muy bajas. "Desde hace años la Iglesia es el único punto de referencia moral que tiene el país. Frente a una población que mira con esperanza a la Iglesia, esta tiene la grave responsabilidad de no decepcionarla, antes bien, hacer que sus acciones y su vida sean ejemplares, den testimonio de coherencia entre lo que se predica y lo que se vive. Si el buen ejemplo es siempre necesario - concluye el Arzobispo -, indudablemente lo es mucho más en Perú, dónde se vive una grave crisis institucional, de gobierno, de valores éticos y morales y una fuerte presencia de sectas religiosas. (R.Z) (Agencia Fides 30/6/2004; Líneas: 52 Palabras: 756)


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