VATICANO - VI Congreso mundial de la pastoral para los migrantes y los refugiados: “no puede darse un desarrollo efectivo si no se favorece el encuentro entre los pueblos, el diálogo entre las culturas y el respeto de las legítimas diferencias”

martes, 10 noviembre 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Si el fenómeno migratorio es antiguo cuanto lo es la historia de la humanidad, este no había nunca asumido una relevancia tan grande en lo que se refiere a consistencia y complejidad de problemáticas, como en nuestros días. Interesa ya a casi todos los países del mundo y se inserta en el vasto proceso de la globalización. Mujeres, hombres, niños, jóvenes y ancianos, por millones afrontan los dramas de la emigración a veces por sobrevivencia, más que para buscar mejores condiciones de vida para sí y para sus familiares”. Lo subrayó el Santo Padre Benedicto XVI recibiendo en audiencia el 9 de noviembre a los participantes del VI Congreso Mundial de la Pastoral para los Migrantes y los Refugiados que se lleva a cabo en el Vaticano del 9 al 12 de noviembre. El Papa recordó que como consecuencia de la crisis económica mundial y del enorme crecimiento de la desocupación, “muchos se ven obligados a abandonar las propias tierras y comunidades de origen; están dispuestos a aceptar trabajos en condiciones para nada acordes con la dignidad humana con una difícil inserción en las sociedades que los acogen”.
El Pontífice invitó asimismo a reflexionar “sobre las consecuencias de una sociedad basada fundamentalmente sobre el mero desarrollo material”, mientras “el desarrollo auténtico reviste siempre un carácter solidario”, por esto “es necesario dar respuestas adecuadas a los grandes cambios sociales en acto, teniendo claro que no puede darse un desarrollo efectivo si no se favorece el encuentro entre los pueblos, el diálogo entre las culturas y el respeto de las legítimas diferencias”. Sobre la enseñanza de Jesús, “la Iglesia invita a los fieles a abrir los corazones a los inmigrantes y a sus familias, sabiendo que ellos no son solamente un ‘problema’, sino que constituyen un ‘recurso’ que debe ser valorado oportunamente para el camino de la humanidad y su auténtico desarrollo”.
Los trabajos del Congreso se inauguraron con la Santa Misa del Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, en la Basílica Vaticana. Luego los cerca de 300 participantes provenientes de los cinco continentes se trasladaron al aula de trabajo, donde el Presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes y los Itinerantes, el Arzobispo Antonio M. Vegliò, tuvo el discurso de apertura durante el cual subrayó que una genuina respuesta pastoral al fenómeno migratoria en la era de la globalización debe considerar el hecho de que “es principio de justicia garantizar a todo ser humano la dignidad de pertenecer a la familia humana. La acogida al interno de esta familia, luego, es el verdadero nombre de la justicia”.
Ilustrando el tema del Congreso, el Arzobispo Agostino Marchetto, Secretario del Dicasterio, ofreció algunas cifras. “Se estima – dijo el Arzobispo – que después del 2010 habrá una media de 2,3 millones de migrantes al año desde los países en vías de desarrollo (África, Asia menos Japón, América Latina y Caribe, Oceanía menos Australia y Nueva Zelanda) hacia los que ya lo han alcanzado (América del Norte, Australia, Europa, Japón, Nueva Zelanda), asegurando así la no disminución de población. Desde 1960, el número de inmigrantes hacia las regiones más desarrolladas fue en un aumento constante, hasta llegar al valor máximo de una media de 3,3 millones de personas al año entre el 2005 y el 2008, para luego disminuir – se prevé – a 2,3 millones al año hasta el 2050. Se considera por lo tanto que en los próximos 40 años habrá una grande demanda, por parte de los países desarrollados, de trabajadores provenientes de países en vías de desarrollo”.
Acerca de la integración de los inmigrados, Mons. Marchetto destacó que “no es un camino en un sólo sentido, no debe ser recorrido sólo por el inmigrado, sino también por la sociedad de llegada. La verdadera integración por lo tanto se realiza allí donde la interacción entre los inmigrantes y la población autóctona no se limita sólo al campo económico-social, sino que se realiza en plenitud, comprendiendo también el campo cultural. Ambas partes, con todo, deben estar dispuestas a hacerlo, ya que motor de la integración es el diálogo, y ello presupone una relación recíproca”. (S.L.) (Agencia Fides 10/11/2009; líneas 47 palabras 687)


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