ASIA/CHINA - Con la muerte de Mons. Lin Xili desaparece no sólo un Obispo, sino también un héroe y un testigo de la verdad, que trabajó mucho, sufrió y rezó por la Iglesia en China

viernes, 9 octubre 2009

Wenzhou (Agencia Fides) - El 4 de octubre pasado regresó a la casa del Padre S.E.R. Mons. Santiago David LIN Xili, Obispo de la diócesis de Yungkia (Wenzhou), en la provincia de Zhejiang (China Continental). El Prelado nació el 19 de octubre de 1918 en la aldea de Gaoyang, en el condado de Leqing. En 1931 entró en el Seminario de San Vicente de la diócesis de Ningbo. Fue ordenado sacerdote el 3 de junio de 1944 por S.E.R. Mons. André Jean François Defebvre, C.M. Después de la ordenación frecuentó la Universidad Católica Fu Jen de Pekín, donde se graduó con muy buenas notas. Renunció a ser parte del cuerpo docente de la misma Universidad, y por lo tanto a la posibilidad de viajar al extranjero para hacer una especialización. Más tarde confesará haber renunciado por amor a sus fieles, que tenían necesidad de un pastor en un momento particularmente difícil.
De 1948 a 1955 se encargó de distintas actividades pastorales en la diócesis de Ningbo, mientras trabajaba como director de la escuela secundaria católica de Ningbo. En ese periodo su nombre apareció en la lista de candidatos para suceder a Mons. Defebvre. El 29 de setiembre de 1955 fue arrestado bajo la acusa de ser un contrarrevolucionario y fue condenado a 16 años de trabajos forzados.
Fue liberado durante el invierno de 1971 y decidió regresar a su pueblo natal. Durante diez años trabajó como zapatero, un trabajo – como el mismo escribió – que le permitía arreglar sus propios zapatos, desgastados por sus continuos y extenuantes viajes, que entre humillaciones y sufrimientos realizaba buscando a sus ovejas perdidas. Los trabajos que hacía como zapatero a los más pobres eran completamente gratis.
Desde 1978 hasta 1992 se dedicó principalmente a las actividades pastorales en la parroquia de Leqing. Al mismo tiempo ayudó en otras parroquias a restaurar las antiguas iglesias, dañadas durante la Revolución Cultural, y a construir nuevos lugares de culto.
El 4 de octubre de 1992 fue consagrado como primer Obispo de la diócesis de Wenzhou, creada en 1949. Durante muchos años vivió mudándose de un lugar a otro, sin un lugar estable, hasta el 8 de setiembre de 1999, cuando el Gobierno lo obligó a vivir bajo estricto control en la catedral de la diócesis.
Hace algunos años, a causa de la enfermedad de Alzheimer, fue internado en el hospital de Wenzhou. La mañana del 4 de octubre pasado, habiéndose agravado sus condiciones de salud, fue transportado a la iglesia de Qiliang, en Leqing, donde murió en la tarde.
La figura de este Obispo fue muy importante pues era un hombre de profunda fe y de ejemplar fidelidad a la Iglesia universal y al Santo Padre. Por esta fidelidad sufrió mucho. En el 2004, con ocasión del 60º aniversario de su ordenación sacerdotal recibió una bendición especial del Santo Padre, pero las autoridades le impusieron varias prohibiciones dificultando las celebraciones, como la de celebrar la Santa Misa en su calidad de Obispo, es decir sin poder usar ninguna de los signos episcopales (mitra, cruz pectoral y solideo). También se le prohibió aceptar cualquier frase de felicitación que hiciera referencia a su episcopado, bajo pena de inmediata prisión domiciliaria. Ni siquiera se le permitió festejar su aniversario con una cena junto a sus sacerdotes.
La diócesis de Yungkia (Wenzhou), en la provincia de Zhejiang, unos 466 km al sur de Hangzhou, cuenta con unos 110,000 católicos, 30 sacerdotes, casi todos jóvenes, 36 iglesias, 9 parroquias, 36 lugares de culto y más de 70 religiosas, que están particularmente presentes en la asistencia a los enfermos y a los ancianos, así como en visitar a las familias. Actualmente la diócesis cuenta con unos veinte seminaristas mayores y 9 menores.
El cuerpo del Prelado ha sido transportado a Leqing. Según algunas agencias de prensa, también sus funerales estarán marcados por las prohibiciones y las limitaciones de las autoridades locales, que no quieren que sus restos mortales vistan los signos episcopales. Durante su enfermedad el gobierno local temía que al agravarse las condiciones del Prelado hacia fines de setiembre sus funerales tuvieran que realizarse el 1 de octubre, reuniendo a millares de fieles precisamente cuando las medidas de seguridad, por los festejos de los 60 años de la República Popular China, estuvieran al máximo.
Con la muerte de Mons. Lin Xili desaparece no sólo un Obispo, sino también un héroe y un testigo de la verdad, que trabajó mucho, sufrió y rezó por la Iglesia en China. En su debilidad, siempre vivida con fe, en la enfermedad y en la muerte fue motivo de temor para los potentes de la tierra. (Agencia Fides 9/10/2009; líneas 54 palabras 768).


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