AMÉRICA/COSTA RICA - La Iglesia se opone al proyecto de ley “por un estado laico”: “una democracia sin valores… se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo”.

lunes, 28 septiembre 2009

San José (Agencia Fides) – “Una democracia sin valores… se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo”. Es lo que se lee en un Mensaje firmado por el Cardenal Hugo Barrantes Ureña, Arzobispo de San José de Costa Rica y Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, relativo al proyecto de ley n. 17511 impulsado por el “Movimiento por un estado laico en Costa Rica”. Según los promotores, el proyecto nace con el objeto de salvaguardar la libertad religiosa de los ciudadanos, mediante la modificación de los artículos 74 y 194 de la Constitución política.
Para los Obispos, en cambio, se trata de una “falsa intención”, pues “la redacción actual del artículo 75 y la interpretación jurídica de la Corte Constitucional” ya garantizan ampliamente la libertad religiosa del pueblo, entre otras cosas “en plena armonía con el ordenamiento internacional y la Doctrina Social de la Iglesia”.
Los miembros del Movimiento por un Estado Laico, son manifiestamente “opuestos a los valores del Evangelio y de la ética cristiana que la Iglesia enseña” y nutren un “marcado interés particular” que sin duda “les obstaculiza la búsqueda del auténtico bien común”, además de desacreditarlos como “supuestos defensores de la libertad religiosa”, denuncian los firmantes.
Según los miembros de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, la propuesta, además de “no reflejar la voluntad de la mayoría de quienes los eligieron”, pretende modificar la Constitución Política, que “como fruto de nuestra identidad nacional, ha permitido, históricamente, una sana, respetuosa y equilibrada colaboración entre el Estado y la Iglesia en aras del desarrollo integral de nuestro país”.
Al mismo tiempo, “la supresión del nombre de Dios del juramento constitucional, evidencia un doloroso secularismo, del todo opuesto al concepto de justa autonomía de la comunidad política y de la Iglesia”, y como afirma el Santo Padre Benedicto XVI, sin Dios la vida pública “se empobrece de motivaciones y la política asume un aspecto opresivo y agresivo”.
Por lo tanto “Nuestra oposición al citado proyecto se fundamenta en la defensa de principios y valores que favorezcan una auténtica democracia, y no en la búsqueda de supuestos privilegios pues, “ Una democracia sin valores (…) se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo”, concluye el Mensaje de la CEC. (GT) (Agencia Fides 28/9/2009; líneas 32, palabras 402)


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