VATICANO - En el Ángelus desde el Valle de Aosta Benedicto XVI recuerda la importancia de sacerdotes que “llegan a ser instrumentos de salvación para muchos, para todos” y “la tarea educativa de los abuelos”

lunes, 27 julio 2009

Introd (Agencia Fides) – Desde la pequeña villa donde reside en este período de descanso estivo en Les Combes (Introd), en el Valle de Aosta, el domingo 26 de julio el Santo Padre Benedicto XVI dirigió el rezo del Ángelus con numerosos fieles y peregrinos reunidos en el prado al lado de la residencia. Deseando a todos un “Feliz Domingo”, en su discurso antes del Ángelus el Santo padre agradeció a todos los presentes y a los que lo acompañan “con discreción y gran entrega”. “Agradezco a Dios – dijo el Papa – que me ha concedido la alegría de estos días marcados por la verdadera distensión, a pesar del pequeño accidente que conocéis bien”.
Un primer punto de reflexión lo tomo el Santo Padre del Evangelio del día, que narra el milagro de Jesús de la multiplicación de los panes y de los peces: “el Evangelista subraya que Cristo, antes de distribuirlos, los bendijo con una oración de agradecimiento. El verbo es eucharistein, y remite directamente al relato de la Última Cena, en el que, en efecto, Juan no refiere la institución de la Eucaristía, sino el lavado de los pies. La Eucaristía está aquí como anticipada en el gran signo del pan de la vida. En este Año Sacerdotal, como no recordar que especialmente nosotros sacerdotes podemos reflejarnos en este texto joáneo, identificándonos con los Apóstoles, cuando dicen: ¿Dónde podremos encontrar el pan para toda esta gente? Y leyendo de ese anónimo muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, también a nosotros nos viene espontáneo decir: ¿Pero qué es esto para tal muchedumbre? En otras palabras: ¿qué soy yo? ¿Cómo puedo, con mis límites, ayudar a Jesús en su misión? Y la respuesta la da el Señor: justamente poniendo en sus manos ‘santas y venerables’ lo poco que ellos son, los sacerdotes llegan a ser instrumentos de salvación para muchos, para todos”.
El segundo motivo de reflexión, el Santo Padre lo tomó de la memoria de los santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen y, por lo tanto, abuelos de Jesús. “Esta conmemoración – dijo el Pontífice – nos hace pensar en el tema de la educación, que tiene un lugar tan importante en la pastoral de la Iglesia. En particular, nos invita a rezar por los abuelos, que en la familia son los depositarios y muchas veces los testigos de los valores fundamentales de la vida. La tarea educativa de los abuelos es siempre muy importante, y lo es aún más cuando, por diversas razones, los padres no están en capacidad de asegurar una adecuada presencia al lado de sus hijos, en la edad del crecimiento”. El Papa finalmente confió a la protección de Santa Ana y San Joaquín a “todos los abuelos del mundo”, donándoles una especial bendición, y pidiendo la intercesión de la Virgen María para que “los ayude a alimentar siempre la fe y la esperanza en las fuentes de la Palabra de Dios”. (S.L.) (Agencia Fides 27/7/2009; líneas 31, palabras 490)


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