AMERICA/PERU - El Presidente de la Conferencia Episcopal durante la visita ad limina: “queremos caminar al lado de nuestros hermanos, en esta época de tantos desafíos, para infundir en ellos esperanza, consuelo y ser guía segura con la luz y la fuerza del Evangelio”

martes, 19 mayo 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “La rica herencia espiritual recibida constituye un gran desafío en el día de hoy, un desafío que interpela la manera en que estamos evangelizando y cómo estamos alimentando la vivencia cristiana. Este desafío, al que hemos sido reiteradamente convocados, lo debemos asumir con decisión, valentía y creatividad, para lograr con esta nueva evangelización una Iglesia en misión permanente”. Es cuanto afirma Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, OFM, Arzobispo Metropolitano de Trujillo, Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, en el discurso dirigido al Santo Padre Benedicto XVI con motivo de la visita ad limina recibidos en audiencia el 18 de mayo.
Por ello, el Presidente de la Conferencia Episcopal, en representación de todos los Obispos, manifiesta su voluntad de “caminar al lado de nuestros hermanos los hombres, en esta época de tantos desafíos culturales, ético-morales, sociales y pastorales, para infundir en ellos esperanza, consuelo y ser guía segura con la luz y la fuerza del Evangelio”, recordando que como Pastores “estamos llamados a ser hombres de la misericordia y de la compasión de Cristo, cercanos a nuestros fieles y servidores de todos, particularmente de los que sufren grandes necesidades”. Por otro lado los fieles necesitan que sus pastores tengan “una profunda experiencia de Dios, de que nos configuremos con el corazón de Cristo, Buen Pastor, que seamos dóciles al Espíritu Santo, a la Palabra de Dios y que nos nutramos siempre de la Eucaristía y de la oración”.
Siguiendo con su discurso, Mons. Cabrejos manifiesta a continuación algunos de los principales problemas y retos del Perú, que son similares a los que se viven en la mayor parte de América Latina. En primer lugar señala el problema de la inmensa pobreza. “Según datos recientes – afirma- algo más del 40% de los peruanos vive en situación de pobreza, el 14% en condiciones de pobreza extrema y en las zonas rurales del país por encima del 80%”. Pero sobre todo el problema mayor es las profundas desigualdades en la sociedad. Por ello, “el crecimiento económico que ha tenido el país en los últimos años, apenas ha beneficiado a los más pobres, y ha resaltado, más bien, el abandono en que se encuentran amplias franjas de nuestra población, con las inevitables consecuencias de un peligroso malestar social”.
Otro problema que preocupa a los Obispos es la “crisis de sentido que amenaza especialmente a los jóvenes, a pesar de la generosidad y la entrega de muchos de ellos”. Efectivamente “en el pasado la transmisión de la fe era algo habitual, hoy debemos encontrar nuevos caminos para hacerlo”. En este sentido constata que hay grandes esfuerzos en esta línea pero todavía queda mucho por hacer.
En cuanto a las vocaciones el Obispos constata que si bien en los últimos años ha habido un crecimiento vocacional sin embargo, queda todavía mucho por hacer en cuanto a la formación espiritual, pastoral y teológica de los futuros sacerdotes, así como en la formación de los laicos “llamados a una insubstituible tarea de construcción de una sociedad justa y humana”.
También manifiestan su preocupación por el cuidado del medio ambiente y “la contaminación ambiental que produce la explotación minera sin consideración por las poblaciones aledañas, que en su gran mayoría pertenecen al mundo indígena y rural”.
Ante estos desafíos el Presidente de la Conferencia Episcopal manifiesta el compromiso de vivir la caridad “capaz de acercarse al necesitado cualquiera que este sea. Una Iglesia que no se repliegue y que salga al encuentro de todos”.
“A través de nuestros compromisos concretos – continua Mons. Cabrejos - queremos que la Iglesia en el Perú sea signo de comunión, esperanza y vida, defensora de la familia… una Iglesia que desarrolle en nuestras comunidades un proceso de iniciación en la vida cristiana, que conduzca a un encuentro personal cada vez mayor con Jesucristo”.
Concluye su discurso manifestando el deseo de una mayor colaboración interna de parte de las Diócesis más favorecidas hacia los Vicariatos Apostólicos más necesitados y la adhesión y fidelidad de todos los Obispos al Magisterio Pretino. (RG) (Agencia Fides 19/5/2009)


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