Lahore (Agencia Fides) - La ley sobre blasfemia en vigor en Pakistán es una espada de Damocles para las minorías religiosas. Otro joven católico, Samuel Masih, ha sufrido las consecuencias: detenido por blasfemia en agosto del 2003 ha muerto en el hospital hace tres días, el 28 de mayo, después de haber sido hospitalizado a causa de los golpes sufridos en prisión, a manos de un carcelero musulmán fundamentalista.
Según explican a Fides fuentes de la Iglesia local, no son sólo las minorías religiosas como los cristianos, los ahmadi y los hindúes, los que son amenazados por la ley sobre la blasfemia, sino también los mismos ciudadanos musulmanes a menudo padecen sus consecuencias negativas: con frecuencia la acusación de haber ofendido el nombre del profeta Mahoma esconde la voluntad de deshacerse o vengarse de alguien, por disputas de otro género.
También ocurre con frecuencia, que en los casos de blasfemia, cuando la acusación está todavía por verificar ante un tribunal, el acusado, mientras está en cárcel, padece violencias y torturas, hasta la muerte. Tan sólo pocos casos logran llegar a la Corte: a menudo los acusados son asesinados por integristas musulmanes antes de poder tener un proceso. El caso más reciente que lo testimonia es del joven Samuel Masih, de Lahore, muerto el pasado 28 de mayo después de algunos meses de hospitalización, en estado de coma. El joven, enfermo de tuberculosis, sufrió golpes y violencias en la cárcel. Un librero de Lahore lo acusó haber dejado basura en los alrededores del muro de una mezquita.
El acontecimiento ha provocado gran dolor y amargura en la comunidad católico pakistaní, reunida en su funeral, celebrado el 29 de mayo por Su Exc. Mons. Lawrence Saldanha, Arzobispo de Lahore y presidente de la Conferencia Episcopal del Pakistán, quien condenó fuertemente a los responsables del hecho. El arzobispo ha pedido al gobierno del Pakistán que garantice la vida y la seguridad de las minorías religiosas y también ha animado a los cristianos a afrontar esta ley, denegada por líderes cristianos, asociaciones civiles, grupos que defienden los derechos humanos. Muchos ponen a disposición, gratuitamente, sus recursos y profesionalidad para ayudar a cuantos son acusados injustamente de blasfemia, como el abogado Khalil Tahir de Faisalabad que está defendiendo gratis a la familia de Anjum Javed, el chico asesinado recientemente por algunos integristas musulmanes.
Recientemente el presidente Musharraf ha solicitado una revisión del código penal y de la ley sobre blasfemia, de la que la Iglesia pakistaní pide su abolición.
El artículo 295/c del Código de Procedimiento Penal Pakistaní, conocido como “ley sobre blasfemia” condena "a cuantos con palabras o escritos, gestos o representaciones visibles, con insinuaciones directas o indirectas, insulten el sagrado nombre del Profeta". La pena prevista puede llegar incluso a cadena perpetua. La Comisión Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Pakistán ha dado a conocer que desde 1987 hasta hoy al menos 148 musulmanes, 208 ahmadi, 75 cristianos y 8 hindúes han sido acusados injustamente de blasfemia.
En Pakistán, de una población de 155 millones de personas, los musulmanes son el 97%, en su mayoría sunita, con el 20% de chiítas. Los cristianos son el 2,5%, de los cuales cerca del 1,2 millones son católicos. (PA) (Agencia Fides 31/5/2004 Líneas: 42 palabras: 549)