VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - La cuaresma: tiempo del juicio

jueves, 5 marzo 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – El tiempo cuaresmal, con toda la tradición bíblica y cristiana que caracteriza su historia, el significado teológico y el origen litúrgico, es también, necesariamente, un tiempo del juicio. Las prácticas tradicionales de la oración, del ayuno y de la limosna, necesariamente se traducen, para quien las vive en modo no superficial, en un juicio sobre la propia vida, sobre aquello que realmente cuenta, sobre las energías que se emplean en aquello que resulta ser no tan necesario, sobre cómo se puede vivir de modo más comprometido, y en consecuencia, auténtico.
Más allá del juicio personal sobre la propia existencia, la cuaresma exige también, con fuerza, la realidad del “juicio en sí”, es decir aquella verdad de fe que anuncia que todo hombre es responsable de las propias acciones; del latín “respondeo” – se debe responder al Señor de la vida, tanto en el juicio particular tras la muerte de cada uno, así como en el juicio universal al final de los tiempos.
Como ha recordado el Santo Padre Benedicto XVI en la Encíclica Spe Salvi “ya desde los primeros tiempos, la perspectiva del Juicio ha influido en los cristianos, también en su vida diaria, como criterio para ordenar la vida presente, como llamada a su conciencia y, al mismo tiempo, como esperanza en la justicia de Dios.” (n. 41).
En este sentido, la Cuaresma con sus ritos, la invitación a la sobriedad, las práctica penitenciales, etc., son una gran escuela de juicio y de esperanza, un “espacio sacro” en el cual las conciencias pueden ser re educadas o educadas a reconocer la presencia del misterio en la propia existencia.
El arte sacro, el auténtico, siempre ha expresado esta conciencia y certeza: “En la configuración de los edificios sagrados cristianos, que quería hacer visible la amplitud histórica y cósmica de la fe en Cristo, se hizo habitual representar en el lado oriental al Señor que vuelve como rey –imagen de la esperanza–, mientras en el lado occidental estaba el Juicio final como imagen de la responsabilidad respecto a nuestra vida, una representación que miraba y acompañaba a los fieles justamente en su retorno a lo cotidiano.” (Ivi).
El juicio no debe ser vivido como algo amenazador, tenebroso o lejano de la vida de cada uno. El juicio, que es exigido también por el tiempo de cuaresma, no es otra cosa sino “el resplandecer” de la responsabilidad y por lo tanto, podemos decir, un himno a la libertad que es llamada a obrar por la verdad y por el bien en el amor.
“Dios es justicia y crea justicia. Éste es nuestro consuelo y nuestra esperanza. Pero en su justicia está también la gracia. Esto lo descubrimos dirigiendo la mirada hacia el Cristo crucificado y resucitado. Ambas –justicia y gracia– han de ser vistas en su justa relación interior. La gracia no excluye la justicia. No convierte la injusticia en derecho. No es un cepillo que borra todo, de modo que cuanto se ha hecho en la tierra acabe por tener siempre igual valor.” (Spe Salvi n. 44). Que la Cuaresma sea un tiempo para una afectiva y efectiva recuperación de esta certeza. (Agencia Fides 5/3/2009; líneas 38, palabras 545)


Compartir: