VATICANO - Mensaje del Papa a los jóvenes: "Si os alimentáis de Cristo, queridos jóvenes, y vivís inmersos en Él como el apóstol Pablo, no podréis por menos que hablar de Él, y haréis lo posible para que vuestros amigos y coetáneos”

jueves, 5 marzo 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Si os alimentáis de Cristo, queridos jóvenes, y vivís inmersos en Él como el apóstol Pablo, no podréis por menos que hablar de Él, y haréis lo posible para que vuestros amigos y coetáneos … La Iglesia cuenta con vosotros para esta misión exigente. Que no os hagan retroceder las dificultades y las pruebas que encontréis". Es la consigna que el Papa Benedicto XVI confía a los jóvenes del mundo en su Mensaje para el XXIV Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará el 5 de abril de 2009, domingo de Ramos, a nivel diocesano.
"¡Queridos amigos, como Pablo, sed testigos del Resucitado. Dadlo a conocer a quienes, jóvenes o adultos, están en busca de la «gran esperanza» que dé sentido a su existencia- continúa el Santo Padre -. Si Jesús se ha convertido en vuestra esperanza, comunicadlo con vuestro gozo y vuestro compromiso espiritual, apostólico y social. Alcanzados por Cristo, después de haber puesto en Él vuestra fe y de haberle dado vuestra confianza, difundid esta esperanza a vuestro alrededor". El Papa exhorta a los jóvenes a realizar elecciones que manifiesten su fe, a no dejarse atraer de "falsas quimeras", a no ceder "a la lógica del interés egoísta"… El auténtico cristiano nunca está triste, aun cuando tenga que afrontar pruebas de distinto tipo, porque la presencia de Jesús es el secreto de su gozo y de su paz”.
Después de haber recordado el encuentro que tenido en Sydney, en julio del pasado año, el camino hacia el encuentro internacional en programa en Madrid en el 2011, que tendrá como tema las palabras del apóstol Pablo: "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe" (cfr Col 2,7), prevé un recorrido formativo con la reflexión en el 2009 sobre la afirmación de san Pablo: Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo" (1 Tms 4,10) y en el 2010 sobre la pregunta del joven rico a Jesús: " Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Mc 10,17).
Refiriéndose al tema elegido este año, Benedicto XVI subraya que "la cuestión de la esperanza está en el centro de nuestra vida de seres humanos y de nuestra misión de cristianos, sobre todo en la época contemporánea. Todos advertimos la necesidad de esperanza, pero no de cualquier esperanza, sino de una esperanza firme y creíble, como he subrayado en la Encíclica Spe salvi. La juventud, en particular, es tiempo de esperanzas, porque mira hacia el futuro con diversas expectativas”. En esta estación de la existencia afloran con fuerza las preguntas existenciales de fondo y frente a los obstáculos que parecen a veces insuperables, uno se pregunta: “¿Dónde encontrar y cómo mantener viva en el corazón la llama de la esperanza?"
“Como he escrito en la citada Encíclica Spe salvi,- continúa el Mensaje del Papa -, la política, la ciencia, la técnica, la economía o cualquier otro recurso material por sí solos no son suficientes para ofrecer la gran esperanza a la que todos aspiramos. Esta esperanza «sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar» (n. 31)”. Una de las consecuencias principales del olvido de Dios “es la desorientación que caracteriza nuestras sociedades, que se manifiesta en la soledad y la violencia, en la insatisfacción y en la pérdida de confianza, llegando incluso a la desesperación" subraya el Pontífice, señalando que "la crisis de esperanza afecta más fácilmente a las nuevas generaciones que, en contextos socio-culturales faltos de certezas, de valores y puntos de referencia sólidos, tienen que afrontar dificultades que parecen superiores a sus fuerzas”.
A este propósito el Papa se refiere a tantos jóvenes "heridos por la vida, condicionados por una inmadurez personal que es frecuentemente consecuencia de un vacío familiar, de opciones educativas permisivas y libertarias, y de experiencias negativas y traumáticas. Para algunos –y desgraciadamente no pocos–, la única salida posible es una huída alienante hacia comportamientos peligrosos y violentos, hacia la dependencia de drogas y alcohol, y hacia tantas otras formas de malestar juvenil". Para anunciar la esperanza a estos jóvenes es necesaria "una nueva evangelización, que ayude a las nuevas generaciones a redescubrir el rostro auténtico de Dios, que es Amor". A los jóvenes "en busca de una firme esperanza”, Benedicto XVU les dirige las mismas palabras que san Pablo dirigió a los cristianos perseguidos en la Roma de entonces: " El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo” (Rm 15,13)., y continúa " Durante este año jubilar dedicado al Apóstol de las gentes, con ocasión del segundo milenio de su nacimiento, aprendamos de él a ser testigos creíbles de la esperanza cristiana”.
Deteniéndose a continuación en San Pablo "testigo" de la esperanza”, el Papa recuerda que él se encontró "en medio de dificultades y pruebas de distinto tipo", sin embargo no perdió nunca la esperanza, que nacía en Él de su encuentro con Jesús resucitado en el camino de Damasco, dónde fue transformado interiormente por el amor divino encontrado en la persona de Jesucristo… Para Pablo la esperanza no es sólo un ideal o un sentimiento sino una persona viva: Jesucristo, el Hijo de Dios".
"Jesús, del mismo modo que un día encontró al joven Pablo, quiere encontrarse con cada uno de vosotros, queridos jóvenes" subraya Benedicto XVI, recordando que "cuando en la oración expresamos nuestra fe, incluso en la oscuridad lo encontramos, porque Él se nos ofrece. La oración perseverante abre el corazón para acogerlo". A continuación el Papa exhorta a los jóvenes a "hacer espacio para la oración en su vida! "Está bien rezar solos, pero es más hermoso y fructuoso rezar juntos, porque el Señor nos ha asegurado su presencia cuando dos o tres se reúnen en su nombre". A este respecto el Papa cita "experiencias, grupos y movimientos, encuentros e itinerarios para aprender a rezar y de esta forma crecer en la experiencia de fe" y exhorta a continuación a tomar parte activa en la liturgia en las parroquias y a alimentarse abundantemente de la Palabra de Dios y de la activa participación en los Sacramentos.
El Mensaje concluye indicando en este camino a la Virgen Maria, Madre de la Esperanza: "Ella, que encarnó la esperanza de Israel, que donó al mundo el Salvador y permaneció, firme en la esperanza, al pie de la cruz, es para nosotros modelo y apoyo. Sobre todo, María intercede por nosotros y nos guía en la oscuridad de nuestras dificultades hacia el alba radiante del encuentro con el Resucitado”. (S.L) (Agencia Fides 5/3/2009)


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