VATICANO - El Papa celebra la Misa en la parroquia de San Lorenzo, en el 1750º aniversario de su martirio: “la santidad, es decir el ir al encuentro de Cristo que viene continuamente a visitarnos, no pasa de moda”

lunes, 1 diciembre 2008

Roma (Agencia Fides) – “Al inicio de este Adviento, ¿qué mejor mensaje podemos tomar de San Lorenzo sino el de la santidad? Él nos repite que la santidad, es decir el salir al encuentro de Cristo que viene continuamente a visitarnos, no pasa de moda, es más, con el pasar del tiempo, brilla en modo luminoso y manifiesta la tensión perenne del hombre hacia Dios. Que esta celebración jubilar sea una ocasión para vuestra comunidad parroquial: de una renovada adhesión a Cristo, de una mayor profundización del sentido de pertenencia a su Cuerpo místico que es la Iglesia, y de un constante compromiso de evangelización a través de la caridad”. Es esta la exhortación que el Santo Padre Benedicto XVI dirigió a los fieles de la parroquia de San Lorenzo Extramuros, donde el Papa celebró la Santa Misa el Domingo 30 de noviembre, Primer Domingo de Adviento, por el 1750º aniversario del martirio de San Lorenzo y en el marco de las visitas anuales a las parroquias romanas.
“Prepararnos al adviento de Cristo – dijo el Papa – es también la exhortación que recogemos del Evangelio de hoy: ‘Velad’, nos dice Jesús en la breve parábola lucana del dueño de casa que parte pero no se sabe cuando regresará. Velar significa seguir al Señor, escoger aquello que Él ha escogido, amar aquello que Él ha amado, conformar nuestra vida a la suya; velar implica transcurrir cada instante de nuestro tiempo en el horizonte de su amor sin dejarse abatir por las inevitables dificultades y problemas cotidianos. Así hizo San Lorenzo, así debemos hacerlo nosotros y le pedimos al Señor que nos done su gracia para que el Adviento sea un estímulo para que todos caminemos en esta dirección”.
En la homilía el Santo Padre que el tiempo litúrgico de Adviento significa “hacer memoria de la primera venida del Señor en la carne, pensando ya en su retorno definitivo y, al mismo tiempo, significa reconocer que Cristo presente entre nosotros se hace nuestro compañero de viaje en la vida de la Iglesia que celebra su misterio”. El Adviento es así para todos los cristianos “un tiempo de espera y de esperanza, un tiempo privilegiado de escucha y de reflexión, siempre que uno se deje guiar por la liturgia que invita a salir al encuentro del Señor que viene”. Recordando las Lecturas proclamadas, el Papa subrayó la invocación de la comunidad cristiana de los inicios – “Ven Señor Jesús” – que debe llegar a ser “también nuestra constante aspiración, la aspiración de la Iglesia de toda época, que anhela y se prepara al encuentro con su Señor”. El profeta Isaías, en la primera lectura, revela luego que “el rostro de nuestro Salvador es el de un padre tierno y misericordioso, que nos cuida en toda circunstancia porque somos obra de sus manos… Nos habíamos alejado de Él a causa del pecado cayendo bajo el dominio de la muerte, pero Él tuvo piedad de nosotros y por propia iniciativa, sin algún mérito de nuestra parte, decidió venir a nuestro encuentro, enviando a su único Hijo como nuestro Redentor”.
En su homilía, Benedicto XVI recordó asimismo el particular motivo de su visita, la conmemoración de los 1750 años del nacimiento al cielo del santo Diácono Lorenzo: “Su dedicación a los pobres, el generoso servicio que ofreció a la Iglesia de Roma en el sector de la asistencia y de la caridad, la fidelidad al Papa, llevada hasta el punto de quererlo seguir en la prueba suprema del martirio y el heroico testimonio de la sangre, dado sólo algunos días después, son hechos universalmente conocidos”.
Por otro lado, el 50º aniversario de la muerte del Siervo de Dios, Papa Pío XII, trae a la memoria un evento que se verificó durante la segunda guerra mundial, el 19 de julio de 1943, cuando un violento bombardeo golpeó la Basílica y todo el barrio San Lorenzo, sembrando muerte y destrucción. “No se podrá borrar de la memoria – afirmó Benedicto XVI – de la historia el gesto generoso realizado en dicha ocasión por mi venerado Predecesor, que corrió inmediatamente a socorrer y consolar a la población duramente golpeada, entre las ruinas todavía humeantes. No olvido tampoco que esta misma Basílica acoge las urnas de otras dos grandes personalidades: en el hipogeo, en efecto, están expuestas a la veneración de los fieles los restos mortales del beato Pío XI, mientras, en el atrio, está colocada la tumba de Alcides de Gasperi, guía sabio y equilibrado de Italia en los difíciles años de la reconstrucción post-bélica y, al mismo tiempo, insigne estadista capaz de mirar a Europa con una amplia visión cristiana”.
Al final de la Celebración Eucarística, el Santo Padre rindió homenaje a la tumba de San Lorenzo. Luego, en la cripta, se detuvo en oración ante la tumba del beato Pío IX y, en el atrio de la Basílica, se detuvo ante la tumba de Alcides De Gasperi. (S.L.) (Agencia Fides 1/12/2008)


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