AMÉRICA/HAITÍ - Fueron ordenados los dos primeros sacerdotes Camilianos de Haití: “Sois dos y, como los discípulos enviados por Jesús, de dos en dos, iréis a proclamar la Buena Nueva y a llevar consuelo y esperanza a los enfermos”

viernes, 28 noviembre 2008

Port-au-Prince (Agencia Fides) – Siete jóvenes haitianos habían comenzado su camino vocacional siguiendo el carisma de San Camilo en el año 2000. Ocho años después, dos de ellos se presentaron ante el altar para su ordenación sacerdotal: el p. Pierre Luxembourg Giraud y el p. Richard Eugene. El 16 de noviembre de 2008, fiesta de la Virgen de la Salud, fueron ordenados los dos primeros sacerdotes Camilianos de Haití. Presidió la Santa Misa, en la Iglesia de Notre Dame de la Santé, el Arzobispo de Port-au-Prince, Mons. J. Serge Miot, teniendo a su lado al Superior provincial de los Camilianos, el p. Joaquín Paulo Cipriano, y al Delegado de la misión, el p. Crescenzo Mazzella. Concelebrarons alrededor de 30 sacerdotes, entre Camilianos, Oblatos de María Inmaculada, Salesianos, Redentoristas, Monfortianos, Clérigos de San Viatore, sacerdotes del Instituto Voluntas Dei y de San Giacomo, además de algunos sacerdotes seculares. También participaron gran número de religiosos y religiosas, de diversas congregaciones, así como unos veinte miembros de la Familia Camiliana Laica. La Iglesia estaba abarrotada de personas, por lo que unas cien personas tuvieron que permanecer fuera de la Iglesia durante toda la celebración, que tuvo una duración de 4 horas.
El Delegado del a misión, el p. Crescenzo Gazella, envió a Fides una amplia crónica del evento, que puede definirse de “histórico” para los Camilianos y para la Iglesia en Haití. El Arzobispo, durante la homilía, en creole, delineó la figura del sacerdote, que debe ser imagen y semejanza del gran Sacerdote y Pastor, el Cristo sufriente, que da la vida por su rebaño. El p. Gazella destacó una pasaje de la homilía, cuando Mons. Miot afirmó: “en nuestro país se necesita una pastoral de los enfermos que sea ejemplar, con modelos que cuiden de los enfermos con amor y enseñen a los demás a hacer lo mismo, según las enseñanzas de Jesús y de San Camilo. La cruz roja que los camilianos llevan sobre el hábito talar es el signo característico del inmenso amor de Cristo que, con su sacrificio en la Cruz, libra al hombre del mal y del sufrimiento y lo reconcilia con Dios y con sus hermanos. Sois dos y, como discípulos enviados por Jesús, de dos en dos iréis a proclamar la Buena Nueva y a llevar consuelo y esperanza a los enfermos, sosteniéndoos mutuamente, como enviados de Cristo mismo por medio de vuestra comunidad. La misión que se os ha conferido es maravillosa, pero no exenta de dificultades; y vosotros estaréis a la altura sólo si cultiváis una fuerte amistad e intimidad con Cristo, fieles a la oración, a la Eucaristía y al sacramento de la reconciliación, haciéndoos ante el mundo ejemplo del amor misericordioso del Señor, que se hace pan de vida y sacramento de comunión, de conforto y de esperanza.”
Fue conmovedor el gesto del Arzobispo luego del rito de la ordenación: bajó del altar y, de manera amable y paternal, con rostro sonriente, tomó a los dos nuevos sacerdotes de la mano, subió con ellos, se giró hacia el pueblo y alzó sus manos junto con las de ellos, como diciendo: “¡aquí están vuestros dos primeros sacerdotes camilianos haitianos!”, provocando un espontáneo y entusiasta aplauso por parte de la asamblea, intenso y prolongado.
Al final de la celebración, durante la comida que cerró la fiesta, muchos, por lo menos unos cien, niños se mezclaron entre los invitados. ¿Cómo se puede decir “no” a quien viene delante de ti con la mano en el vientre y casi llorando te dice: “Monpè grangou” (padre, tengo hambre)? Nadie se quedó desilusionado. Parece que san Camilo se divierte renovando aún hoy el milagro de la multiplicación de la comida. (AP/CM) (Agencia Fides 28/11/2008; líneas 39 palabras 612)


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