VATICANO - En la Solemnidad de Cristo Rey el Papa recuerda que "el reino de Dios no es una cuestión de honores y apariencias… en su reino eterno Dios acoge a quienes se esfuerzan día a día en poner en práctica su palabra"

lunes, 24 noviembre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La realeza de Cristo, de hecho, es revelación y actuación de la de Dios Padre, que gobierna todas las cosas con amor y con justicia. El Padre ha confiado al Hijo la misión de dar a los hombres la vida eterna amándoles hasta el supremo sacrificio, y al mismo tiempo le ha conferido el poder de juzgarlos, desde el momento en que se ha hecho Hijo del hombre, en todo similar a nosotros". En la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, domingo 23 de noviembre, el Santo Padre Benedicto XVI se ha centrado a comentar, antes de recitar el ángelus con los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, el tema del majestad de Cristo. Los Evangelios narran que durante su vida " Jesús rechazó el título de rey cuando éste se entendía en sentido político”, por el contrario, "durante su pasión, reivindicó una realeza singular ante Pilatos", pero poco antes había declarado : "mi reino no es de este mundo".
El Evangelio de esta Solemnidad muestra a Cristo juez, al final de los tiempos, con imágenes sencillas y lenguaje popular, "pero el mensaje es extremadamente importante: es la verdad sobre nuestro destino último y sobre el criterio con que seremos juzgados" ha explicado el Papa. La página evangélica en la que Jesús afirma “Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, era forastero y me acogisteis” (Mt 25,35) "forma parte de nuestra civilización - ha continuado Benedicto XVI -. Ha marcado la historia de los pueblos de cultura cristiana: la jerarquía de valores, las instituciones, las múltiples obras benéficas y sociales. En efecto, el reino de Cristo no es de este mundo, pero lleva a cumplimiento todo el bien que, gracias a Dios, existe en el hombre y en la historia. Si ponemos en práctica el amor por nuestro prójimo, según el mensaje evangélico, entonces hacemos espacio al señorío de Dios, y su reino se realiza en medio de nosotros. Si en cambio cada uno piensa solo en sus propios intereses, el mundo no puede no ir a la ruina”.
Antes de invocar la intercesión de Maria, que “se sienta como Reina a la derecha del Cristo Rey", para "poder realizar nuestra misión cristiana en el mundo", el Santo Padre ha recordado que "el reino de Dios no es una cuestión de honores y apariencias", Él “no soporta esas formas hipócritas de quien dice “Señor, Señor” y después descuida sus mandamientos", porque "en su reino eterno, Dios acoge a cuantos se esfuerzan día a día por poner en práctica su palabra"
Después de la oración mariana, el Papa ha recordado la beatificación de 188 mártires japoneses, hombres y mujeres, asesinados en la primera parte del siglo XVII, prevista en Nagasaki el 24 de noviembre. "En esta circunstancia, tan significativa para la comunidad católica y para todo el País del Sol Levante, aseguro mi espiritual cercanía - ha afirmado Benedicto XVI -. “El próximo sábado, además, en Cuba será proclamado beato el Hermano José Olallo Valdés, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. A su protección celeste confío el pueblo cubano, especialmente a los enfermos y a los operadores sanitarios”.
Dirigiéndose a los peregrinos ucranianos, el Papa ha recordado que en estos días se celebra el 75° aniversario del Holodomor - la "gran carestía" - que en los años 1932-1933 causó millones de muertos en Ucrania y en otras regiones de la Unión Soviética durante el régimen comunista. "Al desear calurosamente que ningún ordenamiento político pueda jamás, en nombre de una ideología, negar los derechos de la persona humana y su libertad y dignidad, aseguro mi oración por todas las víctimas inocentes de aquella enorme tragedia". A continuación, en lengua polaca, ha recordado el 70° aniversario de la actividad de la Sección polaca de la Radio Vaticana, dando gracias a sus redactores "por su generoso trabajo". (S.L) (Agencia Fides 24/11/2008)


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