VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA por don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - Dos teorías nacidas del biblicismo

jueves, 2 octubre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Se sostiene que el rito post-conciliar de la Santa Misa es más rico en lecturas y oraciones eucarísticas, mientras que el Misal llamado “de Pío V” es más bien pobre y poco logrado. Al pensar así se cae en un anacronismo ya que no se está tomando en cuenta la distancia de cuatro siglos; sería como acusar, análogamente, a los “Sacramentarios” anteriores en algunos siglos al de Pío V. Además, se olvida que las perícopas de este Misal se formaron sobre la base de los antiguos capitulares, con las cartas, como el “Liber comitis” de San Jerónimo –datado del 471– o con perícopas evangélicas; una tradición común con el Oriente, como atestigua aún el día de hoy la Iglesia Bizantina.
En segundo lugar, las lecturas breves ayudan a memorizar lo esencial y expresan la sobriedad del Rito Romano. Por otra parte, se llega a afirmar que la forma extraordinaria del único Rito Latino, no destaca suficientemente la presencia de Cristo en la Palabra, cuando se proclama en la Asamblea; existe siempre el riesgo de menospreciar aquello que constituye la esencia de la liturgia, constituida por “dos mesas” –en “Dei Verbum” n.21 parece “una” sola– ¡que forman un solo acto de culto!
El Misal del Concilio de Trento se movería en una perspectiva lejana de la tradición de los Padres de la Iglesia; sería un Misal creado exclusivamente para el sacerdote, y no prevería la participación de la asamblea, ya que el pueblo es sencillamente pleonástico. En efecto, el sacerdote celebraría por cuenta propia y el pueblo también; otra cosa sería la Misa llamada “de Paolo VI” en la que no es el sacerdote quien celebra, sino toda la Iglesia, sacramentalmente presente en la Asamblea, de la que el sacerdote, en virtud del sacramento del orden, es el presidente sobrenatural.
Es un discurso que, de manera problemática, reduce todo a Palabra y Asamblea. Pero “Jesús no sólo es maestro, sino también redentor del hombre en su totalidad. El Jesús que enseña es también aquel que sana” (J. Ratizinger-Bendicto XVI, “Jesúsde Nazaret” p. 88) y esto se realiza eficazmente sólo con el Sacramento Eucarístico.
Otra teoría bastante difundida, a causa del conocido fenómeno de sustituir o cambiar una cosa por otra, es la equiparación de la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento con la presencia de su Palabra en el libro de las Escrituras: ésta se presenta sólo “cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura” (“Sacrosanctum Concilium” n.7). Es necesario resaltar que la presencia de Cristo en su Palabra se da bajo dos condiciones: cuando la lectura se hace “en la iglesia”, no privadamente, y cuando “se lee” la Sagrada Escritura. No basta, pues, que esté sobre el ambón o sobre el altar el libro sagrado, para que haya una presencia. (Cf. Las palabras de la doctrina: “La presencia del Señor Jesús precede y permanece más allá de la asamblea litúrgica”, del 10/07/08).
Finalmente, es urgente que la predicación y la catequesis vuelvan a poner énfasis en la justa distinción entre Revelación, Palabra de Dios y Sagrada Escritura que, si bien están íntimamente conectadas, no son equivalentes. A veces, no sin sorpresa, se constata al respecto una notable confusión, y no sólo entre los fieles laicos. Se ha llegado a sostener que la Biblia se interpreta con la Biblia, y no, como siempre en la Iglesia Católica, en la Tradición y en la fiel escucha al Magisterio. (Agencia Fides 2/10/2008)


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