Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “El año 2004 constituye la última etapa antes de la gran cita de Colonia, donde en el año 2005 se celebrará la XX Jornada Mundial de la Juventud. Os invito, por tanto, a intensificar vuestro camino de preparación espiritual, meditando en el tema que he escogido para esta XIX Jornada Mundial ‘Queremos ver a Jesús’ (Juan 12, 21)”. Con estas palabras comienza el Mensaje que el Santo Padre Juan Pablo II envía a los jóvenes del mundo con ocasión de la XIX Jornada Mundial de la Juventud que se celebrara el 4 de abril del 2004, domingo de Ramos a nivel diocesano.
El tema de la Jornada parte de la pregunta que hicieron algunos griegos a los Apóstoles, seguros de encontrar respuesta a las preguntas fundamentales de su existencia. “Queridos jóvenes- escribe el Papa - os invito también a vosotros a imitar a esos “griegos” que se dirigieron a Felipe, movidos por el deseo de “ver a Jesús”. Que vuestra búsqueda no esté motivada sólo por la curiosidad intelectual, que ya de por sí es un valor, sino que esté alentada sobre todo por la íntima exigencia de encontrar la respuesta a la pregunta por el sentido de vuestra vida”.
“¡Para ver a Jesús, es necesario ante todo dejarse guiar por él!” prosigue el Mensaje del Papa. “El deseo de ver a Dios se encuentra en el corazón de todo hombre y de toda mujer. Dejaos mirar a los ojos por Jesús para que crezca en vosotros el deseo de ver la Luz, de experimentar el esplendor de la Verdad. Ya sea que seamos o conscientes o no, Dios nos ha creado porque nos ama para que por nuestra parte le amemos. Este es el motivo de la inapagable nostalgia de Dios que lleva el ser humano en su corazón”.
Para llegar a contemplar la belleza del rostro de Jesús es necesario ante todo haced silencio en vuestro interior, dejando que emerja “desde lo profundo del corazón ese ardiente deseo de ver a Dios, deseo en ocasiones sofocado por los ruidos del mundo y por las seducciones de los placeres”. Es necesario buscar a Jesús a través de los acontecimientos de la vida y en el rostro de los otros; pero también por medio de la oración y la meditación de la Palabra de Dios. “Ver a Jesús, contemplar su rostro, es un deseo inapagable, pero es también un deseo que el ser humano por desgracia puede deformar. Es lo que sucede con el pecado, cuya esencia está precisamente en distraer los ojos del Creador para dirigirlos a la criatura”... “Ser verdaderamente libres significa tener la fuerza para escoger a Aquél por el que hemos sido creados y para aceptar su señorío en nuestra vida. Lo percibís en lo profundo de vuestro corazón: todos los bienes de la tierra, todos los éxitos profesionales, el mismo amor humano que soñáis no podrán satisfacer plenamente vuestras expectativas más íntimas y profundas”.
El Papa invita a los jóvenes a descubrir a Jesús en la Eucarística que “recibida con amor y adorada con fervor se convierte en escuela de libertad y de caridad para realizar el mandamiento del amor”, en el rostro de los pobres (“salid al encuentro de todo sufrimiento humano con el empuje de vuestra generosidad y con el amor que Dios infunde en vuestros corazones por medio del Espíritu Santo”) y en la Iglesia: “Esta es como la prolongación de su acción salvadora en el tiempo y en el espacio. En ella y por medio de ella Jesús sigue haciéndose visible hoy y haciendo que le encuentren los hombres”. Por último el Papa invita a no sorprenderse de encontrar la cruz en el propio camino. “Si Jesús aceptó morir en la cruz, haciendo de ella el manantial de la vida y el signo del amor, no es ni por debilidad, ni por gusto por el sufrimiento. Es para alcanzarnos la salvación y hacernos ya desde ahora partícipes en su vida divina”. El Papa concluye su Mensaje con esta exhortación a los jóvenes: “Poned vuestros talentos y vuestro ardor juvenil al servicio del anuncio de la Buena Noticia. Sed los amigos entusiastas de Jesús que presentan al Señor a quienes desean verle, sobre todo a quienes están más lejos de Él”. (SL) (Agencia Fides 1/372004 Líneas: 49 Palabras: 765)