AFRICA/ZIMBABWE - “Se hace necesaria una reconstrucción de la convivencia civil”, dice a Fides un misionero jesuita con larga experiencia en Zimbawe

martes, 1 abril 2008

Harare (Agencia Fides) - Zimbabwe permanece en la incertidumbre mientras la comisión electoral anuncia “a cuentagotas” los resultados de las elecciones generales del 29 de marzo (ver Fides 31/3/2008).
Sobre 109 de los 210 puestos parlamentarios hasta ahora atribuidos, 56 han sido conquistados por el principal partido de la oposición, el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), mientras 53 han sido ganados por el partido del presidente, Robert Mugabe (ZANU-PF). No se ha difundido hasta ahora ningún dato sobre las elecciones presidenciales, hecho que es causa de preocupación en el país y en las cancillerías de los diversos países extranjeros, quienes temen posibles fraudes electorales. El MDC ha anunciado que, según sus propios datos, su candidato, Morgan Tsvangirai, habría obtenido el 60% de los sufragios contra el 30% del Presidente saliente.
“El temor a un fraude tiene fundamento, tanto es así que antes de las elecciones una parte de la población parecía ya resignada, afirmando que el resultado ya se conocía”, dice a la agencia Fides el p. Robert Althann, un jesuita con larga experiencia en Zimbabwe. “Más allá de la contienda electoral, que no deja de ser importante, es necesario resaltar el hecho que el país está dividido”, agrega el p. Althann. “En particular, existe una división entre la ciudad y el campo. Para comprender mejor este hecho es importante remontarse al problema de la distribución de la tierra que está en los orígenes de la actual crisis económica del país. Cuando Zimbabwe se independizó, en 1980, se sabía que tarde o temprano se tendría que afrontar la cuestión de la distribución de las tierras retenidas por los colonos de origen europeo. Por cerca de 20 años no se supo o no se quiso afrontar el problema. Luego, con el aumento de las dificultades económicas de buena parte de la población rural, se generó una movilización popular con la intención de que estas tierras fueran distribuidas entre las personas de origen africano. El gobierno secundó la voluntad popular, pero sin tener en cuenta las consecuencias económicas. Sin una preparación adecuada, el traspaso de la propiedad ha agudizado la crisis económica y prácticamente ha destruido el sistema agrícola. Mugabe, por su parte, en la asignación de las tierras ha favorecido a quienes lo apoyan, en primer lugar a los veteranos de la guerra de liberación nacional, buscando mantener así un mayor número de seguidores en la campaña. En la vigilia de las elecciones, por otra parte, se distribuyeron semillas e insumos de primera necesidad a los ciudadanos con el objeto de reforzar el consenso en torno al Jefe de Estado. La población de la ciudad, en cambio, ha sufrido las consecuencias más graves de la crisis actual: inflación descontrolada, alta tasa de desocupación, escasez de insumos de primera necesidad”.
“Existen, además, roces entre la minoría que habita en Matabiland, que se vio fuertemente afectada por la represión de la policía de Mugabe a principios de los 80’s, y el resto de la población, en gran parte de la etnia Shona, dividida a su vez en diversos sub-grupos”, afirma el jesuita. “En conclusión, pienso que quien quiera que sea el nuevo Presidente, tendrá que afrontar no solo la grave crisis económica, sino también trabajar por sanar las relaciones entre los diversos componentes de la sociedad en Zimbabwe. Espero además que Sudáfrica, que comparte con Zimbabwe el problema de la distribución de las tierras y de la riqueza, sea capaz de evitar los errores cometidos por su vecino”, concluye el p. Althann. (L.M.) (Agencia Fides 1/4/2008; líneas 42, palabras 599).


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