VATICANO - "Todo lo que la Iglesia dice y realiza, manifiesta la misericordia de Dios hacia el hombre. De la misericordia divina, que pacifica los corazones, surge, además, la auténtica paz en el mundo, la paz entre los pueblos, culturas y religiones" recuerda el Santo Padre en el Regina Cæli

lunes, 31 marzo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La misericordia es en realidad el núcleo central del mensaje evangélico, es el nombre mismo de Dios, el rostro con el que Él se ha revelado en la antigua Alianza y plenamente en Jesucristo, encarnación del Amor creador y redentor". Lo ha evidenciado el Santo Padre Benedicto XVI en el II Domingo de Pascua, 30 de marzo, antes de recitar la oración mariana del Regina Cæli desde el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, dónde ha pasado algunos días de descanso.
Benedicto XVI ha recordado que en el 2000 el Papa Juan Pablo II estableció que en toda la Iglesia el domingo después Pascua fuera también denominada domingo de la Divina Misericordia, en concomitancia con la canonización de Faustina Kowalska, la humilde religiosa polaca que fue acérrima mensajera de Jesús Misericordioso. "Todo lo que la Iglesia dice y realiza - ha subrayado el Papa -, manifiesta la misericordia de Dios hacia el hombre… De la misericordia divina, que pacifica los corazones, surge, además, la auténtica paz en el mundo, la paz entre los pueblos, culturas y religiones”.
También Juan Pablo II se convirtió en "apóstol de la Divina Misericordia", ha continuado el Papa, durante “su largo y multiforme pontificado". "Toda su misión al servicio de la verdad sobre Dios y sobre el hombre y de la paz en el mundo se resume en este anuncio, como él mismo dijo en Cracovia-Lagiewniki en 2002, al inaugurar el gran Santuario de la Divina Misericordia: «Fuera de la misericordia de Dios no hay otra fuete de esperanza para los seres humanos». Su mensaje, como el de santa Faustina, presenta el rostro de Cristo, revelación suprema de la Misericordia de Dios. Contemplar constantemente ese Rostro: esta es la herencia que nos ha dejado, que acogemos con alegría y hacemos nuestra”.
Por último, el Santo Padre ha recordado el primer Congreso Apostólico Mundial de la Divina Misericordia, que tendrá lugar en Roma en esta semana y se abrirá con la Santa Misa presidida por el Papa la mañana del miércoles 2 de abril, en el tercer aniversario de la muerte del Siervo de Dios Juan Pablo II. " Pongamos el Congreso bajo la celestial protección de María santísima, Mater Misericordiae- ha concluido Benedicto XVI -. Le encomendamos la gran causa de la paz en el mundo para que la Misericordia de Dios realice lo que es imposible hacer únicamente con las fuerzas humanas, e infunda la valentía del diálogo y de la reconciliación". (S.L) (Agencia Fides 31/3/2008; Líneas: 33 Palabras: 463)


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