VATICANO - El Papa celebra la Santa Misa en la iglesia de San Lorenzo: "Vida en abundancia es estar en comunión con la verdadera vida, con el amor infinito. Es así que realmente entramos en la abundancia de la vida y también nos convertimos en portadores de la vida para los otros"

lunes, 10 marzo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El domingo 9 de marzo, a las 10 horas el Santo Padre Benedicto XVI ha celebrado la Santa Misa en la iglesia de San Lorenzo "en Piscibus", con ocasión del 25 aniversario de la institución del Centro Internacional Juvenil San Lorenzo, inaugurado por el Papa Juan Pablo II el 13 de marzo de 1983. En la homilía, después de haber saludado y agradecido a los presentes recordando la solemnidad jubilar, el Santo Padre se ha centrado en el sentido del pasaje evangélico de la resurrección de Lázaro, "dedicado a un tema grande, fundamental: ¿qué es la vida? ¿qué es la muerte? ¿cómo vivir? ¿cómo morir"?. San Juan usa para esta única realidad de la vida dos palabras diferentes, que indica dos dimensiones distintas: la palabra bíos y la palabra zoé. Bíos comprende la biosfera que va desde las individuales células primitivas hasta los organismos más organizados, más desarrollados; este gran árbol de la vida, en el que se han desarrollado todas las posibilidades de esta realidad bíos. A este árbol de la vida pertenece el hombre.
"Pero el hombre - ha continuado el Papa -, aún siendo parte de este gran biocosmo, lo transciende porque es también parte de esa realidad que san Juan llama zoé. Es un nuevo nivel de la vida, en el que el ser se abre al conocimiento. Ciertamente, el hombre es siempre hombre con toda su dignidad, aún en estado de coma, aún en estado de embrión, pero si él sólo vive biológicamente, no se realizan ni se desarrollan todas las potencialidades de su ser. El hombre está llamado a abrirse a nuevas dimensiones. Él es un ser que conoce… Tiene sed de un conocimiento de infinito, quiere llegar a la fuente de la vida, quiere beber de este manantial, encontrar la vida misma".
Además de la dimensión del conocimiento de la verdad y del ser, existe para el hombre, inseparable de esta, la dimensión de la relación, del amor. "Y aquí el hombre se acerca más a la fuente de la vida, de la que desea beber para tener la vida en abundancia, para tener la vida misma. Podríamos decir que toda la ciencia es una única gran lucha por la vida; lo es sobre todo la medicina. En último termino, la medicina es buscar como contraponerse a la muerte, es búsqueda de la inmortalidad. Pero ¿podemos encontrar una medicina que nos asegure la inmortalidad? Esta es precisamente la cuestión del Evangelio de hoy. Imaginemos que la medicina consiguiera encontrar la receta contra la muerte, la receta de la inmortalidad. Aún en este caso, se trataría siempre de una medicina que nos sitúa dentro de la biosfera… Es fácil imaginar lo que sucedería si la vida biológica del hombre no tuviera fin, si fuera inmortal: nos encontraríamos en un mundo envejecido, un mundo lleno de viejos, un mundo que no dejaría espacio a los jóvenes, no dejaría que se renovase la vida. Comprendemos pues que esta no es la inmortalidad a la que aspiramos; no es esta la posibilidad de beber de la fuente de la vida que todos deseamos".
En el momento en que entendemos de no poder esperar en una prolongación infinita de la vida biológica y, al mismo tiempo, deseamos beber de la fuente misma de la vida para gozar de una vida sin fin, interviene el Señor y nos habla en el Evangelio diciendo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; quien vive y cree en mí, no morirá para siempre". "Al encontrarnos con Cristo - ha explicado el Papa -, nos ponemos en contacto, más bien en comunión, con la vida misma y ya hemos atravesado el umbral de la muerte, porque estamos en contacto, más allá de la vida biológica, con la vida verdadera… en la Eucaristía nos ponemos en contacto, más bien en comunión, con el cuerpo resucitado de Cristo, entramos en el espacio de la vida ya resucitada, de la vida eterna. Entramos en comunión con este cuerpo que es animado por la vida inmortal y estamos ya así desde ahora y para siempre en el espacio de la vida misma".
El Santo Padre ha puesto en evidencia que el pasaje del Evangelio de este domingo es también "una profunda interpretación de la Eucaristía y nos invita a vivir realmente de la Eucaristía para poder así ser transformados en la comunión del amor. Ésta es la verdadera vida… Vida en abundancia no es, como algunos piensan, consumir de todo, tener todo, poder hacer todo lo que se quiere. En aquel caso viviríamos por las cosas muertas, viviríamos para la muerte. Vida en abundancia es estar en comunión con la verdadera vida, con el amor infinito. Es así que realmente entramos en la abundancia de la vida y también nos convertimos en portadores de la vida para los otros."
Benedicto XVI ha concluido la homilía recordando que "el Dios nos espera y no sólo nos espera; está presente y nos tiende la mano. Aceptemos la mano del Señor y pidámosle que nos conceda vivir realmente, vivir la abundancia de la vida y poder así comunicar también a nuestros contemporáneos la verdadera vida, la vida en abundancia". (S.L) (Agencia Fides 10/3/2008; Líneas: 57 Palabras: 923)


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